Capítulo 26: Un nuevo reto

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VERSIÓN DE ÁLEX

Unos minutos después, en el pasillo de Dirección

Ando sigilosamente. Seguro que estará esperándome con un cuchillo o algo para matarme. Está como una cabra, así que no me extrañaría que me castigara o algo parecido por andar desaparecido por el instituto.

Lo importante es inventarme una excusa creíble, y ahora mismo ando escaso de ellas.

- ¡Señor Alejandro! - me pilló - ¡¿Se puede saber dónde estaba?!

Me doy la vuelta, ya que le tengo detrás de mí, y le sonrío con la esperanza de calmar las cosas. Pero no, creo que incluso lo he empeorado aún más.

- Estaba en mi cuarto, Señor Director - respondo lo más tranquilo que puedo.

- ¿Ah, sí? ¿Hace cuánto tiempo? ¡Porque llevo una hora buscándole!

Mierda. Está muy cabreado. Va a castigarme, y si descubre que le he mentido, peor será el castigo.

- Verá, es que he salido de clase porque me encontraba mal... He ido al baño y después al cuarto a tumbarme un rato.

- Señor Gómez... ¡Lleva usted desde las 9:00 sin aparecer por clase!

- Claro, ha sido cuando me he ido al baño. He estado allí un montón de tiempo vomitando, ya sabe - menuda mentira le estoy contando - Y luego me he ido como he podido al cuarto.

Me mira con el ceño fruncido. No se lo ha creído. Vaya bronca me va a echar.

- Entre a mi despacho, está su madre esperándole - se acerca a mí amenazante - Con respecto a su enfermedad, ya hablaremos en otro momento - me da una pequeña bofetada y me da paso para que entre.

Entro y él nos deja a solas. Le doy dos besos a mi madre y ella me sonríe tiernamente.

-¿Qué haces aquí, mamá? ¿No deberías estar trabajando?

- Me han dado el día libre, así que he aprovechado para venir a verte un rato - me acaricia la cara.

- Ya... Ahora en serio, ¿qué haces aquí? - pregunto intrigado.

No es que no quiera verla, es solo que mi madre no viene nunca al instituto, excepto si tiene alguna noticia mala o me van a expulsar unos días.

- Siéntate, cariño... Tenemos que hablar - me dice tristemente.

Lo sabía. Me va a dar una mala noticia. Ambos nos sentamos en las sillas que hay en frente de la silla del director.

Me mira unos segundos sonriente antes de empezar a hablar.

- Tu padre ha dado señales de vida, cielo... - suelta de repente.

¡¿Qué?!

- Pero... ¡¿Cómo?! Si cambiamos de teléfonos... ¿Y para qué ha vuelto a hablarte?

- Consiguió mi número a través de un teléfono de información - dice secamente - Va a mudarse de nuevo.

- ¿Mudarse? ¿A casa?

- No, por supuesto que no. Pero se ha comprado uno de los chalets contiguos, así que será nuestro vecino - baja la mirada al suelo.

Estoy helado. No me puedo creer lo que estoy escuchando.

- ¿Diego sabe algo?

- No - me mira de nuevo - He venido a contártelo a ti primero. A él se lo contaré esta tarde... Hijo, hay algo más que debes saber.

- ¿Más? Mamá, ¡va a darme un infarto con todo esto! ¿Qué más tengo que saber?

- Me ha pedido la custodia compartida, viene para recuperaros - se la nota enfadada.

La vida inesperada de ClaudiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora