05 | Haven't we meet?

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#AceiteDeBroncear


Y, ciertamente, llegó con la frase menos esperada para ese momento:

—Es una pena que Jungkook y tú no se hayan conocido antes.—SeGi comentó y Jungkook le sonrió a Jihyun, viendo que toda la mesa estaba en completo silencio, enfocados en la conversación.

—Realmente es una pena. Cada vez que Jihyun fue a la compañía yo no estaba.—Jeon dijo y lo miró con atención.

—Jungkook es el principal responsable de las relaciones internacionales de la compañía. Solo vuelve a Corea cada quince días. Es un abogado dedicado y… —Nuevamente, el patriarca Jeon inició una larga charla sobre su propia familia. Jungkook, así, fue  detrás de la señal que quería.

Comenzó tocándolo en la entrepierna con la punta de los dedos, deslizando la mano hacia la zona íntima por encima de la tela. Antes de que fuera capaz de contenerse, ya tenía una sonrisa sádica y discreta pintada en los labios mientras llevaba la copa de vino tinto a su boca.

Jimin no pudo hacer nada más que cruzar las piernas, apretándose debajo de la mesa, mientras inconscientemente bebía más y más vino.

Cuando su cuerpo se calentó, reaccionando de forma traicionera, vio que la copa estaba vacía. Cerró los ojos, sintiendo una brisa entrando por la abertura de su camisa, tocando la piel de su pecho y abdomen, quiso que cerraran todas las puertas y ventanas, porque, cuando Jungkook lo tocaba, sabía que cualquier cosa minúscula podría contribuir para su perdición.

Jungkook no tenía vergüenza, ni tenía respeto. Park descendió los puños de la mesa hacia su regazo, estirando las manos ahí, en un intento de crear una barrera contra Jeon.

Si permitiera que lo toque… Dios, solo él y Jungkook sabían cómo podría reaccionar el cuerpo de Jimin.

Eso solo podía ser una pesadilla. Jungkook era un demonio enviado directo del infierno para arrastrarlo a las llamas junto a él.

—Y después de mí, Jungkook se va a casar.—Haewon habló, soltando una corta risa.—Es absurdo que siendo mayor todavía no haya encontrado una esposa.

Ese lado nuevo de Jimin era algo que Jungkook estaba, inevitablemente, adorando.

Nunca lo vio de esa manera, desesperado por su toque. Casi como si le implorara que no lo hiciera. Por lo menos no ahí.

Sonriendo mínimamente, miró a su hermana ante el comentario y negó con la cabeza, usando su mano libre para tomar la copa de vino y levantarla en el aire, indicando de forma silenciosa que el garzón se la llenara nuevamente.

—El matrimonio nunca fue parte de mis planes.—Dice tranquilamente.—Pretendo ver que primero se casen todos mis primos menores.—Continuó con un tono burlesco y vio que su hermana reía bajito, cubriendo su boca ante tal información.

Como si alguna fuerza superior escuchara las lamentaciones desesperadas de Park, el garzón apareció. No solo con vino, sino también con la entrada.

Con la aproximación, Jungkook se vio obligado a sacar la mano de las piernas de Park, posicionándola discretamente en la servilleta sobre sus propias piernas.

—Tartar de atún y salmón con caviar y crema de rábano picante.—El garzón anunció, sirviendo con calma a cada uno de los presentes.

—Jungkook me ayudó a elegir las entradas, amor.—Dice Haewon, claramente orgullosa de la mínima participación de su hermano en aquello.—Tiene el mejor paladar del mundo.

—Solo eres demasiado indecisa.—Jungkook respondió, suspirando lento y mirando discretamente las piernas de Park.

Ahora no tendría libertad para tocarlas, ya que esa cena exigía el uso de ambas manos. La sola idea de tenerlo ahí y no poder hacer absolutamente nada lo dejaba frustrado.

Mentiría si dijera que la pequeña provocación no generó efectos en sí también, pero antes que nada, lo deseaba. Lo deseaba con la misma intensidad que en el cuarto del motel; lo deseaba sin pudor alguno.

