Capítulo 7

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La madera cruje bajo mis pies cuando entramos en la habitación y me quito la capucha en el momento en el que escucho la puerta cerrarse. La luz de la habitación es tenue gracias a una lámpara colgada en el techo.

Agradezco con todo mi corazón ver las dos camas pequeñas que hay. Tienen una manta roja por encima, un baúl a los pies de la cama y poco más.

La decoración es escasa salvo por unos cuadros que se encuentran en la pared. Me acerco a uno de ellos, un cuervo.

— Iré a conseguir algo de ropa para ti, no puedes ir así vestida. También te conseguiré una capa nueva.

— ¿Por qué lo haces? —Me giro y lo miro— Ayudarme, no lo entiendo.

Es la primera vez que lo puedo ver bien a la luz. Viste todo de negro, su camiseta casi tapa todo su cuello, incluso. Por lo que lleva puesto, podría decirse que es o un soldado o un asesino a sueldo. Si fuera lo primero, ya me habría matado. Sus ojos son azules, casi grises y me miran como si pudieran ver a través de mí; pero no lo hace. Su pelo negro va perfectamente peinado y tiene una cicatriz en su ceja derecha.

Es casi dos metros de músculo y sombra.

— Sé que hay algo más en tu historia y quiero descubrirlo. Ahora vengo, hay agua caliente —me señala una puerta que da al baño— Aprovecha y date un baño, utiliza el jabón, a lo mejor así se te quita el olor a muerto.

Sonrío forzosamente y él sale de la habitación dejándome sola. Me quito su capa y la dejo encima de una de las camas. Al quitar la espada de mi cintura, la observo, metida en la funda. Él me dio su espada. Paso mis dedos por la empuñadura y la agarro con fuerza, cerrando mis ojos.

Por supuesto que mi huida se iba a complicar, no todo podía salir bien. Dejo la espada con cuidado encima de la cama que yo voy a utilizar y saco el mapa de mi pecho, donde lo había puesto. Lo abro y veo como Zadkiel ha marcado el camino. Ahora solo tengo que saber dónde estoy y seguir su camino hasta llegar a Darkos y la casa de hierro.

Voy al cuarto de baño y observo la bañera de mármol que se encuentra en el centro. Sucia, un poco. Hago una mueca y suspiro pesadamente. Abro el grifo del agua caliente y dejo que la bañera se llene.

Me miro al pequeño espejo que se encuentra colgado en la pared y veo mis ojos hinchados.

Ha pasado mucho en muy poco tiempo. Estoy en una posada en un pueblo de brujas, en una habitación con un completo desconocido. No sé nada de Zadkiel y dudo saber algo pronto porque no hay manera de que me entere de lo que ha pasado.

¿Cuánto tiempo llevaba mamá preparando mi huida? ¿Por qué no me había dicho nada?

Cuando voy a echar mano al vestido, me quito el nudo que mantiene la parte de detrás cerrada y dejo que caiga por mi cuerpo. Hay un jabón ahí y hago una mueca cuando lo huelo, no es el mejor olor del mundo, pero es lo que hay.

Me meto en la bañera cuando aún no está llena y dejo que se llene conmigo dentro. Cierro los ojos mientras me agarro a los bordes. Respiro profundamente una, dos y tres veces.

Todo el mundo estará intentando averiguar qué hacer para poder darme caza aquí. La gente se levantará, habrá una revolución y papá enviará a mil soldados a buscarme si hace falta.

¿Podría él pedirle al Rey de las Sombras dejarle entrar para buscarme? ¿Lo dejaría?

Meto la cabeza en el agua cuando está lo suficientemente llena y aguanto la respiración unos segundos antes de salir. Cierro el grifo y cojo el jabón, deseando terminar y acostarme, esperando despertar de esta pesadilla mañana.

Huelo mi piel antes de ponerme el albornoz. No huelo a muerto, tampoco sé cómo huele un muerto, quizás a podrido. Salgo de la habitación y me sobresalto cuando lo veo tumbado en la cama.

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