|𝐒𝐚𝐧𝐬𝐚 𝐒𝐭𝐚𝐫𝐤 & 𝐌𝐚𝐫𝐠𝐚𝐞𝐫𝐲 𝐓𝐲𝐫𝐞𝐥𝐥|

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Nota de la autora: Bienvenidos a mi segundo fanfiction relacionado con Juego de Tronos. Como no podía ser de otra forma, las protagonistas son Sansa y Margaery✨. Ya sabéis que si os gusta me ayudáis dejando votos y/o comentarios. Y sobre todo, agregando mi obra a vuestras listas de lectura.

Poneos cómodos y volvamos a Desembarco del Rey✨

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Desembarco del Rey

A Sansa Stark le costaba horrores recordar la última vez que había sonreído. Desde que habitaba en Desembarco del Rey su vida se había convertido en un puto infierno, no sólo tenía que lidiar con la muerte de su padre, de su madre y su hermano Robb, sino también con la desaparición de su hermana Arya Stark y para completar, era constante objeto de burlas de la reina Cersei, del perro y lo peor de todo, ser el juguete de Joffrey.

Sansa no podía más. Últimamente sus pensamientos se centraban en el suicidio, nadie podía hacerse a la idea de lo mucho que deseaba desaparecer, cuando Joffrey la atormentaba se le quedaban atoradas en la garganta las siguientes palabras : ¿por qué no me matáis y ya está? Lo único que conseguía hacer que siguiera viviendo era pensar en que tenía que ser fuerte, que sí, estaba sufriendo muchísimo dolor en ese momento, pero le consolaba pensar que ya vendrían tiempos mejores en los que volvería a sonreír. Los antiguos dioses decidieron apiadarse de Sansa Stark. Pensaron que la joven loba ya había sufrido bastante pese a su temprana edad, las cosas empezaron a sonreírle a Sansa cuando su matrimonio con Joffrey fue anulado. Joffrey se excusó diciendo que no podía casarse con la hija de un traidor, Sansa escuchó todo lo que él dijo delante de toda la corte con estoicismo, no le convenía mostrar sus emociones, además, desde hace tiempo la cara de Sansa pasó a no transmitir nada, era como un cadáver andante, con cero expresividad, era asombroso y triste cómo el dolor podía afectar a una persona hasta el punto de cambiarla por completo.

Una vez que acabó Joffrey de hablar, Sansa pidió permiso para marcharse, le fue concedido, mientras se marchaba escuchó que Joffrey se casaría con otra persona : Margaery Tyrell. Por simple curiosidad se quedó escondida detrás de una columna para poder ver a la nueva consorte del rey Joffrey, llamó su atención, su melena era castaña y ondulada. Tenía unos ojos grandes de color azul y una bonita sonrisa adornaba su rostro. Sansa pensó que era una chica guapa, la miró por última vez y finalmente abandonó la sala del trono. Margaery aprovechó que el septón supremo estaba hablando sobre la validez de ese matrimonio para observar la sala del trono, lo que le llamó la atención fue ver una hermosa melena pelirroja que cada vez más se alejaba de su campo de visión, - me gustaría saber quién es y por qué se va, pensó Margaery mientras miraba de nuevo a Joffrey y esbozaba una sonrisa.

Al día siguiente Sansa recibió una carta de Olenna Tyrell. Le proponía que tuvieran una reunión en el patio de la Fortaleza Roja, Sansa no tuvo otra opción que aceptar. Estaba nerviosa, había oído que se hacía llamar la reina de las espinas y que era muy inteligente, intentaba adivinar por qué le hizo llamar, pero no obtuvo respuesta hasta que hablaron cara a cara.
Lady Olenna estaba sentada en una silla, esbozó una sonrisa o eso intentó porque a Sansa le pareció que eso más bien era una mueca. A su lado estaba Margaery, viendo la existente diferencia de edad entre una y otro dedujo que eran abuela y nieta. Inclinó la cabeza en señal de saludo y se aproximó a ambas.


— Buenos días lady Olenna y lady Margaery — pronunció Sansa alzando la cabeza.

Se fijó en que Margaery sí le sonreía de verdad y en lo blancos que eran sus dientes, esa sonrisa le reconfortó.

— Buenos días Sansa, lamento lo de tu padre— pronunció lady Olenna.

Sansa esbozó una sonrisa fingida y no pudo sentirse más incómoda. Odiaba que le dieran el pésame porque eso le hacía recordar que su padre ya no estaba ahí para abrazarla y consolarla cuando las cosas se ponían complicadas. Desconfiaba de las Tyrell por lo que decidió mentir.
— Mi padre fue un traidor, pagó el precio de la traición— les respondió Sansa con una voz gélida como el hielo. 

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