Capítulo 29

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—Se está esforzando —dice Heath.

Ambos miramos por la ventana del piso de arriba como Elías vuelve a tirarla al suelo con facilidad.

—Cada día que pasa, Elías es más blando con ella.

—La chica no es uno de sus guerreros. Podría partirla en dos si se pasa con la fuerza.

—No aprenderá nada si él tiene cuidado de que no se haga daño, ahí fuera no van a tener compasión con ella. Es patética en la lucha cuerpo a cuerpo.

—Sí que lo es —suspira Heath—. He estado investigando y la mejor manera de volver a conseguir su alma es matarla y después recuperarla.

Miro a la bruja con los ojos abiertos de par en par. ¿Matarla y luego recuperar su alma?

—No podemos matarla, Heath, por mucho que me gustaría. Inmediatamente tendría que ceder la piedra a Balderick y no voy a hacerlo.

Ella pone los dedos en la punta de su nariz y hace una mueca.

—Podemos preguntarle al diablo qué quiere a cambio de que nos devuelva la parte de alma que tiene.

—¿Un alma por otra alma?

—Podría ser —se encoge de hombros—. Hablaré después con ella para poder ponerme en contacto con él.

Vuelvo a mirar a Elías y Sophie aún entrenando. Es mejor que se prepare bien por si tiene que estar en el campo de batalla, aunque no me la imagino ahí, estaría más pendiente de salvar su culo que otra cosa.

—¿Se sabe algo de Zadkiel? —Pregunta.

—Estará aquí en unos días —uno mis manos detrás de la espalda— Aunque dudo que ella quiera verlo.

—Ese chico la quería enviar a la colonia, no es de fiar, deberíamos matarlo.

—Miarle le hizo una promesa.

—Sí, que volvería sano y salvo, pero no prometió nada de mantenerlo con vida una vez que vuelva. Nos traicionó.

Sonrío y miro como la chica castaña golpea la parte de atrás de las rodillas de mi amigo y este cae de rodillas. Es rápida, solo necesita practicar más y... Tener más reflejo. Vuelve a estar en el suelo mientras Elías se ríe.

—¡Nunca le des la espalda al enemigo! —Lo escucho carcajear.

—Miarle vuelve al refugio de las hadas —me informa Heath.

—Lo sé.

—Es lo mejor, esa chica sigue siendo una distracción para ti, deberías centrarte en tu reina y no en un hada que ya está prometida.

—Siempre regañándome, bruja.

—Se lo prometí a tu padre, solo estoy cumpliendo mi promesa.

—¿Le prometiste a mi padre que me regañarías?

—Le prometí a tu padre que cuidaría de ti, del perro y del reino. También de la humana, ni siquiera sé cómo no se nos ha muerto ya —sisea.

—Yo tampoco lo sé. ¿Tú le dijiste que hiciese vida social fuera del castillo?

— No, pensé que habías sido tú. Está intentando ganarse a la gente, aunque no sé cómo va a resultarle —suspira—. Ni siquiera puedo imaginarme una guerra de nuevo.

— Sabíamos que sucedería, era solo cuestión de tiempo. A no ser que nos colemos en Prinnecia y asesinemos a Balderick y HillWood. Colocamos a Sophie en el trono y repartimos el poder de la piedra entre ambos reinos.

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