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Nos encontrábamos en camino a la ginecóloga, por que a Kim ya se le notaba más la pancita. Ambos estábamos muy emocionados por el nacimiento de nuestros hermosos hijos. Íbamos donde la doctora para ver si todo estaba bien.

—Buenas, cómo están? —la doctora nos sonrió.

—Cansada ero feliz —Kim le respondió.

—Eso estoy viendo, ya se nota tu pancita —ayudamos a Kimberly a que se acostara en una camilla —por favor —señaló la blusa de mi novia —permiso —la doctora le colocó un gel en el vientre y los tres volteamos a ver un monitor.

—Todo está en orden doctora? —me atreví a preguntar, ya que la doctora no decía nada.

—Bueno... —ella aclaró su garganta —todo va bien pero... —hizo una mueca.

—Perdone? —Kim estaba confundida.

—Esto no se lo deseo a nadie, pero me preocupa los síntomas que pueda presentar durante o después del embarazo —ella empezó a limpiarle el vientre a Kim.

—Pero... ya no nos lo había dicho al principio que venimos? —ayudé a Kim a levantarse.

—Nosotros los doctores, se nos escapan las cosas, o es que no lo queremos decir o simplemente se nos olvidó —ella soltó un suspiro —en mi caso fue que se me olvidó, lo lamento de todo corazón, pero puede que después de tu embarazo... sufras de anemia —terminó de hablar sin rodeos.

—Eso... eso se puede... evitar? —Kimberly empezó a alterarse.

—Es como parte del embarazo, vienen de la mano, pero si se puede tratar. Sólo espero que no vayas a sufrir ni ahorita ni más adelante —los tres soltamos un suspiro.

—Y la próxima cita? —le pregunté otra cosa, para cambiar un poco el ambiente.

—Cuando sus hermosos hijos quieran nacer —la doctora nos regaló una pequeña sonrisa.

—Esta bien —nos levantamos.

Pagamos todo, salimos del consultorio. Kimberly iba muy callada y muy pensativa.

—Amor? —le pregunté pasando mi brazo por sus hombros, acercándola a mi.

—Mi madre me contó, que una amiga de ella, tuvo gemelos, pero sólo tuvo uno y ella murió —Kim agachó su cabeza.

—Nena —me sorprendí por lo que dijo, me puse enfrente de ella y con cuidado hice que me viera —todo va a salir bien, vamos a poder disfrutar de buenos momentos con nuestros hijos —vi que ella soltó una lágrima —ven aquí —nos dimos un abrazo.

—Si no sobrevivo, quiero que siempre le cuentes a nuestros hijos sobre mi, y que... —me separé de inmediato.

—No, vamos a estar los cuatro juntos, borra esos pensamientos negativos, por favor —yo estaba triste y preocupado, pero no lo quise demostrar.

—Lo siento —ella se limpió las mejillas —vamos a la casa, quiero descansar —yo asentí, nos fuimos a mi auto y directo a la casa.

Mientras Kimberly estaba en la habitación, yo fui a hacerle el almuerzo, algo tranquilo. Subí a dejarle la comida, pero ella esta dormida.

—Amor —dije dejando las cosas en una mesa —nena —la moví un poco.

—Mhm... —ella abrió un poco sus hermosos ojos.

—Te traje la comida —señalé el plato con la mirada —te ayudo —Kim se sentó en la cama, mientras que yo le acomodé unas almohadas.

—Gracias —ella estaba más despierta, pero me causó un poco de gracia, que ella estaba despeinada.

—Toma —le di el plato y un beso en la frente.

—Quédate por favor —dijo rápido por que yo estuve a punto de irme.

—Esta bien —me senté a la par de ella, encendí la televisión y empecé a pasar los canales.

—Auch —la voltee a ver.

—Qué pasa? —dije el control de la televisión y me le acerqué.

—Se están moviendo —ella dejó el plato en la mesa —dame tu mano —ella puso mi extremidad en su pancita —lo sientes? —me miró con una sonrisa.

—Si —no pude evitar sonreír.

—Duele —ella hizo una mueca y soltó levemente mi mano.

—Hijos —me acerqué a su pancita —dejen de moverse mucho, no ven que hace que le duela a mami —dejé varias besos.

En el último beso vi como se movieron, Kimberly se estaba quedando dormida.

—Gracias —me sonrió levemente.

—Descansa —me le acerqué más y ella acostó su cabeza en mi hombro.

Yo seguí viendo algunos canales, pero el volumen estaba bajito, para no despertar a Kim.

(....)

Mi Niñero [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora