Capítulo 05

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Otoño, 1799

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Otoño, 1799

Había pasado un año desde aquella noche en la que se había anunciado el compromiso del Conde y la Vampiresa.
Por diversas razones el casamiento se había retrasado, cosa que la Vampiresa agradecía profundamente, hasta aquella noche en la que todo pasó.

La música de entrada resonaba en la gran Iglesia, los miles de invitados veían a la hermosa Vampiresa entrar escoltada por su padre, llevaba ostentoso y hermoso vestido blanco detallado en oro.

Una vez despojada con su futuro esposo y haber pasado todo el ritual, habían llegado las palabras que nunca pensó escuchar, no al menos, de esa manera.

— Tomen su mano derecha, y prosigan.

— Yo, Maximus Di Capilli, te recibo a ti, Savannah Pierce, como esposa y me entrego a ti, prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

— Yo, Savannah, te recibo a ti, Maximus Di Capilli, como esposo y me entrego a ti, prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, así amarte y respetarte todos los días de mi vida — la Vampiresa contenía las lágrimas, siempre pensó que ese día sería al lado de su alma gemela, de su compañero y otra mitad, no con un Conde del que no se fiaba.

Cristo, os dé su bendición,
de forma que los que Dios ha unido,
no lo separe el hombre. Amén.

— Amén — respondió toda la Iglesia acompañando a los recién casados.

— Oremos, hermanos, por las necesidades de la santa Iglesia y de todo el mundo, y encomendemos especialmente a nuestros hermanos Maximus Di Capilli y Savannah Pierce, que acaban de celebrar con gozo su Matrimonio.

Todos aplaudieron y los casados se colocaron sus anillos para cerrar la ceremonia. Por último un seco y rápido beso que la Vampiresa rompió lo más antes posible. Miles de arcadas sintió al sentir el contacto con los secos y fríos labios de su ahora esposo.

Cuando pensó que se había librado de todo aquello había venido la noche de bodas, la peor de todas para la nueva Condesa. Su esposo la había obligado a tener relaciones en aquella noche.

Miles de lágrimas caían al ver a Maximus penetrarla sin piedad, sin si quiera escuchar los sollozos de su esposa.

Cuando su esposo acabó y salió de aquella habitación con una gran sonrisa, la Vampiresa sólo se limitó a llorar en silencio.

SAVANNAH:

Me quedé muda mirando aquella escena, Marcus sosteniendo a Pía en sus manos y ambos me miraban esperando alguna reacción de mi parte.

Yo simplemente no sabía cómo sentirme; el simple hecho de que él me ocultase aquello me dolía, pero tampoco es que hubiese habido tanto tiempo para contarme que tenía una hija, anoche hablamos pero nunca mencionó dada de esto; en cierto punto él sabía que aquí vivía Pía, así que antes de salir de casa me podría haber dicho "Hey Sav, tengo una hija, te llevaré a conocerla" bueno diciéndolo así no sonaba muy bien.

She is my mate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora