Cap.37. Tatuajes.

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Tres malditas horas... repito, !tres malditas hora! ¿Que está haciendo tanto esa zorra? Hemos pasado las últimas tres horas jugando con nuestros poderes, desde que Kat llamó a Sam.

—Estás tensa... respira, Zoey — Natasha acaricia mi hombro, "calmándome".

—No puedo calmarme, Nat, no sé qué tanto hace, eso me saca de quicio — me cuelgo de la rama, dejando caer mis pies al aire.

—Relájate, respira. ¿Qué no te pareció divertido los juegos que hicimos? — pregunta indignada Katara.

—No... ¡digo, si! Pero no puedo dejar de pensar en eso — me agarro el cabello excesivamente, pasándolo por detrás de mi oreja.

—Calma, y si se queda, nos vamos para tu casa — se encoge de hombros. — No estamos tan lejos, y podemos llegar con súper velocidad... ¿tienes habitaciones de visitantes? — asiento con la cabeza. — Ahí está... no tenemos que pasar toda la noche en un árbol.

—Si en diez minutos, Sam no llama, nos vamos para mi casa, ¿de acuerdo? — me siento en medio de ambas.

—De acuerdo — concuerdan.

Creo bolas de nieve, y las lanzo a la nada. Nat se transforma en las personas que conoce. Katara tiene una mano transformada y con una uña se limpia las de su mano normal.

—Van más de diez — arrugo la nariz.

—Si que eres impaciente — niega con intensidad la azabache.

—Vamos — hago palmaditas.

Nat y yo nos bajamos de el árbol con facilidad. Miramos para arriba, percatándonos que la persona que dijo "vamos" hace rato esté todavía allá.

—Baja...— le hacemos señas.

—¿Ya se les olvida el como subí aquí? — no le hace falta gritar para decirnos eso.

—Cierto — subo de nuevo al árbol.

Ella se monta en mi espalda y bajamos de nuevo, llegando con Nat. Katara se baja de mi espalda. Empezamos a correr con la súper velocidad.

Llegamos a mi casa. Toco el timbre y los tacones de Carmen se escuchan por la madera. Abre la puerta con una sonrisa.

—Hola Carmen — la saludo entrando.

—Zoey, ¡feliz año! — me sorprende un abrazo.

—¡Feliz año, Carmen! — le correspondo el abrazo.

No separamos y volteamos a mirar a Nat y Kat. Ellas nos miran con una sonrisa. Kat entra a la casa. Veo que Natasha trata de entrar pero no puede.

—¿Por qué no entras? — le pregunto frunciendo el ceño.

—Porque no me has invitado a pasar.

—Pero si tú ya habías entrado.

—Una bruja me ayudó en eso, ademas, entre transformada en tu madre — sonríe de lado. — Ahora que entró formalmente, esto es lo qué pasa — trata de entrar de nuevo, pero como si hubiera una barrera, no puede.

—Pasa, sigue, entra, Natasha — le digo de todas las formas.

—Gracias — entra.

Subimos las escaleras. Les muestro los cuartos en los que se quedarán cada una. Me dirijo a mi habitación, la extrañaba. Inconsciente sonrío y me dirijo al armario.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora