Capítulo 23

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SAVANNAH:

Ira...

Ira es lo primero que sentí al abrir mis ojos. Toda mi mente estaba por tener un colapso, al tratar de asimilar toda la información.

Maximus y Roberts en complot...

Guerra entre Vampiros y Licántropos...

Muerte del Alpha... Marcus.

Mi hija... ¿viva?

Pensar en todo eso, hizo que mi cuerpo se levantara automáticamente de la cama en la que me habían dejado luego de mi desmayo.

Caminé en círculos, tratando de asimilar las palabras de William...

— Sus padres. El Conde Maximus Di Capilli y Savannah Pierce. Cuando ellos se enteren de que está viva nadie los detendrá.

Aquella frase se repetía una y otra vez en mi mente produciendo pinchazos en mi pecho, como si me hicieran acupuntura y cada pequeña aguja fuera enterrada de manera errónea.

¿Será verdad... mi hija podía estar viva?

La tristeza me invadió, pero luego la ira se apoderó de mi cuerpo una vez más. Empecé a romper todo a mi paso: desde los cuadros, almohadones, floreros, espejos, hasta llegar a estrellar la silla contra la pared.

Estaba más que molesta por llevar un cargo de conciencia durante años y años, creyendo que no había podido proteger a mi hija, la cual daba por muerta. Luego, después de tantos años, ella estaba viva.

Sufrí todas esas pesadillas y sueños, creyendo que me habían arrebatado lo que amaba en mi vida.

Mi hija estaba viva y me lo habían ocultado. Maximus me había hecho creer que la habían matado.

En ese momento sólo quería ir hacia donde estaba Maximus y arrancarle el corazón, aunque así no lo mataría. Se necesitaba mucho más para matar a un original, y de todos modos no morían.

Mataría a Maximus a costa de mi vida...

Savannah — giré mi rostro, luego de destrozar una de las puertas del armario, encontrando a mi mejor amiga mirando todo el lugar con horror.

Vete...

Sé que estas mal, per...

¡VETE! — grité interrumpiéndola. Aisha me miró sorprendida, pero dándome una mirada comprensiva se dio media vuelta y desapareció de la habitación.

Mi cuerpo ardía y mi garganta igual. Tenía sed y ansiedad, tanto de sangre como de venganza.

La sed me consumía y mi naturaleza destructiva me llamaba. Hacía años que no tenía uno de esos ataques. Sin pensarlo dos veces, tomé mi chaqueta, cogí mi bolso y me tiré por la ventana. Al salir de allí me encontré con Marcus, quien había llegado recién a mi casa.

She is my mate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora