(𝐕𝐈𝐈)

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¡¡Hola!! Decidí retirarme un tiempo de Wattpad y vuelvo por fin con un nuevo capítulo de nuestra diosa guerrera y la mortal Niké. Espero que os guste y si es así podéis hacérmelo saber dejando una estrellita y un comentario o comentarios compartiendo vuestras opiniones💚💚

Poneos cómodos y partamos nuevamente al Olimpo🏛️

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I. Preludio

El banquete transcurrió con normalidad para todos los dioses pero no para Niké. Estaba distraída y ensimismada recordando lo que había pasado antes de tener que compartir mesa con los Olímpicos.

Se sirvió vino, cortesía del dios Dioniso y suplicó en silencio que la diosa del amor no descubriera lo suyo. Por suerte Afrodita no reparó en ella porque estaba demasiado ocupada charlando con su esposo Ares. Niké alargó el brazo y degustó algunos de los manjares que estaban en colocados en la mesa, pues aunque los dioses no precisaban comer alimento alguno les gustaba disfrutar de ellos en los numerosos banquetes que celebraban. Miró con disimulo a Atenea, que estaba ocupada charlando con Hestia. De un momento a otro la diosa se percató de que alguien la contemplaba con intensidad. Aprovechó que su tía comenzó a entablar conversación con Deméter, giró su cabeza y miró a la hija de Dolón.

Los dioses permanecieron completamente ajenos a ese intercambio de miradas que estaba teniendo lugar entre ellas. Jamás hubieran pensado que entre ambas comenzaba a haber un vínculo que sobrepasaba los límites que separaban a dioses y mortales. Entre todos los asistentes al banquete, Zeus estaba demasiado entretenido charlando con sus hijos Hermes y Apolo como para percatarse de lo que estaba pasando entre su hija predilecta y la mortal invitada al Olimpo. Por desgracia esas miradas no le pasaron inadvertidas a la señora del Olimpo, Hera, que fue la única diosa que reparó en las interacciones entre la diosa guerrera y la hija de Dolón. Su gran experiencia conspirando contra las amantes de su esposo y sus hijos bastardos le hizo sonreír porque sabía que hallaría la forma de separarlas.

***

Atenea y Niké estaban demasiado entretenidas compartiendo miradas que prometían muchas cosas como para fijarse en Hera.

— Ahora mismo sólo pienso en abandonar este banquete contigo para continuar lo que Hermes interrumpió...— le tentaba Niké.

Atenea sonreía y se relamía los labios al escuchar esa propuesta tan tentadora.

— Yo también deseo fervientemente abandonar este banquete para estar solas tú y yo pero debemos aguardar un poco más. Escucha con atención. Cuando algunos dioses comiencen a marcharse me iré yo primero y para no levantar sospechas de que nuestro vínculo ha cambiado, te marcharás rato después a mi templo, mi impaciente Niké.

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