Capítulo 15

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"Encuentra a Dorkas en la casa de hierro"

Abro los ojos y toco a mi lado para asegurarme que tengo aún la espada. Me estiro y suspiro pesadamente. No sé cuánto he dormido, pero me ha venido realmente bien. La habitación solo está iluminada por la claridad de la luna. Me levanto y miro por la ventana.

La casa de hierro podría ser perfectamente una herrería. Quizás hay más de una herrería por aquí y no puedo ir preguntando si Dorkas se encuentra en ella. Suspiro, de nuevo, es lo único que he hecho desde hace días.

Yo quizás no puedo ir preguntando, pero seguro que Darren puede enterarse.

Enciendo la pequeña lámpara en la pared y veo que en la cama hay ropa. Me acerco y cojo el camisón que me han dejado allí. Es más pequeño que el vestido que me han dado hoy e imagino que lo han arreglado. Me quito el vestido y me meto en el camisón, que se ajusta a mis curvas groseramente.

Apago la luz, dispuesta a volver a la cama de nuevo y me acerco a la ventana para abrirla y que me entre un poco de aire.

Frunzo el ceño cuando me acerco y veo que abajo hay alguien. Busco el cierre de la ventana, pero no hay, no se abre por ningún lado. Miarel y Darren están abajo. Es imposible confundir a ninguno de los dos. Reconocería los anchos hombros de Darren y su nuca en cualquier parte, llevo días solo mirando eso mientras caminamos.

Me giro y muerdo mi labio con fuerza cuando abro la puerta, intentando no hacer ruido. Bajo las escaleras con cuidado y aguanto la respiración cuando abro la otra. La cierro con cuidado y gracias a mis pies descalzos, no hago ruido mientras camino por el pasillo con cautela. Mamá siempre me ha dicho que parezco un fantasma por lo sigilosa que puedo llegar a ser, supongo que ese es mi único punto fuerte.

Escuchar conversaciones privadas nunca ha sido mi hobbie, pero esta me interesa demasiado. Supongo que Miarle se tiene que hacer mil y una preguntas. ¿Qué hace Darren con una humana? ¿Qué le habrá contado él?

Darren tiene buen oído y, a no ser que pueda escuchar mi corazón bombear nervioso contra mi pecho, no ha podido escuchar que estoy a unos metros de ellos.

Estoy escondida detrás de la puerta que da al jardín, que está abierta. No es un gran escondite, pero no puedo llegar más cerca de ellos. Agudizo el oído y me concentro para intentar escuchar algo.

Murmullos.

No escucho nada, pero espero pacientemente por si se acercan. Tengo todo el tiempo del mundo y, cuando por fin escucho unos pasos, me pongo en tensión.

-Es arriesgado, pero sabes que estaremos de tu parte. Hay que acabar con todo esto-escucho la dulce voz de Miarle-. Espero que tengas suerte.

-Gracias. Descansa, Miarle.

-Y tú, Darren.

Dejo de respirar cuando cruzan la puerta y me quedo más quieta que una estatua. Solo escucho unos pasos, los de Miarle, Darren aún sigue donde mismo. Vuelvo a respirar con normalidad hasta que escucho los pasos de Darren acercándose a la puerta. Puedo ver su sombra y vuelvo a dejar de respirar porque se ha parado justo en la puerta.

Su cabeza se asoma y me mira de arriba abajo con su ceja alzada. Cuando sus ojos vuelven a mi cara, sonrío, enseñando todos mis dientes y él, cierra la puerta con cuidado dejándome totalmente al descubierto.

Sigue vestido mientras que yo llevo este ridículo camisón que él no ha tardado en mirar.

Cuando pienso que va a echarme una reprimenda, me coge de la cintura y me carga en su hombro con facilidad. En otro momento, me quejaría y lo golpearía, pero ahora sé que no me conviene hacer ningún ruido porque no quiero despertar a toda la casa.

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