Nos buscan los drows y un aquelarre, por lo que no tardamos en levantar el campamento y seguir con nuestro camino a pesar de que Heath no está en las mejores condiciones. Después de un "no necesito que nadie me cuide" ella había subido a su caballo con dificultad y se había puesto en marcha. "Es una bruja cabezona" me había dicho Darren al oído.
Llevo colgado en mi cuello un amuleto que Heath me dio. Una piedra de ámbar. Supuestamente, esto va a protegerme de los malos espíritus.
Ella me lo ató al cuello confiada de que iba a ayudarme y yo... Bueno, yo espero que realmente lo haga.
Sus palabras fueron "Nunca te lo quites". Así que no lo haré, al menos hasta que esté segura.
No sé cuántas horas llevamos de camino, pero sé que estamos bastante cerca porque la hierba está cada vez más seca, al igual que las hojas de los árboles.
—¿Nos seguirán cuando entremos? —Pregunto.
—Pocas personas se atreven a cruzar por aquí. Es mucho más seguro el camino largo.
—¿Ni las brujas?
—Nadie es bien recibido en ese lugar.
—¿Alguna vez has entrado ahí?
—Sí, no es un lugar muy colorido, la verdad.
—¿Dónde vives, Darren?
—No vivo en ninguna parte.
—Eso es imposible —ladeo un poco mi cabeza para mirarlo.
Él me mira y alza sus cejas.
—No es imposible.
—¿De qué región eres?
—¿Crees que voy a decírtelo?
Pongo los ojos en blanco y vuelvo a mirar hacia delante. El camino se estrecha y un escalofrío recorre mi columna cuando Heath nos informa que estamos llegando. El caballo para y aunque Darren insiste en que continúe, no lo hace. Se baja del caballo y alza sus manos.
—Sé bajarme sola.
—Cómo quieras —se encoge de hombros y mira a Heath.
Doy un salto para bajarme del caballo y aguanto las riendas porque está un poco nervioso. Lo acaricio intentando calmarlo y miro hacia el camino, que se vuelve más y más oscuro hasta no ser capaz de ver qué hay más allá.
—Bien, seguiremos a pie desde aquí —me informa Darren.
Asiento y me coloco la mochila que me ofrece. Me la ajusto y coloco bien mi espada.
—Tened cuidado —dice Heath aún encima de su caballo. Darren le da las riendas del nuestro.
—Tú también, Heath. Hazme saber si tienes algún problema con el aquelarre —ella asiente y me mira. Espero que me diga algo y, cuando creo que no va a decirme nada, su boca se abre— No dejes que se lleven tu alma.
—Lo intentaré —hago una mueca y ella se gira con los caballos.
La observamos irse y estoy apunto de correr detrás de ella para que me deje subir al caballo e irme a su casa de nuevo. Puedo ayudarla a limpiar, hacer pociones con ojos de sapos e incluso la comida. Puedo cantarle una nana para dormir, si lo desea.
—Continuemos —Darren se gira y da en mi hombro cuando pasa por mi lado.
—¿Por qué está tan oscuro? —Me apresuro y me pongo a su lado.
—Te he dicho que no es un lugar muy colorido. A medida que nos acercamos... bueno, ya lo verás. A lo mejor encuentras ahí a algún vecino tuyo.
—Qué gracioso —pongo los ojos en blanco— ¿Qué problemas tenéis aquí con las almas?
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PRINNECIA
General FictionCada cien años, se enamora un ángel de un demonio. Uno sacrifica su paz y el otro renuncia a su odio.