Capítulo 3

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-Te tienes que acostar con él, eso está más que obvio.-había tratado de guardarme el asunto del posible encuentro entre Alexandré y yo, pero era un paso demasiado grande, no sabia qué iba a pasar, y necesitaba contárselo a alguien para que me diera su punto de vista, quién mejor para esto que mi amiga de toda la vida, Rosmery, pero siempre le digo Marí, no le conté todo de Alexandré, solo lo que era indispensable para que entendiera que posiblemente en unos meses y si todo salía bien, estaría en europa con un chico con el que tengo un año hablando por Internet.

-No, es que no, no podría hacerlo, además él no parece ser de esos. - y aunque Marí me vio con una cara poco convincente, tenía un punto. Sí, no creía capaz hipotéticamente hablando, de que entre Alexandré y yo pasen esas cosas, éramos amigos, y no solo por eso, si no que en el año que llevamos hablando, él nunca me ha insinuado nada, nunca ha tratado de tocar esa clase de tema, jamás hemos tenido esa conversación.

-Es un hombre, por Dios Salomé! Te ha enviado regalos, dinero, te cuenta sobre su día, y encima quiere ayudarte a sacar los papeles para que se vean en persona, y crees que hará todo eso sin recibir nada a cambio? Reacciona, este tipo te vuelve estúpida. - Marí tenía razón. Alexandré es un hombre como todos los demás, y nadie hace nada de a gratis.

Mi amiga tenía razón, tenía que dejar de idealizar a Alexandré, él era un hombre, y así como yo obtenía beneficios gracias a él, después me iba a querer cobrar, y eso me asustada, porque Alexandré todavía un año después no me gustaba lo suficiente, me gustaba más que al principio, me gustaba conversar con él, me gustaba la faceta que él me había demostrado, pero para una relación no lo sentía el correcto.

-¿Crees que se quiera casar conmigo?

-Casarse contigo no lo creo. Él viene de una cultura distinta a la nuestra, sabes que esos europeos no creen en el matrimonio, muchos duran años y años con la misma mujer y nunca llegan a casarse. Pero la finalidad de una relación no es siempre el matrimonio, eso ya es arcaico, que esto no te detenga, tarde o temprano tendrás que acostarte con alguien, y para que sea con otro, mejor que sea con quien haga tu sueño realidad y te lleve a Europa, ¿no crees? Vale la pena el sacrificio.

-Pues sí, tienes razón, y feo no es, pero tampoco es tan bonito.

-El físico no es lo importante, lo importante es lo que él puede aportar a tu vida y lo que tú puedes aportar a la suya.

Alexandré era un tipo elegante, alto, y delgado, yo creo que eso era lo que no me atraía de él, que era delgado; sus ojos eran verdes, tenía la nariz grande, la frente ancha y los labios finos, pero tenía una hermosa sonrisa, era lo que más me gustaba de él, su bella sonrisa, su cabello era castaño claro, su piel era muy clara, casi pálida y su cara también era delgada, aparte de su altura, de sus ojos y su bella sonrisa, no tenía otra cosa física que lo hiciera destacar. En cambio yo, no tenía ojos claros, tenía ojos marrones comunes, mi nariz era pequeña y algo redonda, tenía los pómulos altos, los labios grandes, las cejas gruesas, tenía muchas pestañas pero cortas, mi cabello era largo, negro y rizado, pero a mí no me gustaba tenerlo así, y siempre buscaba la forma de hacerlo liso, mi piel era trigueña y medía 5'9, tampoco es que yo fuera la mujer más guapa del mundo, pero entre los dos, yo era la más guapa, y por fin en algo soy mejor que Alexandré.
Sea como sea, sabía que yo le parecía atractiva a él, y eso me era suficiente.

En ningún momento la relación entre Alexandré y yo dejó de fluir, yo ya estaba mentalizandome de lo que tenía que hacer cuando nos viéramos, y aunque pasaban meses, el proceso de migración estaba casi completo, pero aún trataba de no hacerme ilusiones hasta que no estuviera en el avión; ni mi madre, ni mi tía sabían absolutamente nada, mucho menos mis primos, pero el día llegó.

Días antes había ido a despedirme de mi mejor amiga, prometí enviarle fotos y videos de todos los lugares que visite, y justo una semana antes le había confesado a mi tía que tenía un viaje, le dije que me habían dado un viaje de intercambio de culturas, y que apenas me habían aceptado. Ella no se convenció con eso, así que tuve que decirle la verdad, a lo que ella me preguntó que si Alexandré era mi novio, y yo le había dicho que no lo era, lo que en teoría era cierto, Alexandré nunca me había pedido ser su novia, solo eramos amigos.

Mi tía era todo lo contrario a mi mamá, ella sí pedía mi opinión para las cosas, y me apoyaba en cada cosa que yo decidiera, todo lo contrario a mi mamá, que si no hacia lo que ella quería, simplemente me daba la espalda, y justo por eso le eché ese cuento del intercambio esta vez a mi madre, y ella se puso feliz porque por fin alguien de la familia iba ir a Europa.

Hasta que llegó el día, yo estaba super nerviosa, la noche anterior le confesé a Alexandré lo nerviosa que me sentía, que ni si quiera podía dormir, que había visto historias de personas que acuerdan conocerse y la otra persona nunca llega al aeropuerto, y él me prometió que ahí estaría, y le creí, más que todo porque él pagó absolutamente todo, hasta el vuelo del avión, y no tendría sentido que después no apareciera.

Mis primos, mi tía y Marí fueron a despedirse, mi tía me mandó un mensaje con los números de emergencia de cada país de Europa, lo cual en el fondo agradecí. Mis primos estaban muy felices por mí, mi tía estaba en llanto, y Marí constantemente me decía que tenía que enviarle fotos de todo y absolutamente todo.

No llevaba mucho, solo mi bolsa y una pequeña maleta de mano, el propio Alexandré me dijo que no llevara mucha ropa, lo que me pareció extraño pero todo sea por conocer París.

Todo ese paso por el aeropuerto y luego subirme al avión, sentía la adrenalina en mis pies, quería correr, saltar, no dejaba de mover mis pies mientras estaba en la espera, y cuando subí al avión me ganó la emoción, estaba llorando y el avión aún no despegaba; luego hablé con Alexandré por mensaje, quien me decía que se comía las uñas de la emoción que sentía, y yo estaba peor, llorando, pero no le dije nada respecto a eso, y luego no volvimos hablar hasta horas después.

Ni se qué me impresionaba más, le tomaba fotos a todo, a los asientos del avión, a la comida, a la ventana del avión, a todo, para luego enviárselas a mi amiga Marí, estaba demasiado emocionada, un sueño hecho realidad, y todo gracias a Alexandré.

Nunca había estado tantas horas sentada, pero tenía tanta emoción, ansiedad y después vino ese miedo de sí el avión se caía y luego moría, tuve que dormir la mayor parte del vuelo, porque sencillamente estaba siendo un manojo de nervios incontrolables.

Cuando el avión tocó la pista, sentía mi corazón en el estómago, me dieron náuseas y mareos, había llegado, estaba en suelo francés, no lo podía creer; cuando bajé del avión sentía que mis piernas flaqueanban, así que me obligué a mí misma a controlarme, a respirar profundo, y volver a encender mi parte razonable.
Después de bajarme del avión, todo pasó a ser muy rápido, era de noche, y yo estaba mirando al cielo para ver si encontraba alguna diferencia entre el cielo que me había visto crecer, y este nuevo cielo, claro que era una tontería pero no sabía que hacer, las emociones me estaban ganando.

Después de hacer el check out, seguí de largo, mirando a todas partes a ver si lo veía, pero habían tantas personas, las luces me molestaban un poco, hasta que detrás escuché mi nombre, volteé y era él.

ERA ÉL. El tipo con el que había estado hablando por un año y meses, con el que había hablando sobre tantos temas y tantas cosas, me sentí muy emocionada al verlo, caminé hacia él, con mucha lentitud porque en el fondo tenía miedo a lo desconocido.
Él tenia su enorme sonrisa, y recuerdo que personalmente lo veía más guapo. Recuerdo haberle dicho que era aún más alto de lo que creí, fue lo primero que le dije, y él respondió con un abrazo, lo que me dejó helada, yo no esperaba esa calidez de parte de un francés, todo el mundo sabe que los europeos tienen fama de ser muy fríos, así que yo estaba muy sorprendida por ese cálido abrazo, y además fue un abrazo largo, me sentía muy pequeña a su lado, en mi país medir 1.70 es ser alto, pero él era mucho más alto que yo, demasiado.

-Bienvenue à Paris salomé.

Aquellas palabras salidas de su boca me hicieron tan feliz.

The million dollar manWhere stories live. Discover now