Día 29: Mudanza.

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Ahhh!! gracias por los votos y los comentarios ❤️ no saben lo feliz que me hacen cada que los leo 🥺
Por otro lado, este cap lo escribi con una canción de señora (? y si alguien adivina la pequeña referencia que puse hacia un personaje no pertenenciente a Ennead seré muy feliz (?

Hoy...

Hoy era un día diferente al resto.

Hoy era el día en que su pequeño cachorro se iba, lejos de él, a una ciudad de distancia.

Anubis finalmente se decidió por la carrera de músico profesional. Siempre supo que su hijo iría por ese lado por lo que no se sorprendió mucho cuando le anunció su elección. Tampoco cuando le comentó – repleto de una energía que hace tiempo no veía – que la universidad unida a la institución de Ennead le había aceptado con una beca que cubría el 100%. Anubis siempre había sido inteligente ¿cómo podrían no ofrecerle dicha beca? Era el mejor promedio de su generación.

La beca cubría la matrícula, las cuotas anuales y el medio de transporte al igual que la mitad de los materiales educativos. El alojamiento y los gastos del mismo caían en manos de su hijo y suya propia porque no iba a dejar a su cachorro cargar con todo.

Al principio ambos habían creído que quedarse en casa era la mejor opción, al menos hasta que vieron los horarios de inicio de clases y las salidas de las mismas. No era algo factible a largo plazo.

Para llegar a tiempo a la primera asignatura, Anubis tendría que levantarse a las cinco de la mañana, tomar un autobús de tres horas y esperar no perderlo o que se retrase por cualquier inconveniente. Él, por otro lado, no podría llevarlo porque chocaba con sus horarios de trabajo, especialmente cuando tomaba los que estaban fuera de la ciudad.

Así que, por mucho que le doliera, permitió que su hijo buscara un nuevo lugar. No le tomó mucho tiempo hacerlo.

La universidad ofrecía residencia para estudiantes a largas distancias. Su cachorro simplemente aplicó para el programa y en cuanto le dieron el visto bueno, lo único que quedaba era prepararse para el gran día.

Día que había llegado más rápido de lo que él quería.

Ahora se encontraba apoyado en la puerta de la habitación del joven que definitivamente ya no era un adolescente, viéndole empacar lo último de sus prendas.

Era extraño como toda una vida cabía por completo en dos maletas y dos cajas. No era ajeno a ello –él había escapado con menos que eso y cero seguridad de conseguir algo – pero seguía pareciendo raro. Quizás era por la diferencia entre las dos situaciones o porque era su hijo él que se estaba yendo, no sabía la respuesta con total honestidad.

— Creo que esto es lo último. — Su cachorro parecía tan ajeno a lo que él estaba sintiendo, ensimismado en su propia burbuja de felicidad, nervios y deseos que era demasiado doloroso. Él...ni siquiera parecía afectado por la situación, simplemente desprendía un olor dulce que demostraba que no sentía ni un ápice de tristeza. — Sip, no me queda nada para empacar.

Asintió, observando el cuarto que había cambiado de decoración como él de ropa.

El mural de lotos aún seguía allí –cada año siendo renovado – pero las lamparitas de flores se habían ido, remplazadas por extraños tules negros en el dosel de la cama, la misma que ya se encontraba en el dormitorio universitario, con sábanas rojas – una de ellas de seda. – aunque todavía quedaba el peluche de gatito que una vez fue su objeto predilecto.

(Perdió la cuenta de cuantas veces tuvo que remendarlo porque su hijo lo mordía, o lo estiraba mucho o simplemente las costuras se deshacían de lo viejo que era. También se perdió el momento en que paso de ser algo que su pequeño llevaba a todos lados a ser una simple decoración.)

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