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Luego de eso salimos de la casa, nos montamos a mi auto y nos fuimos. Kimberly me iba preguntando que a dónde íbamos, pero yo le decía que es sorpresa. Llegamos al lugar y ella me volteó a ver sorprendida.

—Vamos a patinar sobre hielo?! —su expresión cambió a emocionada.

—Si —le sonreí, estacioné mi auto y nos bajamos.

—Tenía tiempo de no venir —entrelazamos nuestras manos y entramos al lugar.

Fuimos al puesto, alquilamos cuatro pares de patines, nos fuimos a unas bancas, nos colocamos los patines y entramos a la pista.

—No me sueltes —Kim se aferraba a mi brazo.

—No tengas miedo, no te dejaré caer —no pude evitar sonreír de ternura.

—Más te vale —ella igual me sonrió pero con una mezcla de miedo.

Patinamos alrededor de dos horas, pero no podía faltar una que otra caída por parte de los dos, pero las risas nunca faltaron. Salimos de la pista y regresamos a la banca.

—Me duelen los pies —Kimberly hizo una mueca.

—A mi el brazo, parecía que dependía de ello —dije bromeando.

—Yo te advertí que tenía mucho tiempo sin venir a patinar —ella se defendió.

—Comprendo —nos quitamos los patines y nos colocamos nuevamente nuestros zapatos.

—A dónde vamos ahora? Muero de hambre —ella hizo un puchero.

—Yo invito —nos fuimos a mi auto, nos subimos y nos fuimos.

—Y eso que... hoy andas... tan.... caballeroso? —me preguntó.

—Ando disfrutando cada segundo a tu lado —le dije sin despegar la vista del camino.

—Que romántico —ella me dio un beso en la mejilla.

—Sólo por ti nena —no pude evitar sonreír.

Ninguno de los dos dijo algo más, llegamos al restaurante, estacioné mi auto y nos bajamos.

—Buenas, tienen reservación? —nos preguntó un mesero.

—Si, a nombre de Juan de Dios Pantoja —le respondí.

—Perfecto, síganme —nos fuimos al segundo piso —por favor —el mesero nos llevó a una mesa para dos —en un momento regresaré —y se fue.

—Te ayudo —le dije a Kim ayudándole con la silla.

—Gracias —ella me sonrió.

Luego yo me fui a sentar, empezamos a hablar mientras regresaba el mesero, pedimos comida y bebida. Cuando terminamos de comer, los nervios empezaron a aparecer.

—Todo bien Juan? —Kim me preguntó.

—Si —tragué saliva, a lo lejos vi Ricardo con unos regalos, le hice una seña para que se detuviera.

—Qué estas viendo? —Kimberly se iba a voltear, pero yo rápido agarré sus manos con cuidado.

—Nena —ella me volteó a ver —necesito decirte algo, por favor, ponte de pie —los dos nos levantamos.

—Tengo que empezar a preocuparme? —ella me preguntó no muy segura.

—No, este... —aclaré mi garganta —sé que tú y yo nos conocemos hace mucho, yo te amo mucho Kimberly, y me preguntuntaba si... —me puse en una rodilla y saqué una cajita —quieres ser mi novia? —le pregunté enseñándole un anillo.

—Juan —ella se sorprendió —y-yo... —ella igual se puso nerviosa.

—Qué dices? —sonreí de lado.

—Yo... —ella miró el anillo y luego a mi —no... no puedo —ella desvió la mirada.

—Qué? Porqué? —le hice una señal a Ricardo para que se fuera.

—Lo siento Juan... yo... —ella tragó saliva —haz hecho muchas cosas bonitas por mi... pero... lo siento —ella me miró por unos segundos, se iba a ir pero agarré su mano.

—Di que estas haciéndome una broma —me dolía el pecho.

—Yo igual... quisiera lo mismo —ella puso su mano en mi mejilla —tú mereces a alguien mejor que yo, que te haga feliz... —la interrumpí.

—Yo quiero estar contigo, tú me haces feliz, tú... me complementas –puse mi mano encima de la de ella.

—No Juan, no sigamos engañandonos —ella alejó su mano.

—Es por Fabián? —estaba empezando a enojarme.

—No!!! —ella exclamó al instante.

—Entonces... porqué me rechazas?! —me acerqué a ella.

—Yo... —ella agachó su cabeza, pero yo puse con cuidado mi mano en su mandíbula, levanté su cabeza e hice que me viera.

—Dime por favor —hicimos contacto visual.

—Tú me gustas Juan, yo igual quiero estar contigo y todo, pero... —ella soltó un suspiro —tengo miedo a que me vuelvas a hacer daño —ella soltó una lágrima, que yo inmediato la limpié.

—Nena, no quiero hacerte daño, si ya sé, que fui un completo idiota al hacerte ese daño en el pasado —puse un mechón de pelo detrás de su oreja —pero no quiero que te alejes de nuevo de mi —suspiré.

—Antes... sólo para confirmar... —asentí para que ella siguiera hablando —ya no tienes nada que ver con la prima de Fabián? —ella se puso seria.

—Ni tengo, ni tuve ni tendré nada que ver con ella, te lo prometo —junté nuestras frentes —entonces... qué dices? —le volví a preguntar.

—Si, si quiero ser tú novia Juan de Dios —nos dimos un beso lleno de amor y ternura, nos separamos por falta de aire.

—Me haces muy feliz Kimberly —entrelazamos nuestras manos.

—Y tú a mi —ella me sonrió y salimos del restaurante —Ricardo? —ella lo miró extrañada.

—Estos regalos fue idea de Juan —señaló un gran ramo de flores.

(....)

Mi Niñero [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora