Cap. 72.

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Llegamos a nuestra nueva casa, en Transilvania y está hermosa. Es moderna, elegante, rústica y familiar. Claro, no puede faltar el estilo de la ciudad. Lo bueno es que estamos a quince minutos de la ciudad, así que son tipo mansión.

—¡Mami, el patio es gigante! — dice Abbie corriendo hacia el segundo piso, mientras los señores de la mudanza hacen lo suyo.

—¡Cuidado te caes! — ls digo al ver que corre muy rápido.— Ay Dios, esta niña me va a sacar canas.

Duré una semana despidiéndome de Alice. Ella se fue para Tailandia, en una hermosa isla, donde compraron una casa. Abbie irá allá cada dos meses y se estará dos semanas con ellos. fue lo que Alice me propuso, porque yo no quería que Abbie se distanciara de ella así como así.

—¿Amor, ya bajaste..? — me empieza a preguntar Kian.

—¿Los coches de los niños y algunas cosas de las literas para ayudarles un poco a los señores? — él asiente.—Sip, ya lo hice.

Él tiene a Violet en brazos y yo a Thomas. Kian me pasa a la bebé, así que ahora estoy con los dos en brazos, mientras él va a ayudarles a los señores. Camino por la casa, siguiendo la "guía turística" que Abbie me está dando. Con una sonrisa de boba miro todo el lugar, es hermoso y diferente. Los niños van a tener una habitación para cada uno y eso me encanta, privacidad para cada uno.

Con Charlotte. Bueno, las cosas con ella se volvieron un poco complicadas, pero no en el mal sentido. Ella ya tiene dieciocho años y quiere tener la mejor experiencia como cualquier adolescente. Obviamente dijo que iba a visitar a Abbie cuando pudiera. Ademas su Kurity la estaba preguntando demasiado. Katara y Malachi se fueron a vivir juntos y se ven demasiado tiernos. Sam se fue con Victoria a Paris, mientras Emily está de visita en Japón y todos los rincones de Asia. Nat está viajando con Aron y adoptó un niño en Siria. Arlet vive en una ciudad de Brasil.

Luka me ha estado llamando, preguntando por los niños, mientras Kian me cela, pensando que me va "robar" a travez de un celular. Él vive en la cabaña que visitamos aquella vez, vive solo, con un lindo gato calvo, me encanta.

Dejo a los bebé que gateen en un limpio y hermoso piso de madera, donde se encuentra el espectacular piano de cola de Kian que tanto me encanta. Toco delicadamente con mis yemas su hermosa textura. El marfil de las teclas y cada cosa de este instrumento es perfecta.

—¿Quieres que toque para ti? — me pregunta Abbie. Alice le enseñó cosas y Kian también ha estado junto a ella en este proceso de aprender a tocar piano.— ¿Mami?

—Por favor, mi vida, eso no se pregunta.

Ella se sienta con la postura que le enseñó su padre, y una sonrisa mas amplia se posa en mi cara al ver que si le presta atención. Miro en que parte están Violet y Thomas; y están jugando con Aluna y Caramelo, esas dos son muy cuidadosas con ellos dos, mas Aluna.

Abbie empieza a tocar una canción que me sé a la perfección. Kian siempre la toco para mí, y verla a ella interpretándola me llena de felicidad el alma. Nuvole Bianche. Me encanta, ella me mira sonriendo y yo hago lo mismo. Termina la canción y no lo pienso mucho para aplaudirle. Es una gran músico. Nos fundimos en un tierno y maternal abrazo.

—Te amo, mamásaurus.

—Yo también te amo, galletita.



(...)



Terminamos de acomodar todo, bueno, todavía faltan unas cajas. Acomodamos las camas, que es lo mas importante y dormimos a los niños en sus respectivos cuartos.

Me estoy lavando la cara, mientras Kian se baña, ya que yo acabé de salir de la ducha. Ya tengo puesto un short cómodo y mi típica camiseta olgada para dormir bien. Cepillo mis dientes y Kian sale de la regadera con el vapor del agua caliente.

—Bueno, solo diré que este baño le gana al de nuestra casa en Nueva York — dice dándome un dulce beso en la coronilla.— Te amo.

—¡Yo también! — digo con voz tierna,saliendo del baño secándome el cabello para tirarme a la cama.

Me quedo mirando el techo y pienso en todo lo que ha pasado en nuestras vidas, cada cosa, cada momento feliz cada momento triste y cada situación de vida o muerte. Voy a extrañar todo eso. Pero estoy feliz de que todos mis amigos estén felices y con las personas que aman, amo estar con el amor de mi vida. El chico extraño que vi en aquella fiesta y que al despertarme en ese hospital todo se avivó, pero así mismo me caía mal. Aquel chico que besé en su Camaro negro, aquel amanecer en el auto, los dos besándonos. O cuando me enseñó a tocar el piano. Ese chico con en el comí pizza en su cabaña y me sonrojaba cada vez que era cursi, aunque todavía lo sigue haciendo. Ese hermoso hombre con el que tengo ahora una hermosa familia. Ademas de todo, un hombre lobo demasiado sexy y sobreprotector que tanto me gusta.

También recuerdo cuando me tocó cuidar a Alice de esa terrible borrachera que tenia en esa fiesta. O cuando jugábamos Xbox en su casa o en la mía. Cuando Magnus se le lanzaba encima para saludarla. Magnus, el gran amigo, por el cual tuve una golpiza que valió la pena. También cuando Kian me regaló a Aluna, fue la peor y la mejor despedida.

—¿En que piensas, pequeña? — inquiere acostándose a mi lado y arrunchandome en sus brazos, que con gusto me acomodo en ellos.

—En todo — confieso.— ¿Quien lo diría?

—Nunca me imaginé tener a una mujer tan hermosa entre mis brazos — susurra.

—Lo mismo digo.

—¿Soy una hermosa mujer? — pregunta riendo.

—Estúpido.

Nos fundimos en un abrazo, mi cabeza esta entre su pecho y su cuello, mientras él sostiene de mi cintura, dándome cálidos besos en la coronilla.

Suelto un suspiro, acercándome mucho más a Kian. El llanto de un bebé nos asusta un poco y me separo de él para mirarlo a los ojos. Me encojo de hombro.

—Es tu turno — le digo, regalándole una sonrisa. Él bufa, haciendo un puchero.— Tenemos un trato, yo los cambié las dos noches pasadas.

—Ok — se rinde levantándose de la cama.

—Te amo, nudillos — le digo antes de que salga de la nueva habitación.

—También te amo, pequeña.

La vida puede dar mil vueltas, puede que no sea como la planeabas, nadie sabe. Es como un libro, tú puedes escribir lo que sea, puedes arrancar las hojas que quieras o seguir con esas hojas para contar esas historias en un futuro y no tener rencor alguno. En mi caso, jamás arrancaré esas hojas donde más me hicieron daño, porque son anécdotas, experiencias e historias que contar. Las personas que están en esas hojas que arrancaría, hicieron parte de mi vida, de mi historia, de tu historia... son cosas que no hay que ocultar. ¿Qué pasaría si jamás hubiera conocido a Kian? ¿Que pasaría si no hubiéramos conocido a nuestros amigos? ¿Que pasaría si yo nunca hubiera ido a esa fiesta?

Creo que los hubiera conocido, pero la historia sería diferente.

Pero sé qué la historia no acaba aquí. Esto no se queda aquí.


FIN.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora