Capítulo 25.

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Sin pensárselo dos veces Jayden me agarró del brazo y nos tiramos los cuatro al suelo tras la isla de la cocina. Me tapó la boca mientras continuaban los disparos y no pude evitar romper a llorar del miedo ¿Y si Sam era uno de los disparados?

Me abracé al cuerpo de Jayden presa del pánico pero para mí sorpresa este se sacó una pipa del pantalón.

Le miré confundida ¿Desde cuándo tenía esa pistola? Aquella no era la mía. Me hizo un gesto con el dedo para que me callase y se colocó al borde de la encimera para mirar ligeramente. No pareció muy tranquilo con lo que acababa se ver.

Volvió a acercarse a mí, por suerte la música seguía puesta entonces si susurrábamos no se nos escucharía.

—Aquí al lado hay un baño pero tenemos que cruzar, si tenemos suerte en el baño habrá una ventana.

Negué con la cabeza rápidamente. Miré a Sophie. Esta estaba llorando al igual que yo.

Jayden se acercó a Max diciéndole el plan, este estaba aterrorizado pero aceptó sin pensarlo.

Seguí negándome pero no me quedó más remedio que moverme cuando Jayden tiró con fuerza de mi brazo. El peligro iba delante empuñando la pistola con seguridad y en cuestión de segundos estábamos en un pequeño baño que por suerte tenía una ventana.

Por el camino no quise mirar pero las manchas de sangre por el salón y pasillo eran evidentes ¿Qué monstruo podría haber hecho eso?

Cerramos la puerta con cuidado poniendo el pestillo y los primeros en salir por la ventana fueron Sophie y Max.

Cuando Jayden me iba a ayudar para salir empezamos a escuchar pasos aproximándose. El pelinegro intentó sacarme rápidamente pero me resistí y volví a entrar.

—¡Sal, corre! —Susurró Jayden asustado mientras los pasos se aproximaban.

—No te voy a dejar aquí.

Cuando escuché el último paso me abalancé sobre Jayden para meternos en el hueco de la ducha justo cuando comenzaron a disparar contra la puerta, nos acurrucamos tapándonos los oídos mientras los cristales del baño reventaban por los balazos.

El corazón me iba a explotar y el pánico me hizo quitarle a Jayden la pistola de las manos. Me asomé levemente disparando también contra la puerta y pude escuchar como el tirador caía al suelo mal herido.

Agarré a Jayden del brazo y volvimos hacia la ventana. Estaban todos los cristales rotos y con la pistola golpeé el filo de la ventana para no cortarnos al salir.

Ambos conseguimos salir y saltar al jardín lateral. Corrimos hacia la casa de al lado saltando la verja. Toda la calle estaba llena de policías y bomberos, escuchamos como la policía irrumpió en la casa mientras nosotros corríamos escondiendo la pistola.

Nos reunimos con Sophie, Max y milagrosamente con Sam unas calles a lo lejos. Las ambulancias estaban atendiendo a los heridos, entre ellos Derek, el cual parecía haber recibido un disparo en el brazo.

—¡Sam! —Me abracé aliviada a mi hermano, el cual me estrechó con fuerza contra él. —Gracias Dios mío. —Agradecí desde el fondo de mi corazón.

—¿Estás bien no? ¿Dónde estabas cuando empezó todo? Por Dios pensaba que serías uno de los disparados. —Le abracé incluso con más fuerza.

—E..Emily si me sigues apretando así, n..no podré contártelo.

Respiró hondamente después de ser liberado de mi agarre.

—Por suerte estaba en el piso de arriba, estaba con la chica que vistes cuando empecé a escuchar disparos. Me acordé de la cuerda que hicimos con sábanas así que nos colgamos de ahí.

—Estoy muy orgullosa de ti Sam.

Nos sonreímos agradecidos de habernos reencontrado. Mi vida sin él no tendría sentido por muchos novios que me echara. Él siempre será el hombre de mi vida.

—Derek ¿Dónde está Mich? —Preguntó Jayden después de unos minutos buscándole con la mirada.

El chico de piel oscura estaba en la ambulancia mientras le limpiaban la herida de bala del brazo y este se quejaba levemente.

—No sé tío, nos separamos cuando empezó todo ¡Auch! —Gritó cuando la enfermera le pasaba un algodón mojado alrededor del orificio abierto.

—P..Pero debe haber salido.

Jayden me miró con la boca entreabierta, volvió hacía el cordón policial que rodeaba la casa.

—¿Cuantos hay dentro? —Preguntó a un policía que se negó a contestar. —¡Mi amigo está dentro joder! Necesito saber si está bien.

—Chica lleva a tu novio donde la ambulancia para que le den un tranquilizante. —Me ordenó otro policía ignorándonos por completo.

Agarré a Jayden y cuando me lo iba a llevar vimos como sacaban camillas con supervivientes malheridos.

—¡Mich! —Gritó el pelinegro al reconocer el pelo rapado de su mejor amigo.

Cuando me quise dar cuenta Jayden estaba corriendo hacia la camilla que transportaba a su amigo. Mich estaba entubado mientras los médicos corrían taponándole la herida de bala que tenía en el hombro.

—A dónde se lo llevan. —Preguntó a los médicos mientras le subían a la ambulancia. —¡Que a dónde se lo llevan!

—Por favor apártese. —Le indicó una trabajadora según cerraba las puertas de la ambulancia. —Vamos al hospital McLaren.

—Está bien, gracias.

Vimos como la ambulancia se iba mientras Jayden respiraba acelerado y con las lágrimas a flor de piel.

—No se puede morir joder...—Susurró llevándose las manos a la cabeza todavía mirando a la ambulancia que se perdía en la distancia.

Le abracé entristecida acurrucándole en mi cuello a pesar de su altura.

Esperamos a que llegaran los padres de Sophie y Max, padres que de verdad se preocupaban por sus hijos.

Después de muchos abrazos y besos entre ellos nos dirigimos hacia el coche de Jayden saltándonos el cordón policial.

—¿Quién puede haber sido capaz de hacer esto? —Pregunté todavía temblando en mi asiento. Recordaba la sangre por el suelo y las paredes y el grito desgarrador de los disparados.

—No lo sé pero nos vamos a casa.

Jayden miraba frenéticamente los retrovisores, supuse que estaría igual de aterrorizado que yo así que no le rebatí.


Era domingo, aquella noche no pudimos dormir por el shock de lo vivido. Ni el tiroteo en el polígono me había afectado tanto. No me podía sacar de la cabeza la imagen de padres llorando en las ambulancias y en el cordón policial mientras sacaban cuerpos tapados o heridos en estado crítico.

Derek había ido al hospital con Mich y después de una operación de dos horas nos avisó de que el rapado estaba estable, cosa que nos alivió profundamente.

—Emily ¿Sabes que te quiero más que a nada, no? —Preguntó Jayden mientras se acurrucaba más a mí bajo las sábanas.

Le miré a los ojos con el corazón en un puño. —Yo te quiero muchísimo más.

Nos sonreímos al borde del llanto y el pelinegro me abrazó con tanta fuerza que parecía que no quería dejarme escapar.

—Eso es imposible. —Susurró contra mi cuello.









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