Capítulo 3.

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Cada uno estuvo en su habitación todo lo que quedó de tarde. Cuando comenzó a oscurecer me dirigí al cuarto de mi hermano. Entré sin llamar y este se sobresaltó, estaba jugando al ordenador.  Me senté en su cama.

— Friki, tienes que empezar a mirar qué nos vamos a poner para la fiesta. Sophie me mandó la invitación y pone que hay que ir disfrazados.

Se giró en su silla rotatoria y me miró forzando el ceño. — ¿Disfrazados? Pero si yo no tengo ningún disfraz.

— Creo que aún conservamos las diademas de los Halloween pasados.

Sam se levantó y abrió su armario, se estiró para alcanzar una gran caja de plástico que estaba en la última balda. La bajó y la puso a mi lado sobre la cama. La abrimos y rebuscamos entre todos los cachivaches, habían bolas de navidad, máscaras de carnaval, postales, fotos viejas,...

Encontramos una diadema de diablo con dos cuernos rojos y otra de gata con dos orejas negras.

— Uy Sam ¿Vas a ir de gatita calenturienta? — Le sonreí de medio lado poniendo voz picante mientras le mostraba la diadema con orejas.

— ¡No! Me pido ir de diablo.

— Yo creo que irías muy guapo de gatita. De gatita calenturienta ligarías mucho...

— ¡Por qué lo dices en femenino!

Estallé en carcajada, adoraba picar a mi hermano, veía como se le ponía la nariz roja del enfado, era muy cómico.

— Está bien, yo iré de gato y tu de diablilla guarrilla. — Reí.

Se le pusieron las mejillas rojas. — ¡Que te den!

Seguí riéndome en lo que salía de su habitación con mis dos orejas negras en la mano, entré de nuevo a mi cuarto para decidir qué ponerme. Abrí el armario y rebusqué hasta encontrar un vestido negro bastante revelador que resaltaba a la perfección las curvas de mi cintura y mi cadera, de calzado me puse unas botas de tacón que me llegaban casi hasta la rodilla.

Con la ropa elegida fui al baño y me preparé para una ducha, puse el agua caliente y me sumergí en ella, adoraba las duchas cálidas antes de una fiesta. Me depilé las piernas y un poco la ingle, nunca se sabía lo que podía ocurrir, "mejor prevenir que curar" pensé.

Ya vestida me senté en el tocador y cuando estaba preparando todos mis productos de maquillaje entró mi hermano.

— ¿Voy bien así?

Me quedé anonadada. Sam vestía una camiseta blanca ajustada que le marcaba todos lo músculos del abdomen, algunas correas y unos vaqueros negros, llevaba anillos de color rojo y su diadema, iba espectacular.

— ¿Desde cuando haces ejercicio? — Pregunté mirándole de arriba a abajo.

Se revisó de nuevo el cuerpo. — De vez en cuando hago abdominales.

Volví a mirar hacia el tocador peinándome las cejas. — Vas muy guapo ¿Te gusta cómo voy yo?

— ¿No vas muy provocadora?

— De eso se trata.

— Eres un caso.

— Lo sé ¿Quieres que te maquille?

Sam se sentó en mi cama no muy confiado. — Maquillarme cómo.

Me terminé el maquillaje de los ojos y pasé a perfilarme la nariz con un corrector oscuro.

— No sé, si quieres te puedo poner algo de sombra roja o te puedo hacer las pestañas más largas, eso a las chicas les encanta.

— ¿Os encantan los chicos con sombra roja?

COMERTE ENTERA © +18  (Aún En Desarrollo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora