Capítulo 13.

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—¿Hasta que hora te quedas? — Pregunté mientras Jayden buscaba mi sujetador, estaba tirado en la puerta junto con toda nuestra ropa.

—Hasta que me expliques la mierda de antes, pensabas que al follar se me olvidaría pero no te ha servido. — Se agachó a recogerlo y me lo tiró a la cama. Lo agarré y me lo puse.

—Jayden no entiendo por qué quieres involucrarte tanto. Si es por pena entonces vete.

Me dolía pensar que sólo lo estuviese haciendo por pena, pobrecita Emily y su hermano que lo están pasando fatal. No me daba la gana.

—No me voy a ir. — Respondió para mi sorpresa, sentí como mi corazón se derretía ante sus palabras que nunca antes me habían dicho.

Jayden sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo de su pantalón y se sentó al borde de la cama. Sacó un cigarro y se lo llevó a la boca para luego darme uno a mi. Preguntó si tenía mechero y saqué el mío de la cómoda, los encendimos y fumamos en silencio sin mirarnos las caras. El vacío en mi pecho volvió, supe que jamás se terminaría de ir por completo, siempre volvía.

—Venid esta noche a mi casa. — Dijo Jayden mirando a la ventana sacándome de mis pensamientos.

—No, ya dormimos allí ayer, no hace falta. — Respondí en seco, me gustaba la idea de dormir otra vez juntos pero sabía que me iba a enamorar más y tampoco quería tanta ayuda por su parte, ya me sentía en deuda con él como para volver otra noche.

Jayden volvió a mirarme pero esta vez con seriedad. —Deja de hacerte la dura, claro que hace falta Emily, no sé a quién teméis pero no os voy a dejar aquí con un simple bate de béisbol y una pistola, os venís conmigo y punto.

Tragué saliva como si me acabasen de regañar. —No sé por qué haces esto, no tienes por qué Jayden ¡No tienes la obligación de querer salvarnos!

—Emily. Vais a venir a mi casa a dormir, hoy y todos los días que hagan falta, así que prepara tus cosas y avisa a tu hermano.

Aspiré de mi cigarrillo y llamé a Sam para avisarle, dejé la colilla en el cenicero de mi mesilla para vestirme y preparar la ropa que me iba a llevar. Era una sensación agridulce, odiaba haber llegado al punto de tener que irnos de casa, significaba que la cosa estaba realmente mal.

Recogí todo con rapidez y lo metí en una bolsa de deporte, fui al cuarto de Sam y agarré ropa interior para él y ropa. Lo metí todo en una gran bolsa y bajamos a la entrada, salimos y cerré con llave apesar de estar todas las ventanas rotas y nos dirigimos al coche del pelinegro.

—¿Por qué tenéis una pistola? Si puedo preguntarlo claro. — Añadió sarcástico.

—Es de mi padre, pregúntale a él. — Bromee según nos alejábamos de mi casa, dijimos que sólo sería esa noche pero los dos sabíamos que no iba a ser así.

—Ahora le llamo y le pregunto. — Sonrió mirando hacia la carretera, estaba más calmado que al principio de conocernos, antes parecía estar siempre de mal humor.

—¿Sam dormirá en el sofá?

—Si quieres podemos meterle en la cama con nosotros pero te aviso que no entramos.

—Estás gracioso por lo que veo ¿Quién te dice que vayamos a dormir juntos? Yo pensaba dormir en el sofá con mi hermano. — Era mentira, me moría por pasar toda la noche juntos pero me gustaba ese juego de picarnos mutuamente.

—Tú te lo pierdes.

Sonreímos y me quedé hipnotizada viendo el reflejo del atardecer en los enormes edificios acristalados de la ciudad, sólo salía por la noche así que nunca me había percatado de lo verdaderamente bonita que era nuestra ciudad.

COMERTE ENTERA © +18  (Aún En Desarrollo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora