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Lorena:

1970:

La bofetada que recibo de mamá no duele más que su mirada de decepción, me sujeto la mejilla y el dolor se expande por toda la zona, pero no le muestro mi dolor.

—Como se te ocurre hacerle eso a la familia de Adrian y a el también, Lorena.

Papá se limita a observar.

Bajo la mano de mi mejilla. —Porque no me apetecía ir ahí, mamá. Adrian y yo..

—Ya basta. —Coloca las manos delante suyo, las que tiemblan cuando se las lleva a la sien. —¿Dónde has estado? Llegas a estas horas sin preocupación.

—Aun no es toque de queda. —Respondo. —Y estuve...

Edmund.

Trago saliva.

—¿Y?—Insiste.—Estoy esperando.

—Solo fui a dar una vuelta.

Ella sonríe negando. —¿Y esperas que crea eso?

—Eso lo decides tu, yo he dicho la verdad. —Soy una mentirosa.

Subo corriendo mi habitación.

—¡Lorena! —Mamá grita y escucho la voz de mi padre deteniéndola.

Respiro aliviada y caigo acostada sobre la cama, más allá del golpe que aun arde, fue una buena noche.



(***)



Me quedo unos minutos después del entrenamiento junto a algunas de las chicas, realizando flexiones, algunas de ellas se marchan pasado los 30 minutos y recojo mi bolsa colgándolo al hombro antes de seguir sus pasos.

Sin embargo cuando veo a tres de los chicos de limpieza ingresar, incluido Edmund me detengo.

—Lorena...¿No vendrás? —Me pregunta una de las chicas.

—Me quedare unos minutos más.

—De acuerdo, hasta mañana. —Se despide de mi.

—Hasta mañana.

Ingreso otra vez al salón.

Y antes de acercarme a Edmund, incluso antes de poner un pie para entrar, un carraspeo me hace girar y encuentro a la chica de cabello marrón, con una ceja alzada y la escoba en las manos.

—La clase ya termino, vamos a limpia...

—Mary.. —La voz de Edmund me hace girar y niega en su dirección. —Yo me encargo.

La tal "Mary" pone los ojos sobre mi y accede sin decir nada, saliendo del lugar.

Me vuelvo hacia Edmund, de quien tengo la atención ahora.

—¿Quién es? ¿Tu novia? —Por dentro grito que responda que no.

—No, no es mi novia. —Bien. —Vi que salías hace unos momentos ¿Por qué volviste?

—Hagamos algo.

—¿Qué?

—Anoche fue divertido.

Los ojos se le abren. —¿Tu quieres que salgamos otra vez? —Su tono y su expresión esta llena de sorpresa.

—Si.. ¿Cuál es el problema?

Hasta la EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora