Capítulo 17

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SAVANNAH:

Sabes que odio las sorpresas Marcus...

Empezaba a desesperarme, odiaba las sorpresas. Odiaba haberlo perdonado con tanta facilidad; sé que debería de haber confiado en mí y haberme defendido. Pero como culparlo cuando yo le ocultaba más cosas.

Lo sé nena, pero falta poco — respondió, tomando mi mano. Sabía que estaba sonriendo, claro que no lo veía por el puto pañuelo que tenía en mis ojos, pero sabía que lo hacía.

Eso me lo has dicho hace una hora atrás — bufé, histérica.

Sólo un poco más.


[...]


Llegamos — anunció Marcus —. Ven, no te quites la venda.

Soltó mi mano, bajó del auto. Abrió mi puerta, volvió a tomar mi mano y me ayudó a bajar.

Puedo caminar sola — protesté cuando me tomó como estilo nupcial.

Sí, pero me gusta más así.

El olor a pino inundó mis fosas nasales. Me dejé llevar por los lentos latidos del corazón de Marcus y me relajé en sus brazos. Sientí el ruido de las maderas rechinar bajo los pies de Marcus, y como una vieja puerta suena al ser abierta; era como esas típicas películas de terror: cuando uno de los personajes entra a una casa abandonada y al abrir la puerta hace un horroroso ruido, y no sabes si entrar o simplemente salir corriendo.

Luego de escuchar como la puerta se cerraba detrás de nosotros sentí como mis pies tocan el piso de madera. El ambiente cálido y acogedor me envuelve, y el olor a madera vieja es lo primero que aprecio.

— ¿Ya me puedo quitar esto?

— Claro... Pero primero debes prometerme que no habrá ningún castigo.

— Lo prometo — deslizó sus manos por detrás de mí y desató el pequeño nudo.

— Abre los ojos — susurró en mi oído, mientras me envolvía con sus brazos por mi cintura.

Abrí mis ojos lentamente y la luz me cegó por instantes. Me encontré con una rustica chimenea que desprendía olor a madera quemada. La sala solo está iluminada por velas y encima de la alfombra, en frente a la chimenea, había un colchón con acolchados y almohadones. A un costado hay una pequeña mesa de vidrio con sushi y dos copas de vino. Toda la sala tenía un ambiente romántico, con pétalos de rosas dispersados y una lenta música de fondo.

— Marcus... Esto es... — no tenía palabras para describir como me sentía.

— No es nada, quería darte un lindo gesto.

She is my mate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora