14 | Late for what?

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— Y tienes la intención de llegar tarde a casa. — Concluyó, sabiendo el motivo del posible retraso de su hermana.

Chasqueó la lengua en el paladar y volvió a mirar a Jimin.

No, no haría nada con él en ese estado, pero Jihyun había agotado su paciencia, junto con la posibilidad que Jimin sugirió a causa de su borrachera. Otras personas...

— Está bien. — Cedió suspirando y volvió a entrar en el salón, deteniéndose frente a Park con los brazos cruzados delante del pecho. — Bebe tu última copa — Ordenó. — Nos vamos. — Lo miró seriamente.

No cualquier seriedad. Esa seriedad. Los orbes oscuros parpadeaban, mirándolo de arriba abajo con las cejas fruncidas.

— Vámonos ya, Jimin. — Habló con seriedad, y aunque no dijo nada de más, esa frase sonó imperativa en extremo.

No sólo en el sentido habitual de ser controlador de Jungkook.

Era la forma en que hablaba el Jungkook del hotel.
Había una diferencia entre ambos después de todo. No era tan rígida como la de Jimin, pero había como diferenciarlos.

Mirándolo, Jimin descendió los ojos hacia los brazos marcados y mordió su labio, antes de acabarse la copa de una sola vez, tomando la servilleta para limpiarse la boca.

Se inclinó y besó el rostro de su tía, haciendo lo mismo con su hermana. Robó una uva del centro de mesa y la tiró al aire para luego atraparla con la boca, antes de caminar desequilibradamente hacia afuera de la mesa. Uau, apenas podía sentir las piernas

Caminó hacia la salida sintiendo la visión borrosa. ¿Ir para dónde? ¿A dónde lo llevaría Jungkook? Ah, ni lo sabía, pero iría porque Jungkook se enfadaba cada vez que no le obedecía

Volteando los ojos y buscando el resto de su paciencia, Jungkook dejó el lugar sin despedirse de nadie, caminando hasta la salida.

Observó la tambaleante figura de Jimin y una vez más respiró con profundidad, acercándose a él y pasando un brazo alrededor de su cintura, iniciando el camino hacia el estacionamiento del hotel, a donde había dejado el carro alquilado

Jimin pensó vagamente en alejar a Jungkook, pero se dejó ser llevado, porque sus pies se sentían tan ligeros que apenas podía estabilizarlos.

— Jungkook. — gritó, con la voz ronca por el alcohol. — Jeon Jungkook. Hm, Jeon Jungkook... Jungkook. — Lo miró fijamente. — ¿Te conozco de alguna parte, Jungkook? — Y se rió para sí mismo, apoyando la cabeza en su hombro. — No... Nunca te he visto, Jungkook. Tú sólo... Me recuerdas a alguien.

Jungkook se negó a contestarle. Se detuvo frente al vehículo y metió una de sus manos en los bolsillos en busca de sus llaves, usándolas para abrir el lado del pasajero, aun sosteniéndolo firmemente a su lado.

— Llegar a conocerte ha sido una ardua tarea, Park Jimin. — comentó Jungkook mientras lo colocaba en el asiento, tirando del cinturón de seguridad alrededor de su cuerpo. — Me alegro de que te recuerde a alguien. — Aprovechando la cercanía entre sus rostros, besó rápidamente sus labios con los suyos, sintiendo el ligero sabor del vino en sus labios. Cerró la puerta, cruzó el vehículo y se sentó en el asiento del conductor.

Jimin se acomodó, subiendo las piernas al asiento, encogiéndose de hombros. Su cuerpo pedía cariño, porque eso era lo que el vino le hacía a Jimin.

Sintió que el carro arrancaba y suspiró, disfrutando del suave movimiento. Y como era propenso a confesar todo lo que sentía cuando estaba borracho, dijo:

— Jungkook... No me gusta tu hermana.

Y volvió a reírse.

— No me gustan tus padres... Ni tus primos. — Y lo miró. — Y... Ni siquiera... tú.

Wheeler-DealerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora