La melódica música inundaba todo el salón del palacio del Rey Pierce, todos los presentes, algunos recién llegados de otros países e indudablemente de la más alta escala social, bailaban, charlaban y desgustaban los bocadillos que los camareros servían.
Cada uno de ellos con sus asuntos diferentes, pero todos esperando la llegada de la Vampiresa, quien se encontraba en su habitación colocándose su hermoso vestido.
—Ya está, cariño — Arda la nodriza de la Vampiresa, colocaba los últimos retoques al vestido de la joven.
— Odio esto — espetó la Vampiresa, mirando su reflejo en el gran espejo de su vestidor.
Un hermoso vestido rojo pasión tan fino y puro como la misma seda resaltaba su suave piel de porcelana, su cabello rubio recogido con sus rebeldes mechones cayendo a los costados y encima de este una hermosa corona esculpida con una auténtica piedra de luna.
— Sólo serán unas horas.
La música se detuvo en el salón, y en cambio, se colocó una suave melodía, todos se quedaron mirando a la joven y hermosa Vampiresa bajar las escaleras.
La joven fue escoltada a la pista de baile y abrió el primer baile con su acompañante el Conde Maximus Di Capilli, un vampiro de la alta realeza vampírica y un original.
— Mi lady, déjeme elogiarla y decirle que está noche esta hermosa — la Vampiresa sólo le regaló una forzada sonrisa, a pesar de que Maximus era todo una belleza; piel pálida como porcelana, castaño, ojos zafiro y un cuerpo fornido, todo su ser inspiraba elegancia y sensualidad, pero había algo en él que a la Vampiresa no la convencía; tal vez el simple hecho de que él no era su alma gemela, pero mientras las Vampiresa se decía que entre este más alejada de él, mejor, aunque aquellos no eran los planes de su padre.
Días atrás el Rey de los vampiros había estado hablando y firmando tratados con el Conde Maximus y habían acordado que le entregaría el título de "Sangre de Luna" un tratado que habían firmado los licántropos con los vampiros por una isla. Aquella isla estaba en poder de ambos, una isla mística llena de poderes y con un gran potencial; dicha isla era una reserva natural, pero el Rey quería el poder para crear uno de los hoteles más famosos; había negociado con Maximus sobre el poder de la isla y a cambio le otorgaba la mano de su hija. El Conde Maximus estaba obsesionado con la belleza pura de la joven, hechizado por sus brillantes y hermosos ojos rojos, y deseaba que la vampiresa sea solo suya en todo sentido.
Las horas se habían hecho eternas para la Vampiresa, que pasaba de mano en mano, saludando y bailando con todos los presentes. Su padre la había llamado miles de veces para que manipule a diferentes personas; ya sea para obtener votos, riquezas o firmas a su favor.
— Te has comportado muy bien, mocosa — le habló su padre —, tanto que ahora serás la futura Condesa.
El cinismo de su padre no le sorprendió a la joven, sabía que su padre era capaz de venderla al mismo Diábolo.
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She is my mate.
WerewolfNunca creí haberla encontrado, nunca creí poderla tener en mis manos y menos pensar que era MIA, porque ella es mi mate. *** Una pareja cargada de pasión y deseo, pero sobre todo problemas... ¿El amor es suficiente para rescatarte de la oscuridad...