III. LOS HERMANOS UCHIHA

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Hacía ellos, caminaba el muchacho de largo cabello azabache que vió entrar al elevador por la mañana. Lucía su atractivo porte en conjunto con su uniforme limpio e impecable, sin un solo relieve estropeando la tela y, también poseía una sonrisa visible alojada en sus finos belfos.

No fue incómodo, hasta que tal sujeto de presencia llamativa, lo oteó fijamente sin disimulo alguno.

— Que casualidad, acabo de ver a una rubia bonita idéntica a ti subir al ascensor directo a la sección Uzumaki— Dijo él con ingenuidad.

— ¿Deidara?

— Oh, así que se llama Deidara. Su parecido es increíble...

Naruto entrecerró sus ojos, reculando. No esperaba menos; si Sasuke era un idiota, evidentemente su hermano también debía padecer de alguna condición mental.

— Es mi hermano, torpe.

— Con razón...— Espetó, reflejando sorpresa. Era como si estuviera descubriendo América en un vaso de agua.

— ¿Qué es lo que quieres, Itachi?— Bufó Sasuke al dejar escapar un suspiro exasperado por la idiotez de su semejante.

El aludido, hizo oídos sordos al tono de voz sofocado que pudo percibir en Sasuke, limitándose a expandir su sonrisa.

— ¿Por qué tan amargado, Sasuke? Preséntame a tu acompañante.

Una vez más, Sasuke suspiró resignado ante la característica intensidad de Itachi. Sabía que cuando se lo proponía, no había forma de escapar de su insistencia.

— Itachi, él es Naruto Namikaze de la preparatoria Uzumaki. Naruto, él es mi hermano Itachi Uchiha.

Naruto lo escrutó desconfiado. Intentaba examinarlo para descifrar si valía la pena o no entablar una conversación con él.

— Un gusto, Naruto— Le sonrió genuino, denotando confianza. Era como si aquel sujeto hubiera captado su incredulidad y quisiera transmitirle seguridad.

Tras un par de segundos en un silencio de inspección, los gestos y sentimientos de recelo por parte de Naruto, se disiparon en la nada. Itachi, no parecía ser tan detestable como lo imaginó inicialmente. De hecho, aparentaba ser más simpático y agradable que su insípido hermano de peinando peculiar.

— El gusto es mío, Itachi— Le correspondió risueño.

Harto de la situación, Sasuke decidió intervenir, sintiéndose ignorado y, a la vez irritado.

— Bien ¿Ya me puedes decir para qué me querías?

— Ah si. Suigetsu dice que vayas al estadio de básquetbol. No hay casi nadie, así que pueden entrenar sin inconvenientes.

Sasuke meditó en cuestión de segundos. En ese instante, solo deseaba ir a su habitación y dejarse envolver por la comodidad y calidez de su cama para descansar. Había entrenado lo suficiente en la mañana antes de salir de su vivienda, así que estaba dispuesto a dar una rotunda respuesta negativa, cuando un grito que desconoció, arribó al sitio.

— ¡Naruto!

Saliendo del ascensor, se divisaba un adolescente de estatura promedio y larga cabellera rubia atada en una alta coleta. Su ceño fruncido, dándole un acentuado aspecto huraño que contrastaba con sus facciones neutrales.

— ¡Por fin te encuentro, maldito engendro!

Naruto, sintió una gota de sudor deslizarse por su sien hasta disiparse en su mejilla, a causa del "cariñoso" sobrenombre impuesto por su hermano hacía él. Así mismo, Itachi vislumbró con sus negros ojos al rubio, reconociéndolo como el chico con el que había coincidido hace un par de minutos. Allí se encontraba, caminando hacía ellos, reposando sus manos en el interior de sus bolsillos, luciendo visiblemente malhumorado.

Mi novio y mi rival (omegaverse) |EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora