Día 13: Primer Accidente/Herida

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Muchisimas gracias por cada voto y comentario. No saben lo feliz que me hacen y la motivación que me dan nwn espero disfruten este cap como yo lo hice al escribirlo.
Los personajes y el fanart no me pertenecen. 

El primer cumpleaños de Anubis había sido un completo éxito – y la cantidad de fotos tomadas muy bien guardadas en el álbum que, con cada día que pasaba, se hacía más y más grande. – y él estaba muy feliz por ello.

Las risitas de su cachorro, su mirada brillante y alegre y su sonrisa valieron totalmente la pena, incluso si la hora de dormir costó un poco más debido al azúcar que viajaba por todo el cuerpo de su hijo y el hecho de que uno de sus trajes favoritos se arruinó con manchas de chocolate.

No importaba, porque al final del día, su preciada luz estaba feliz y a él le bastaba.

Se podía decir que la primera celebración de vida de Anubis fue como un interruptor que desbloqueó algo en él.

Si antes su niño era rápido, ahora era un jodido velocista. Al haber perdido –lentamente, muy lentamente – la gracia de una jirafa bebé y ganar estabilidad en cada paso que daba, le hizo descubrir que podía moverse con mayor velocidad corriendo que caminando.

Y ahí entraba él, teniendo que agarrarle fuerte de sus manitos, que aún seguían pequeñas, para que redujera sus movimientos. Ahora ganaba una mirada de búho cada que le decía que no podía correr, casi como si no entendiera porque se le prohibía algo que tanto le gustaba.

Era una pena que no lo hiciera pero él no iba a flaquear.

Las pesadillas donde su cachorro se soltaba de su mano para correr directo a la calle repleta de autos o donde se caía por las largas escaleras del edificio en el que vivían se encargarían de ello.

A veces le quedaba la sensación de horror incluso una hora después de haber despertado.

Por eso, a pesar de sus quejas, aun lo cargaba a todo lado que fuera, solo bajándole algunos minutos para que estirara las piernas. Él único momento donde le permitía andar tal cual él quería, era en las visitas al parque infantil donde, lastimosamente, se había hecho compañero de juego de esa mini bestia.

No iba a criticar, pero que pésimos gustos poseía su pequeño. Habiendo tantos niños eligió al que lo empujó por una caja de jugo y, por si fuera poco, a ese mocoso parecía agradarle medianamente su hijo a cambio.

La vida era horrible.

Especialmente porque ahora debía soportar al padre omega del infante, que disfrutaba hablar, mucho. Al menos eran preguntas típicas y no personales, no sabía que hubiera respondido si cuestionaba sobre el padre de Anubis.

Posiblemente lo habría mandado a la mierda para ser totalmente honesto. La paternidad lo había cambiado pero no tanto.

Debía admitir que se llevaba mejor con la esposa del hombre. La mujer, de nombre Maat, solo intercambiaba unas palabras con él antes de que cada uno centrara su vista en sus respectivos cachorros.

Directa y sin vueltas, solo por eso le agradaba más.

Pero él sabía que, incluso con todos los cuidados y precauciones que tomaba para con su niño, este en algún momento se iba a lastimar. Era la ley de la vida que todo infante se caía, raspaba y/o sangraba en algún momento y lamentablemente Anubis no era la excepción.

Simplemente no esperaba que sucediera justo el día en que a cierta persona se le ocurrió averiguar su dirección para hablar.

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