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I.  Fin del cautiverio de Odiseo

Hermes, portador del caduceo, cumplió su cometido

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Hermes, portador del caduceo, cumplió su cometido. Apareció en la isla de Calipso en calidad de emisario. La ninfa Calipso recibió al dios mensajero con todos los honores, dándole de comer y beber, cumpliendo así con los deberes de hospitalidad impuestos por Zeus, padre de los dioses y los hombres.

Una vez que hubo comido, Hermes, mensajero de los dioses, dio orden expresa a la ninfa de liberar a Odiseo inmediatamente por orden de Zeus, advirtiéndole que de no ser así la ira de todos los dioses recaería sobre ella. Calipso en un primer momento se opuso a liberar al héroe. Alegó que los dioses eran sumamente crueles por imponerle tal orden. Le recordó a Hermes que el hijo de Laertes llegó moribundo a sus playas y que ella lo cuidó y le dio amor. Le recordó además cuán injustos eran los dioses al castigar con tanta severidad las uniones de amor entre diosas y mortales. Hizo alusión a la trágica historia de la diosa Deméter y el mortal Iasión, sobrino de la diosa de la agricultura.

El mensajero de los dioses escuchó con suma atención a la ninfa hija de Atlante pero no iba a ceder ante sus persuasiones para que Odiseo no fuera liberado de su cautiverio.

— Calipso, hija de Atlante, no eres quien para desafiar la voluntad del Crónida así como la voluntad del resto de deidades que residen en el Olimpo. La orden es sencilla, libera a Odiseo, hijo de Laertes — así lo ordenó el mensajero de los dioses.

— ¿Cómo le voy a liberar si no puedo entregarle un barco y una tripulación que le acompañe en su viaje de regreso a Ítaca? — objetó la ninfa.

El portador del caduceo hizo uso de su gran elocuencia y persuasión.

— Calipso, hija de Atlante, de hermosas trenzas, desafiar los designios de los dioses es un disparate y una temeridad. Si no puedes concederle un barco y una tripulación, al menos otórgale materiales para que pueda construirse una nave. Aconséjale y ayúdale, pues si amas al divino Odiseo, tendrás que dejarle libre. Ya que, su sino es regresar a su hogar y volver con los suyos — así habló el dios mensajero.

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