Día 1: Primera Interacción

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bienvenidos al fictober 2022! en este caso elegí "New Father" porque quedaba bonito. Esta serie se relaciona con el OS anterior"Anubis" en el mismo universo, línea de tiempo y demás. Ningún personaje es mío

Advertencia: mini escena de lactancia masculina. No es explicita ni detallada, pero por si las moscas...

Se ve diminuto en el cunero. Tan pequeñito, tan frágil que teme tomarlo mal y que caiga en mil pedazos.

Nunca había visto un ser tan pequeño antes, pero aquí estaba uno. Lo peor – o, más bien, aterrador – es que ese ser es su propio hijo. Su cachorro, su niño.

Todavía hay un leve deje de amargura si piensa como fue que llegó a ser concebido, sin embargo son sentimientos que se disipan rápidamente al ver ese puñito envolverse en su dedo, esos ojitos negros mirarle con tanta atención. La enfermera mencionó que es porque esta "enfocando", para él, su bebé solo le admira.

¿Cómo no hacerlo? Es un tesoro para la vista.

Ríe un poco ante ese pensamiento, levantándose de la camilla a pesar que siente dolor de las caderas para abajo. Nunca, jamás, volverá a pasar por algo como un parto y se aseguró de ello al hacerse la ligadura. Anubis podía ser un pedacito de cielo, pero no por eso fue menos tortuoso traerlo al mundo.

Aquí se cerraba la fábrica.

Con mucho cuidado se acercó a la cunita, tomando a su pequeña luz en brazos, apretándolo contra su pecho. De esta forma era mucho más fácil notar los pequeños rasgos que se iban formando ahora que estaba totalmente limpio de las...sustancias del nacimiento.

Como predijo, la piel roja se estaba volviendo lentamente en una tez pálida igual a la suya propia, de eso no había duda. Sin embargo, los cabellitos negros y los irises de igual color permanecían intactos, sin el más leve signo de cambio.

Sorprendentemente esto no le molestaba ni le causaba rechazo como había temido unas horas después del alumbramiento, cuando se habían llevado al niño a revisión.

En tanto a él lo enviaban a maternidad, su cabeza no podía dejar de dudar si la poca reacción que tuvo ante los claros rasgos que no eran suyos se debían más al dolor y a las hormonas del momento que a estar realmente bien con el hecho de que ese pequeño no sería su imagen precisamente.

Sus preguntas salieron volando por una ventana en cuanto volvió a recoger a su bebé para alimentarlo –una experiencia totalmente nueva. Nueva y vergonzosa. –no importaba cuantas veces le veía mientras él comía, simplemente no tenía forma de ver en su hijo a Osiris.

Le era imposible.

Anubis podía tener ojitos negros, pero la forma de los mismos era como los suyos. Quizás los pelitos en su cabecita eran oscuros, aun así los mini rizos en ellos le recordaban más a los mechones de Nut que a los de Osiris. Su boquita era como la suya y aunque admitía que la nariz definitivamente no era de su lado, a grandes rasgos, no creaba mucha diferencia.

En todo caso cada característica en Anubis lo hacía un bebé precioso, un bebé que era suyo y solo suyo además de, por supuesto, su propia persona que nada tenía que ver con ese bastardo.

Anubis era solo Anubis. Era su cachorro y en estos momentos era feliz con leche, mimos y atenciones.

Y hablando de leche...

Cierto bebé ya comenzaba a removerse agitado.

—Ya entendí, ya entendí—Se abrió la bata, ayudando al pequeño a llegar a su pezón. La mini bestia hambrienta se pegó rápido, empezando a mamar con desesperación. Le miró incrédulo. —Con la forma en que comes, uno diría que nunca te alimento. —Por supuesto, su muy inocente y leal hijo, le ignoró por completo. Frunció el ceño. —Espero que esto no sea un vistazo al futuro, Anubis. Yo era muy obediente de niño, escuchaba a mis mayores, así que tú has igual. —Mentira, pero no tenía por qué saberlo.

Se quedó un rato en la misma posición, maravillándose de las mejillas regordetas del pequeño, de la forma en que su manita se aferraba a su piel, de su olorcito a cachorro recién nacido, de la tranquilidad y seguridad que le ofrecía la habitación de maternidad.

Era muy consiente que cuando llegaran al departamento y fueran solo dos iba a ser más difícil, pero de alguna forma eso no le asustaba.

— ¿Listo? —preguntó divertido, limpiando la leche que escapaba de esa mini boquita. Tal cual le enseñaron, le sacó el aire más no lo volvió a dejar en la cuna.

No, se acomodó en la camilla, acunándolo de una forma en que la cabecita de su niño quedara justo en donde se oía el latido de su corazón. De esa forma Anubis dormiría más tranquilo.

Colocando su mano en la espaldita ajena, comenzó a tararear una pequeña nana de cuna, una que le recordaba a su madre, esperando que eso ayudara a que el sueño llegara más rápido al cachorro.

—Calla mi vida, no hay que llorar...—tímidamente alzó su voz, dejando el tarareo para convertirlo en canto. —Duerme y sueña feliz...—emitió su aroma a canela y manzana, oyendo el pequeño ronroneo de Anubis como respuesta. —Siempre tú debes mi arrullo llevar, así yo estaré junto a ti...

Por las respiraciones calmadas en su bebé, podía decir que ya estaba dormido. Sonriendo, depositó un pequeño beso en su cabecita.

Definitivamente Anubis era la luz de su vida.

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