—La cena será servida en unos minutos.—Avisó el garzón antes de retirarse.

Jimin soltó un suspiro tan alto que tal vez otros pudieron escucharlo, pero no le importó. Sentía su cuerpo tenso, sabiendo que sus sentidos estaban en alerta, porque lo necesitaba, porque Jeon era impredecible dentro de un cuarto e impredecible ahí también.

Siempre se preguntó si el hombre con quien tenía sexo, mientras usaban máscaras, también dividía su personalidad en dos, como lo hacía Park.
Y ahora, tenía su respuesta.

Jungkook era exactamente el mismo. No, ¡peor! Era peor.

Respiro hondo y agarró el tenedor, mirando el tartar en su delante. Cómo detestaba esas comidas… Miró a su madre de nuevo, encontrándose con una mirada que prácticamente gritaba “no seas descortés, Jimin, come eso”, porque la mujer sabía que odiaba ese tipo de comida.

Por un tiempo, solo separó el caviar huevo por huevo, antes de cerrar los ojos por un momento y empezar a comer. Los Jeon parecían amar lo que ingerían, pero no había un solo Park satisfecho—excepto Jihyun que se esforzaba por parecerlo.

Dejó escapar un “argh”, prácticamente masticando el manjar, sin estómago para tragar.

Jungkook observó, por la visión periférica, a los Park comiendo; los rostros convertidos en muecas de incomodidad.

Suspiró pesadamente y, con su propio tenedor, tomó parte de la entrada, llevándola a la boca.

Él adoraba el caviar. Tenía un gusto caro—lo que era de esperarse de alguien con su educación, pero aun así, impulsado por el mismo ímpetu que lo llevaba a encontrarse con un hombre desconocido dos veces al mes, Jungkook llevó la servilleta a sus labios soltando un carraspeo.

Cuando lo hizo, atrajo la atención de todos.

—Tengo unas dudas respecto a la procedencia de este caviar.—Comentó despacio, pasando la suave tela por los labios.

Vio a su padre observándolo con las cejas fruncidas, como si dijera “¿qué estás insinuando? El sabor está perfecto”, pero Jungkook negó.

—A mí no me parece bien. Jihyun, ¿crees que el sabor es adecuado?—Sugirió brevemente, mirando a los ojos al mayor de los Park.

No le importaba ni un poco el novio de su hermana ni las tías de este haciendo muecas de asco, y mucho menos la madre de los Park, visiblemente enojada.

Jungkook no necesitaba de alguien que podría ver solo dos veces al mes por sexo; bastaba verlo para tener certeza absoluta de que a ese hombre no le era difícil tener sexo.

Pero el sexo en el motel…

Era diferente.

Durante quince días, acumulaba todo dentro de sí. Desde estrés, frustración, y, a pesar de que Jimin y él no conversaran durante los encuentros, esas visitas quincenales al motel eran su fuente de descanso y reposo mental.

Usualmente, Jeon era el polo norte en persona, pero en ese hotel, era caliente como el infierno.

Le valía una mierda los Park. Solo le preocupaba el hombre que lo recibió en el motel todas esas veces.

Él era digno de su atención.

—Creo que todavía tienen la ensalada de salmón.—Dice suavemente. Haewon lo miró sorprendida.

No era muy conocedora del caviar, entonces siempre que su hermano decía que estaba mal, es porque estaba mal.

—Tal vez sea mejor.—Dice, sonriendo a su novio.—No queremos que nadie vaya al hospital por culpa de un caviar.

Dicho esto, Jungkook levantó la mano, llamando al garzón.

—Traiga la ensalada de salmón. El caviar no está bueno.—Instruyó con precisión y volvió a mirar para el frente, lidiando con Park Jihyun entrelazando los dedos con los de Haewon sobre la mesa.

Poco elegante…, pensó, volteando los ojos.

Wheeler-DealerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora