Día 26: Primera vez presentando a alguien

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Ahh, muchas gracias por todos los votos y comentarios, no saben como me ayudan a seguir escribiendo. ❤️
Espero disfruten del cap

Si era honesto consigo mismo, estaba un poco nervioso por la situación.

¿Podían culparlo? Esta era la primera vez que Anubis traía a la casa a alguien con quien que compartía un lazo más que amistoso. ¿Cuándo fue qué ocurrió? Seguramente no hace poco tiempo porque, de ser así, el presentarse a los padres era un movimiento demasiado rápido.

¿Dos meses? ¿Seis? ¿Un año? No sabía cuál de las posibles opciones le dolía más.

¿Anubis no confiaba en él lo suficiente como para hablar sobre temas relacionados con el amor? ¿No había ofrecido un sitio seguro antes y después del incidente? ¿Debía temer sobre qué más cosas podía estar ocultando? Si podía guardarse la existencia de una pareja ¿por qué no otras cosas? Sabía que no serían cosas graves como drogas y alcoholismo, pero eso no quitaba que quería saber.

Ese era el otro problema.

Él podría querer saber pero Anubis no estaba obligado a decirle a menos que estuviera comportándose de forma extraña.

En todo ese tiempo que ha tenido pareja, la rutina de su hijo no ha cambiado en absoluto y su personalidad tampoco. Sigue yendo al gimnasio, sigue ocupándose de las mascotas, cocina la cena y sus calificaciones se mantienen perfectas.

No hay problemas escolares, no hay problemas de actitud y sus reglas siguen siendo obedecidas. Entonces ¿por qué debía exigirle a Anubis qué compartiera algo que, quizás, le daba vergüenza? En tanto no fuera nada peligroso, su cachorro podía tener sus propios secretos.

Hizo una mueca ante esa idea.

Era hipócrita sentirse molesto cuando él mismo le ocultó grandes secretos a Geb y a Nut. Las salidas, las fiestas de fin de semana, lo ocurrido en las mismas, la elección de carrera...

Eso no fue algo que haya compartido con sus padres adoptivos en ningún momento. Debería agradecer que hasta ahora su hijo le decía dónde iba, con quién y a qué hora regresaría, a diferencia suya que solo avisaba su hora de llegada y se marchaba sin escuchar cualquier otra palabra.

Estaba un poco dividido entre querer saber todo de Anubis y no ser un padre helicóptero. ¿Cómo podría Anubis crecer y desarrollarse, cometiendo sus errores y aprendiendo de los mismos si él estaba como halcón vigilando cada instante?

Los humanos debían tropezar con la piedra, lastimarse y volver a intentarlo esquivando dicha piedra, una ley universal. Su hijo no sería la excepción a la misma.

Él caería, se lastimaría, se sentiría impotente, sentiría dolor y luego notaría su propio error para volver a comenzar esta vez sabiendo que por el camino que estaba yendo no era el correcto.

Por mucho que le doliera, debía dejar que diera sus propios pasos y esperar que sus enseñanzas le fueran útiles además de recordar que siempre lo tendría a él para acudir en ayuda o en consuelo.

- ¡Papá, llegamos!- la frase en plural que no quería oír. Pero ya no podía dar marcha atrás ¿verdad? había dado su palabra de que cenaría con el mocoso para intentar conocerse, que tendría su mejor comportamiento e intentaría no juzgarlo rápidamente.

Lo último le iba a ser casi imposible, en su mente su hijo podía conseguir alguien mejor.

-En el comedor. -Avisó, esperando que su tono de voz no delatara lo poco emocionado que se sentía al respecto. ¿Si lo hiciera, se irían? Él quería que el desconocido se fuera, no Anubis. Por otro lado, entre el primer amor ofendido y el padre gruñón ¿a quién elegiría un adolescente? En esa época las gafas rosas nublaban cualquier pensamiento racional.

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