(𝐈𝐕)

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IV

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IV

Un resoplido de frustración abandonó los labios de la detective mientras terminaba de arreglarse. Casi había olvidado por completo que esa noche se volvería a encontrar con sus antiguos compañeros de clase del instituto, un evento al que no le apetecía ir.

No estaba preparada para ver a todos acompañados de sus respectivas parejas mientras ella acudía sola, pues no se atrevió a proponerle a Maura acompañarla porque no quería agobiarla. Llevaban poco tiempo estando juntas y quería ir despacio con ella y era entendible, porque vivir en un estado con vestigios de conservadurismo como el de Massachusetts suponía que debían andarse con cuidado.

— ¿Puedo acompañarte a tu reunión con tus viejos compañeros del instituto? —le preguntó Maura a la detective poniéndole una mirada de cordero degollado que invitaba a decirle que sí.

— No, no quiero reunirme con mis compañeros y que piensen que soy una fracasada por no tener un marido e hijos y tampoco quiero que te hagan sentir juzgada y cuestionada — contestó Jane rehuyendo la mirada de la doctora Isles.

— Creo que estás equivocada, amor. Tu percepción sobre ti misma es errónea. No eres una fracasada, eres todo lo contrario. Eres detective en el departamento de policía de Boston, has metido a muchos asesinos en la cárcel, tienes una familia que te quiere y te apoya siempre que lo necesitas y has tenido el valor de dar el paso y estar conmigo.

— Jane, eres una persona valiente. Si has lidiado con los peores criminales de la ciudad, podrás lidiar con tus ex compañeros de instituto. Y si yo voy contigo, te costará mucho menos — contestó Maura mientras acariciaba su cara con ternura.

La detective cerró los ojos, disfrutando de esas tiernas caricias que consiguieron relajarla inmediatamente.

— ¿Cariño, sabes qué? Tienes razón, no soy una fracasada. Pensándolo mejor, ven conmigo esta noche. No sé cómo fui tan idiota al pensar acudir sin ti cuando no me puedo imaginar estando en cualquier lugar si no estás conmigo. Quién sabe, incluso podría presentarte como mi novia — dijo Jane mientras depositaba multitud de besos en la cara de la forense.

Maura se rio, mostrándose muy ilusionada por acudir a ese evento.

Mientras iban en el coche, Jane le explicó con todo lujo de detalle cómo era su instituto, cómo funcionaban las cosas. En cuestión de 30 minutos de trayecto, Maura ya tenía un mapa mental de todos los compañeros de Jane, sabía quiénes eran las mean girls, sabía quién era el típico hetero con un ego por las nubes, entre otros roles típicos que siempre ocupaba alguien en todos los institutos de Norte América.

Maura aparcó en el parking del instituto y se bajó antes del coche. Le abrió la puerta a Jane. La detective sonrió ampliamente y le dio las gracias por ese gesto cortés. Iban caminando una al lado de la otra. Jane comenzó a ponerse un poco más nerviosa, porque hacía unos 15 años que no veía a esos compañeros. No sabía con certeza qué se encontraría detrás de la puerta.

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