Día 7: Primeros Pasos.

622 80 4
                                    


La artista -la cual hizo los dibujos para la historia "Anfitrión"- ¡ME RECONOCIÓ EN SU TWITTER >W< USTEDES NO SABEN LO FELIZ QUE SOY!! por otro lado, agradezco cada Kuro y comentario dado nwn, Los personajes son de Mojito.

El Fanart no me pertenece


Anubis ya estaba mejorando con las gotitas recetadas por la pediatra y él no podía ser más feliz ante el hecho de recuperar, de nuevo, sus ocho preciadas horas de sueño. Amaba mucho a su hijo, que de eso no hubiese duda, pero por el bien de todos él necesitaba dormir aunque fueran cinco horas.

Fueran de corrido o no.

Por suerte eso ya no era una preocupación, menos cuando su cachorro empezaba a acercarse cada vez más al año.

Actualmente dormía hasta seis horas de forma ininterrumpida – lo cual agradecía como nada en el mundo – y cuando despertaba simplemente un cambio de pañal y directo a la comida, sin llantos de por medio, lo cual era otra bendición.

No es que Anubis fuera un niño desastroso o particularmente exigente, pero era un bebé y los bebés tienden a llorar por necesidad de atención, de alimento, de cambio y/o de agitación.

Ahora, entre más su nene crecía, más estos problemas se iban yendo, comenzando a llorar por situaciones o sentimientos concretos, como lo era el hambre, el sueño, la pérdida de un juguete, un pañal mojado y/o la necesidad de alimento.

Realmente el tiempo había avanzado mucho y aunque estaba bendecido por aquellos cambios que le facilitaban mucho la rutina y su día a día, había una parte suya que extrañaba al pequeño bebé que dependía cien por ciento de él.

Extrañaba el calorcito contra su cuerpo cuando aún cabía en sus palmas perfectamente. Extrañaba el cabellito raso y suave como plumas –ahora reemplazado por pequeños mechones rizados color azabache. – las horas que podía pasar jugando con ellos con la punta de sus dedos. Extrañaba cuando le daba de mamar sin preocupaciones de que los dientes le lastimaran – y de que su propio hijo le rechazara – pudiendo mirar esa carita relajada, esa manita contra su pecho y ese olorcito a leche que él desprendía. También extrañaba la sonrisa desdentada, los movimientos no coordinados, la forma en la que era feliz quedándose en sus brazos, a diferencia de ahora en que comenzaba a inquietarse y molestarse si no le permitía en algún momento bajarse de su regazo.

Suspiró por dentro ante esos pensamientos.

Amaba que su cachorro estuviera creciendo saludable, volviéndose más independiente cada que pasaba. Sin embargo eso no quitaba que a veces añoraba volver aunque fuera un momento al pasado, a cuando él era todo el mundo de su niño.

Al menos Anubis era feliz y con eso era suficiente.

(Y aún tenía esos gorditos y suaves cachetitos para apretar y besar, así que mucho no se iba a quejar)

Y hablando del diablo...

Su pequeño se encontraba gateando por todo el lugar, de un lado a otro, riendo y balbuceando mientras llevaba juguetes como si fuera un camión de transporte.

¿Qué estaría pasando por la mente infantil como para considerar eso divertido? No es que juzgara pero debía admitir que era raro, muy raro. Aunque él no era un bebé así que tampoco podía dar su opinión.

Soltó una exhalación mientras se levantaba de su cómodo sillón, yendo directo a la habitación que aun compartía con su cachorro.

Era muy consiente que en algún momento debía conseguir algún piso o casa donde hubieran dos habitaciones, una para cada uno. El departamento actual era muy acogedor, los vecinos eran agradables y tenía niñera de confianza justo un piso debajo, pero a la larga no sería muy apropiado conforme los años pasaran y ambos necesitaran más privacidad.

Todavía tenía unos dos o tres años antes de necesitar con urgencia mudarse, aun así era necesario empezar a buscar aunque fuera solo por darse una idea de los precios del mercado inmobiliario. Si tenía suerte encontraba algo dentro de su presupuesto y si no la tenía, podría sacar un préstamo.

Su crédito era bueno y su trabajo igual, no había razón para que se le negara uno.

Esperaba.

Desechó esa idea por el momento – ya investigaría más tarde – y preparó la cuna con sábanas limpias, junto al bendito peluche de gato que Anubis no soltaba en ningún momento del día salvo esa vez que corrieron al hospital. Una parte de su corazón se calentaba al saber que un juguete suyo, dado de su parte, era la causa de que su niño fuera feliz y pudiera dormir sintiéndose más seguro.

Pero como fuese, se acercaba la hora de dormir y necesitaba dejar todo listo para que, luego del baño, solo tuviera que vestir a su cachorro y directo a la cama.

—Papá, papá, papá—El tono de voz no sonaba exigente, ni asustado o lloroso por lo que decidió que podía esperar en lo que él cogía la loción para masajes junto al mameluco de gatito regalo de ese idiota.

Nunca le iba a admitir que le encantaba y que Anubis se veía adorable con él. Jamás.

— ¡Papá, papá, papá!—Oh, ahora SI había exigencia.

—Un segundo, cachorro. Deja que elijo tu cuento para dormir. — el cual, por alguna extraña razón, era Blanca nieves.

No tenía ni las más mínima idea de porque era el cuento favorito de su hijo, pero si le hacía feliz...

Aunque podía imaginar que la historia – o más bien el personaje, porque primero muerto antes de dejar que su preciado tesoro viviera con siete hombres – era bastante acorde.

Piel pálida, cabellos azabache...solo faltaban los labios rojos sangre y Anubis podía interpretar a Blancanieves perfectamente.

—¡PAPÁ!— Eso SI fue un llamado para que fuera YA.

Sin perder tiempo se dio la vuelta, esperando cualquier cosa tonta pero adorable.

La imagen que recibió le hizo tirar todo lo que llevaba en manos directo al piso.

Anubis, su Anubis, se encontraba de pie estabilizándose con una de las sillas mientras se miraba tembloroso.

Se acercó rápidamente para evitar que se cayera, pero su hijo simplemente se soltó, caminando torpemente hacia él, lanzándose a sus brazos a la par que soltaba un montón de risitas risueñas como pequeñas campanadas.

Se quedó estupefacto un minuto.

¿Su hijo...? ¿Su hijo solo...? ¿Su hijo caminó por primera vez?

¡Su hijo dio sus primeros pasos!

Ni siquiera un segundo después estaba elevando a Anubis en el aire, girando con él por la dicha que le embargaba al ver a su pequeño, a su bebé, dar tremendo hito.

Lo acercó a su pecho, besando esas regordetas mejillas, rebotándolo ligeramente en su cadera para escuchar más de esas risitas encantadoras.

El tiempo pasaba muy rápido, pero no se arrepentía de nada.

🍼👶¡New Father!👶🍼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora