|⚔𝐀𝐭𝐞𝐧𝐞𝐚 & 𝐎𝐝𝐢𝐬𝐞𝐨|

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Nota de la autora: Me apetecía mucho escribir un fanfic sobre mitología griega y en especial sobre estos 2 personajes, que sin duda son mis favoritos por su gran inteligencia y valentía. Asimismo, siempre me ha llamado la atención el fuerte vínculo existente entre la diosa y mortal y por eso, he querido escribir una historia sobre ellos.

Espero que os guste y si queréis más historias de este estilo, dejádmelo en los comentarios 💗


Diosa y mortal

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Diosa y mortal

La diosa Atenea, de ojos de lechuza, contempló al resto de las deidades olímpicas festejando la victoria de los aqueos.

Tras 10 años de dura batalla, llena de grandes bajas y de muertes de singulares mortales como Ajax de Telamonio y de semidioses como el famoso Aquiles, el trágico desenlace de la misma sembró la discordia entre los dioses. Afrodita y Apolo, partidarios de los troyanos, fueron los grandes ausentes del festín. Ninguna deidad a excepción de Ares, que extrañaba a su esposa, les echó en falta.

Atenea tomó su copa de néctar de los dioses y se apartó de la escena. De forma inevitable observó a los mortales. De forma desesperada su mirada buscaba a su protegido y mortal favorito: el ingenioso Odiseo. No le fue difícil dar con él. Vio que estaba apartado de sus hombres, mientras éstos se dedicaban a guardar los tesoros que sustrajeron de los troyanos en sus barcos. El astuto Odiseo permanecía pensativo. Le observó con atención y no le costó percatarse de su gran aflicción. Sintió lástima de él, pues ella sabía que desde un principio el rey de Ítaca no quería acudir a la llamada de Agamenón y Menelao para iniciar una guerra contra los troyanos por el rapto de la bella Helena y que tramó toda una serie de ardides para eludir su obligación.

La de los ojos glaucos se perdió en los oscuros ojos de Odiseo, tan hermosos y melancólicos que despertaron su compasión y decidió hablar con él.

Atenea descendió del Olimpo y se apareció ante él. Éste al contemplarla, abrió los ojos y por prudencia se arrodilló ante ella.

— Hijo de Laertes, levántate y mírame — le ordenó Atenea con voz suave mientras se aproximaba a él.

El astuto mortal por prudencia se levantó y su mirada conectó con los bellos ojos de la diosa. Él permaneció en silencio, admirando de manera irremediable la gran belleza de la hija de Zeus. La mirada de la diosa transmitía compasión y adoración.

Odiseo, muy conocido por su astucia, se percató de la gran estima que sentía la diosa por él y prueba de ello fueron las incontables ocasiones en las que Atenea descendió del Olimpo para ayudarle en batalla. Para Atenea no pasaron inadvertidas las miradas de Odiseo. Se acercó más a él y puso una mano en su hombro. Él se sobresaltó al sentir el cálido tacto de ella contra su piel y no se atrevió a apartarse.

— Odiseo, sé que hay algo que te aflige. Compártelo conmigo y deja que te ayude.

— Hija de Zeus, me afligen las numerosas vidas humanas que se han perdido en batalla. Bien sabes que yo no quise acudir a la llamada de Agamenón, pero el deber está por encima de mis deseos y así procedí.

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