Capítulo 10

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Esta sería mi última noche en Monte Carlo; Alexandré me había prometido que volveríamos, pero yo solo vivo el presente, me entristeció saber que dejaría este lugar, yo hubiese deseado crecer en un lugar tan hermoso y lujoso como este, odiaba la idea de partir.

Esta sería mi última noche en Mónaco, y no tenía la certeza de si volvería.

- ¿Qué opinas de mi familia?- Le había pedido de favor a Alexandré que volviéramos al hotel caminando después del evento, él aceptó, amaba caminar y amaba estar en esta ciudad, me distraía viendo el ambiente, pero su pregunta me sorprendió un poco, no sabía como responder a ello.

-La verdad no lo sé, los conozco muy poco, pero me han parecido amables y educados.. -Por un momento hubo un silencio entre nosotros, lo miré de reojo pero Alexandré estaba sumido en sus propios pensamientos. - ¿He dicho algo inapropiado?

- No, por supuesto que no, es solo qué, no lo sé, es difícil de explicar... -No entendía a qué se refería, ¿que quería decir? ¿Que no le caí bien a su familia? Vaya novedad.

- No tienes que decir nada, yo entendí todo. - Tenía una sensación extraña en mi cuerpo, como miedo y tristeza pero no sabía el porqué, no es como si me importara en lo más mínimo la opinión de esa familia.

- No es tu culpa, es mía, yo no les agrado y todo lo que tenga que ver conmigo tampoco. - Tenía un nudo en la garganta cuando Alexandré dijo aquello, se escuchó tanto dolor en su voz que trató de ocultar, no sabía lo que pasaba pero era evidente, desde el principio noté algo raro en esa familia.

- ¿Porqué dices que no les agradas? Eso no es cierto, eres su hijo; si estás diciendo esto para protegerme desde ya te digo que no tienes porqué hacerlo.

- Soy su hijo, eso es verdad, pero solo por el hecho de ser su hijo no significa que les caiga bien, es una historia muy larga, no planeo aburrirte con eso; pero quiero que sepas que eres más importante para mí de lo que crees, no me importa nada más que tú y yo.

- No quiero ser la culpable de un disgusto entre tú y tu familia, no sería justo para ambos. - Sentía pena por Alexandré, no había que decir o explicar mucho, era obvio que su familia no estaba interesada en mí, es injusto porque ni si quiera intentaron conocerme, pero es algo que realmente no me importa.

- Tú no eres la culpable de nada, esto ha sido así durante toda mi vida, pero ahora soy un adulto Salomé... - habíamos llegado al hotel, y estábamos los dos en el ascensor que estaba vacío en esos momentos; Alexandré aprovechó y tomó mis manos entre las suyas, nunca imaginé ver a un hombre tan enamorado pero al mismo tiempo tan solitario, lo que me hacía dudar de sí Alexandré sentía algo real por mí o solo no quería estar solo.

- Yo quiero que estés presente en mi vida.. - Decía las palabras como si le costara, como si con cada palabra se volviese más débil, me tenía muda y sin respiración.- No quiero que te vayas, quiero que te quedes conmigo y quiero que me acompañes a cada lugar...

No entendía o simplemente no quería entender, no quería tener una responsabilidad más grande que una amistad, pero al mismo tiempo no quería perder lo que tenía con Alexandré. Él había soltado mis manos para acunar mi rostro entre sus manos, y me estaba asustando, mi corazón latía rápidamente y tenía unas intensas ganas de llorar pero no podía, la intensidad de sus ojos me tenía paralizada.

- Solo quiero que me ames intensamente como merezco, no quiero que ocultes más lo que sientes por mí, quiero que seas cariñosa conmigo hasta que me sea asfixiante; lo único que te pediré es que estés siempre para mí, que seas leal y que me ames incondicionalmente.
No quiero que te sientas comprometida conmigo de alguna manera, todo lo que he hecho por ti lo hice porque quise y porque quise verte feliz, pero no me debes nada, si no quieres estar conmigo... lo entenderé perfectamente.

