XI. DÍA DOS EN CELO

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Eran exactamente la 1:46 de la madrugada. El cielo estaba pacífico y el ambiente silencioso, un entorno perfecto para dormir y soñar.

Sin embargo, Naruto no podía conciliar el sueño de ninguna forma. Parecía no estar interesado en dormirse en absoluto. En su lugar, se dedicó a abrazar suavemente a Sasuke y observar su atractivo y sereno perfil mientras él estaba inconsciente.

Estaba perdido en un mar de pensamientos y preguntas sofocantes de las cuales quería una respuesta para todas. No comprendía por qué Sasuke le pedía que no lo tratara como un Omega, él no sentía que lo tratara como uno, o diferente de lo que era, un Alfa. Abrazarlo de cualquier manera era normal. Al menos ese era su punto de vista.

Aunque quisiera tratarlo como un Omega, era imposible, ya que Sasuke podría patearlo hasta que las piernas le dolieran y él simplemente no parecía ser alguien sumiso o delicado. No conocía a ningún Omega que tuviera el cuerpo que Sasuke tenía; todos eran sutiles, finos y esbeltos. En cambio, a Sasuke se le podía ver por encima de sus ropas, sus abdominales y pectorales bien marcados, al igual que sus músculos. Sin mencionar que su carácter lo delataba. No creía que fuera posible que existiera un Omega como él.

En realidad, para Naruto, no podía existir nadie que se pudiera comparar con su azabache. Él era único.

Verdaderamente, él le gustaba. Todo de Sasuke le encantaba sea corpulento o susceptible.

No le agradaría tratarlo como algo que evidentemente no era, y si así lo hiciera en sus momentos, no era porque le estuviera intentando quitar su posición de Alfa ni mucho menos. Era porque Naruto era el tipo de novio cariñoso que le gustaba pasar tiempo con su pareja y demostrarle afecto de una u otra forma. Tal vez Sasuke era muy seco, hostil y orgulloso para entender eso y por esa razón, veía todas sus caricias y mimos de esa manera tan despectiva. Que idiota.

Se cuestionaba incesantemente si era probable que él tuviera alguna clase de inestabilidad y se sintiera inseguro de ello. Si así era, entonces no entendía cuál podría ser.

Le resultaba irreal que a Sasuke no le gustara algo de sí mismo. No podía haber ninguna persona que se sintiera inseguro siendo alguien como Sasuke, él era perfecto.

Era un Alfa genial, guapo, atractivo, habilidoso, musculoso, fornido, bueno en todo lo que hacía y seguramente uno de los jóvenes más cotizados y populares de su preparatoria. No sabía que más se podía desear estando en su posición. No podía ser posible pedir algo más.

Pensó brevemente en dinero, pero de inmediato descartó esa idea. La familia de Sasuke administraba una de las mejores instituciones del país, por lo que resultaba poco creíble que tuvieran problemas económicos. Además, incluso si ese fuera el caso, no afectaría en absoluto su relación.

Tenía la certeza que debía de hablar con él sobre el tema. No iba a dejar que siguiera sintiéndose tratado de una manera distinta a lo que era.

— Naruto...

Aquella mención captó de inmediato su atención hacia el chico que tenía entre sus cobijas y brazos. Parecía estar durmiendo, pero al mismo tiempo temblaba de manera incontrolable, y no precisamente de frío. Naruto se encargaba de transmitirle su calidez.

Aparentemente estaba experimentando una especie de ataque de ansiedad.

— Dobe...— Nuevamente acezó.

— ¿Está soñando alguna cosa erótica o algo similar? Es un pervertido— Pensó el blondo con un poco de diversión— Sasuke...— Le susurró al oído para "calmarlo".

Mi novio y mi rival (omegaverse) |EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora