Darren no volvió a la habitación esa noche, tampoco lo vi para desayunar. La escena que vi ha estado reproduciéndose en mi cabeza una y otra vez. El grito desgarrador de Darren está en cada parte de mi ser. No puedo imaginarme lo doloroso que tuvo que ser para él y no terminé de verlo completo porque él quitó mis manos de sus cicatrices.
Necesito saber por qué tengo visiones del pasado y cómo puedo controlarlas, ya que no quiero ver cosas de todo el mundo al que toco. No quiero tocar las cicatrices de Darren y que me devuelvan a ese día.
Elías me golpea el abdomen y después me da en la mejilla, tirándome al suelo.
—No deberías golpearla en la cara, es la reina —desaprueba Gulnar.
—La reina está despistada hoy.
Me levanto del suelo, dolorida y sujetando la vara con la que estoy luchando contra él. He estado entrenando mi condición física lo suficiente como para que pasemos a algo más y ahora él, me está dando una paliza.
—Ataca —me dice.
Sostengo con fuerza la vara y lo llevo hacia su costado. Él golpea cada movimiento que hago con facilidad y elegancia. Me esquiva y me golpea en la espalda haciendo que jadee de dolor.
—En una batalla ya estarías muerta.
Me giro y grito para darle con todas mis malditas fuerzas. Frena mi ataque y tengo que retroceder porque él empieza a golpearme y no consigo parar todos los golpes. Es rápido y bueno. Vuelve a tirarme al suelo y me quedo ahí, completamente reventada.
—Creo que es suficiente por hoy —dice—. Deberías practicar en algún rato libre los movimientos que te enseño.
—Eso no me está sirviendo de mucho.
—Porque no eres lo suficientemente rápida.
Me incorporo, sentándome en el césped y llevo la mano a mi labio. Me miro los dedos para ver sangre y suspiro pesadamente.
Luna está allí, no me ha dejado sola ningún momento.
—Te curaré eso —dice acercándose a mí—. No sé si el rey estará contento de que le hayas hecho eso.
—Cosas del entrenamiento —se encoge de hombros—. Mañana aquí a la misma hora, Sophie —me señala y coge las dos varas, caminando con seguridad fuera de mi vista.
—Si quieres ser una guerrera, deberías dedicarle muchas más horas a esto —Gulnar hace que lo mire— y estar más concentrada. No puedes dejar que tus pensamientos te guíen en una batalla.
Asiento hacia el enano y él asiente de vuelta para irse por donde Elías ha desaparecido. Respiro profundamente y echo mi cabeza hacia atrás para mirar al cuelo y cerrar los ojos.
—¿Habrá una guerra? —Me pregunta.
—No lo sé.
—Heath ya ha llegado —me informa—. ¿Quieres verla ahora?
—Sí, por favor. Ve a buscarla y llévala a la habitación. Necesito curarme el labio y darme un baño.
Luna asiente y vuelvo a suspirar antes de levantarme y dirigirme a la habitación.
El labio no luce tan mal como esperaba. Me levanto la camiseta y veo como se están formando moratones en mi abdomen.
—Siempre que te veo estás magullada, niña.
La voz de Heath me hace sonreír y me giro, bajándome la camiseta.
—Es bueno verte bien, Heath.
—No puedo decir lo mismo. La chica de pelo azul me ha dicho que estabas herida y he traído algo para curarte ese labio. Siéntate.
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PRINNECIA
Ficción GeneralCada cien años, se enamora un ángel de un demonio. Uno sacrifica su paz y el otro renuncia a su odio.