Cap.50. Italia.

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Buena elección de vestido, la verdad es que me encantó, y el color rojo me sienta, por ser tan blanca. Luka se a permanecido muy callado todo el camino, creo que ya vamos llegando.

—La primera que veas a la derecha — indica con su acento italiano.

—Está bien — presto mucha atención a sus indicaciones, mirando para no pasarme de la entrada. — ¿Qué hay ahí?

—¿Donde?

—Pues, para donde tengo que girar — digo obvia.

—Ah, okay... la cabaña de mi padre — señala la entrada.

Pongo las señales de parqueo y giro el volante.

—Siempre te he querido preguntar sobre él. Tú padre — me atrevo a hablar del tema.

—Nunca habló sobre él...

—Tengo curiosidad — me encojo de hombros, entrando el carro al garaje.— Si no me quieres hablar sobre él, no tengo lío, Luka.

—Lo sé... pero ahora no — se baja en cuanto freno por completo.

Suspiro, y Aluna me mira, esperando a que abra la puerta para salir del auto. Hago lo que ella me dice con sus ojos, sabia que quería eso, por la manera en que salió. Me bajo y miro que él baja las valijas.

—¿Él falleció? — inquiero parándome a su lado.

—No — cierra el maletero delantero, empezando a caminar con las maletas. Le quito unas cuantas de encima, caminando a su ritmo.— Él... es otra cosa.

—Cuando quieras hablar del tema, solo avísame, ¿si? — lo detengo para mirar sus ojos.

—Si...— seguimos caminando para el interior de la cabaña.

Creo yo, que esta es la puerta trasera, porque llegamos a la cocina. Miro todo con admiración, los acabados y el aroma de madera, llaman mi atención. Subimos las escaleras, entramos a un cuarto, rústico y femenino. Pero es muy juvenil para ser de su mamá.

Analizando las cosas bien, lo que me dijo en el avión aquella vez. Que él también tenía una novia, siento que esta cabaña no es de su padre, si no de él. Y esta habitación es de su novia.

—La cabaña es tuya — susurro.

—¿Que? — me voltea a ver.

—Este cuarto era de tu novia y la cabaña es tuya.

Se queda callado, mirándome, sin saber que decir. Frunce el ceño, mirando la cama y bajando la cabeza.

—Si, detective — arquea una ceja con picardía.— Aunque no lo creas, íbamos a casarnos, este sería nuestro hogar, hasta que mi madre eligió por mí.

—¿Y por qué un cuatro solo para ella?

—Mi madre.

Y con esa respuesta, todo tiene más sentido.

—¿Qué pasó con ella? ¿Donde está? — pregunto.

—Buenas preguntas... pero no tengo respuesta para ello — deja la valija en un diván.— Fue mas doloroso para ella que para mí... suena feo eso, pero, ella no era la que se iba a casar con alguien desconocido para ambos.

—Si... ¿de donde era?

—De acá...— sonríe.

—¿Quieres ir a buscarla? — levanto las cejas varias veces tras mi propuesta.

—No creo que la encontremos — niega con la cabeza.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora