Capítulo 30: Límites

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Después de aquel reconfortante abrazo, las chicas subieron a la habitación de Lauren para seguir estableciendo los contornos en aquella extraña relación que estaban por iniciar. Lo primero que Lauren necesitaba saber era cómo era la relación de su novia con Jonás en aquel momento.

- Me escribe de vez en cuando para preguntarme si voy a ir a la Palabra, a la Eucaristía o para desearme un feliz día cuando es alguna fiesta Santa-.

- Vamos, que aprovecha cualquier excusa para escribirte- cortó. Camila frunció un ceño.

- No, tampoco es eso...-

- ¿Después de hacerte esas preguntas te pregunta cómo estás o cosas así?- La morena asintió.     - Entonces es una excusa para hablarte- concluyó. Camila sólo suspiró mirando para otro lado como respuesta. Lauren no entendía el por qué del gesto. - ¿Qué?-

- Nada, nada...- Seguía sin mirarla. Lauren torció la cabeza en un gesto de incredulidad y la tomó del mentón para poder mirarla a los ojos. - Ahora debemos ser más sinceras que nunca - le recordó con suavidad. Ella volvió a suspirar.

- Es sólo que... No sé, yo sólo le digo que estoy bien, y a lo mejor le pregunto qué tal está él, por educación. Nada más. Nunca le... Nunca le animo de ninguna manera-.

Camila se explicaba con torpeza y balbuceando, y Lauren pudo notar un cierto deje de culpabilidad en su tono. Al principio la escuchó frunciendo el ceño, confusa, pero la última frase de su novia le hizo comprender qué era lo que rondaba su mente.

- Oye, Camz, yo no he dicho que le animes a nada. - La tomó de las manos. - Y no lo pienso ni lo he pensado. Tal vez mi comentario ha sonado desconfiado, pero no era mi intención. Sólo señalaba lo que me parece obvio, y es que él está interesado en ti. Prueba de ello es que aprovecha cualquier ocasión para escribirte. No quería decir nada más que eso-.

Camila pareció dudar. - ¿Segura? Es que... No sé...- Lauren esperó paciente a que dijera algo más, pero la más joven no sabía explicarse. Recordó que había hablado de este tema con su psicóloga. 

A veces las personas crecen en entornos inhóspitos en los que los comportamientos de sus cuidadores resultan inestables, y probablemente Camila estaba acostumbrada a que sus padres le dijeran una cosa pero se refirieran a otra; y estaría acostumbrada a saber descifrar el mensaje real a partir de sus tonos de voz y lenguaje corporal.

Lauren le dio unos ligeros apretones en las manos. - Camz, siempre te voy a decir exactamente lo que quiero decir. Sin dobles sentidos, sin obviar cosas. No voy a ponerme en modo pasivo-agresivo ni sarcástica si tengo que comunicarte cómo me siento sobre algo. Por favor. créeme-.

Camila asintió al instante. - Claro que te creo, Lolo- murmuró mientras la abrazaba.

A veces se paraba a reflexionar sobre cómo habría sido su vida amorosa si se hubiera enamorado de alguien que no fuera como Lauren. Alguien que no supiera comunicarse, que le diera dobles señales y que no le reafirmara sus sentimientos a menudo. Alguien que la quisiera mal, como la querían sus padres. Y llegaba a la conclusión de que, en tal caso, se habría sumido en un pozo sin fondo porque no habría visto lo tóxico en una relación así, al ser eso todo lo que había conocido. Todo, hasta que llegó Lauren, claro.

Hablaron sobre Jonás largo rato. Camila le contó todo lo que recordaba de su amistad, primero junto a Dinah, después, nada. Explicó cómo el chico siguió el ejemplo de sus padres y de todos los adultos de la Comunidad dejando de lado a la madre de Dinah y a su propia amiga, todo porque habían renunciado a seguir viviendo una mentira. Años después, Jonás se había dado cuenta de su error y desde entonces había intentado volver a acercarse a Camila.

Mala Influencia (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora