Sophie
El calor es insoportable. Un fuego que no quema la carne, sino que penetra hasta las huesos, envolviendo mi alma en un tormento sin fin.
Entre jadeos y gritos sofocados, intento recordar un momento en el que no he sentido este dolor abrasador, pero cada intento se disuelve en la niebla de desesperación que me envuelve.
No hay alivio, ni respiro, solo una eterna agonía.
Las sombra del demonio danza en las llamas. Una figura siniestra burlándose de mi tormento, exacerbando mi miedo. Su mirada penetrante y su sonrisa cruel me recuerdan que no hay esperanza, solo más dolor y sufrimiento.
Cada segundo es una eternidad. El tiempo no tiene sentido aquí; el concepto de fin es una cruel ilusión.
Intento recordar mi vida pasada, aferrarme a algún recuerdo, que se distorsiona volviéndose una fuente de arrepentimiento y culpa. Cada acto egoísta, cada mentira y traición, se repite en mi mente como un castigo mental incesante, haciendolo revivir mis peores decisiones sin cesar.
⚔️
Vacío y silencio.
El calor abrasador ha abandonado mi cuerpo, dejando una angustiante sensación. Ni viva, ni muerta. Ni en paz, ni en tormento.
Mi conciencia diambula en una espera interminable, una pausa eterna en el flujo de mi existencia. No hay destino, solo un presente de soledad y melancolía.
Hay una tristeza profunda, pero no era la tristeza desgarradora del dolor, sino una pena sutil y persistente que se asienta en el alma como una niebla fría. Una perdida indefinida, añoranza por algo que no puedo nombrar pero que sé que he tenido alguna vez.
⚔️
Parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la luz de la estancia. Miro a mi alrededor para encontrarme en una pequeña habitación con techos bajos de madera.
Desde hace mucho tiempo, ahora solo puedo escuchar mi respiración. La voz que siempre estaba susurrando en mi cabeza se ha ido, la llama que quemaba todo mi ser, se ha esfumado.
— Al fin despiertas.
Miro hacia mi derecha para ver a la pequeña bruja cruzada de brazos.
Intento poner en orden en mi cabeza qué ha pasado y cierro los ojos por el dolor martilleante.
— Llevas así dos semanas, sinceramente, había pocas probabilidades de que sobrevivieras, pero aquí estás de nuevo.
— ¿Qué ha pasado? —Pregunto con voz ronca y toso.
— El demonio iba a cobrarse la parte de tu alma que le faltaba. Slene estaba manejándolo.
— ¿Se ha ido?
— Sí, se ha ido.
Suspiro con alivio y cierro los ojos. Ahora puedo dormir en paz, no más pesadillas.
— ¿Dónde estoy?
— No todas las brujas que manejan la magia negra están de parte de Slene, tienes suerte.
— Podrías haberme traído antes, si la conocías —me incorporo lentamente.
— Quería ver cuánto aguantabas, darte un escarmiento. No se juega con demonios, chica, ni con nada parecido.
Me apoyo en el respaldar y decido no empezar a discutir porque dudo tener fuerzas para enfrentarme a ella.
Frunzo el ceño al ver mis muñecas vendadas y miró a Heath.
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PRINNECIA
Художественная прозаCada cien años, se enamora un ángel de un demonio. Uno sacrifica su paz y el otro renuncia a su odio.