¿Qué se supone que debía decir? Todo fue tan inesperado, tan rápido y de repente tenía a un hombre de 1.90 sosteniéndo mi rostro entre sus manos mientras me confesaba sus sentimientos; nunca antes había pasado por algo así, ¿qué es lo que se supone debo decir? Mi cabeza estaba en blanco, lo único que sentía era un impulso, un sentimiento de que no debía perder a Alexandré.

Pero en el momento en que iba a dar mi respuesta, las puertas del elevador se abrieron y entraron unas personas, por lo cual Alexandré decidió hacerse a un lado, y fue refrescante no tener su cuerpo tan cerca al mío. Debía calmar mis sentimientos y aclarar mis ideas, sentía que era aún un adolescente y que estas eran cosas de adultos en las que yo no debería meterme.

El elevador se detuvo en mi piso, Alexandré me siguió, por un momento quise que se fuera y que me dejara tiempo para pensar pero no lo hizo, él era como una jirafa y yo un conejo, lo nuestro no tenía sentido, éramos una apofenia.

Una risa nerviosa salió de mí, porque estaba claro que la situación me tenía abrumada.

- Creo que somos como el fuego y el agua; creo que tu estás ciego y yo soy la que veo las cosas con claridad, lo que veo es que no nos conocemos lo suficiente, al menos no de la manera en que quieres, y yo no quiero que juegues conmigo Alexandré. - Dije lo que pensaba, ¿pero a qué costo? El rostro deformado de Alexandré me entristeció y al mismo tiempo me aterraba.

- ¿Crees que estoy jugando contigo, Salomé? Yo..- Pero antes de que continuara lo interrumpí, sabía como terminaría esto si dejaba que él continuara hablando.

- Yo te quiero Alexandré y te admiro como persona, quiero convencerme de que no estaría bien que estuviéramos juntos y por muchas razones; yo también quiero que me apoyes, me protejas y que me ames de verdad, pero no sé si sea correcto esto, ni si quiera le caigo bien a tu familia. - Utilicé esta última herramienta como excusa, porque simplemente no quería quedar mal con Alexandré.

- Si aceptas casarte... conmigo, tú serás mi única familia, yo daría todo lo que esté en mis manos para hacerte feliz Salomé, pero... es tu decisión y yo respetaré lo que tu decidas.

¿Y qué se supone que debía decidir? Amar a un hombre que me ama y que es bueno conmigo, o volver a mi casa y quedarme con la duda de lo que pudo ser.

No sabía que debía decir, ni si quiera tenía palabras, solo lo hice, solo lo besé, y él me devolvió el beso con mayor intensidad; Alexandré es como un elevador, te puede llevar desde abajo a lo más alto, pero no quería saber qué pasaría cuando el elevador desciende.

Alexandré sentía muchas cosas por mí, ya era imposible de ocultar, no sabía desde cuándo o qué hice para despertar esos sentimientos en él si siempre lo traté como un amigo, solo le prestaba atención a sus ideas, lo escuchaba y tenia genuino interés en él y en lo que él tenía para decir, es lo único que hice por él, ¿qué tan solo te debes de sentir para enamorarte de alguien que solo te presta atención?
Sea como sea, no tenía nada que perder pero sí mucho por ganar.

Aquella noche, mi última noche en Mónaco y a la vez fue mi primera noche con Alexandré, la noche en que me entregué a él y se sintió como si firmara un contrato de por vida; después de hacer el amor, no podía dejar de pensar en cómo había llegado hasta aquí, Alexandré solo me pedía que lo abrazara y fue como si un niño me pidiera que lo quisiera, aquella noche ni si quiera pude dormir, me quedé despierta viéndolo a él dormir, acariciaba su cabello mientras que pensaba en cómo esto cambiaría mi vida o si solo era una ilusión.

De todas maneras no tenía nada que perder ¿verdad?

The million dollar manWhere stories live. Discover now