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1970:

Lorena:

Ingreso a la casa y trato de subir las escaleras haciendo el ruido menos posible, pero solo doy tres pasos cuando las luces se encienden.

Mi mirada sube al último escalón empezando desde arriba y me preparo para escucharla gritar, mamá se encuentra ahí con ambas manos en las caderas, el cabello suelto y una bata de dormir que cubre su ropa.

Respiro profundo y llego a su lado, dirigiéndome a mi habitación.

—Lorena. —Me llama, más no me volteo. —Creo que tienes muchas explicaciones que dar, señorita.

Vuelvo a respirar profundo y me giro en su dirección.

—Lo que hiciste no estuvo nada bien. —Habla llamándome la atención. —El pobre Adrian se fue decepcionado y probablemente no quiera tener nada...

—Bien.

—¿Bien? Te fuiste con un desconocido y...

—No es un desconocido para mí. —Le aseguro. —Es un amigo...

Aún no ha habido títulos.

—Amigo o no, yo no lo conozco.

—¿Te das cuenta que soy mayor de edad?

—Demuestralo, Lorena. No dando desplantes a A..

—A alguien que ni siquiera yo invite y con el que termine hace mucho.

—Por dios, Lorena. No apruebo esto, tú y Adri...

—Lo apruebes o no, es asunto tuyo. Yo ya le deje las cosas claras a él...

—¿Por qué? ¿Por quién? —Me señala. —¿Por el que te fuiste? ¿Quién es? ¿Quiénes son sus padres? ¿Tiene dine...

—Basta. —Le interrumpo y niego con la cabeza. —No sigas.

Mamá calla.

—Lo apruebes o no, no me importa, mamá.—Encojo los hombros.—Porque la felicidad que sentí anoche no me la va a quitar nadie y tú tampoco.

Termino con ella y me dirijo a mi cuarto.

—¡Lorena, no hemos ter...

Cierro la puerta y me arrojo sobre mi cama, como una niña abrazo mi almohada y llevo dos de mis dedos a mis labios, recordando todos los besos de esta noche.



(***)



—Felicidades. —Me dicen alguna de las chicas al acercarse mientras guardamos nuestras pertenencias en los casilleros de madera.

—Estuviste grandiosa.

—Muchas felicidades.

Agradezco y abro el casillero de madera, el que siempre uso y los ojos se me abren en el segundo que veo lo que adentro.

Un girasol.

Lo tomo el en mis manos y sonrio.

Las puertas de mis compañeras se cierran y algunas salen para ir directo a la sala de ensayo cuando otra de ellas llega indicando que la profesora ya llego.

—¿Qué es eso?—Una de mis compañeras se asoma y lo escondo rápido, guardándolo otra vez en el casillero.

La miro y sonrio, a lo que ella responde igual moviendo el dedo en mi dirección.

Oímos el bastón y corremos directo a la clase, pero la sonrisa no me la quito todo el día.




Actualidad:

Edmund:

—Levántalo más. —Observo desde la entrada como Lorena le da la orden a Brownyn y ella hace caso subiendo la regadera sobre los girasoles. —Así esta bien.

Le sonríe y se sube el chal cubriendo sus hombros, Lorena riega por la izquierda, mientras Brownyn por el lado opuesto y me acerco a mi esposa.

—Ed. —Me sonríe esta vez a mi y tomo la regadera de sus manos para continuar el trabajo que empezó.

Ella me observa y yo a ella.

—¿Qué?

—Te ves bien hoy.

—¿No me veo bien siempre?

—Tonterías.

Se ríe y carraspeo cuando noto que Brownyn se nos quedó viendo con una sonrisa.

Lorena vuelve a reír. —Dame eso, Brownyn... Creo que ya es hora de tu práctica. —Lorena sujeta la regadera de sus manos y señala con el mentón hacia la cabaña. —Ve, tu abuelo se encargará del resto.

Brownyn no pone pretextos y se dirige a la casa, mantengo los ojos cuando se cruza con Eli y Lorena me regaña bromeando.

—Estas más animada. —Comento mientras continuo regando sus girasoles.

Desde que Sarah volvió...

—Han sido buenos días... y como no sonreír si mi esposo ha estado cuidando bien a mis niñas mientras he estado recuperándome. —Se acerca a los girasoles.

—Es algo a lo que ya me acostumbré.

—Siempre te desmeritas, esposo mío, pero siempre lo he apreciado.

Ella pone los ojos en la ventana de la cabaña, la que da justo al comedor, sigo sus ojos y veo la escena a la que mi parecer es Sarah peleando con Jack por el cuchillo, al parecer ella..

¿Intenta cocinar?

—Sera mejor ir a comprar algo al pueblo.

—¡Ed!

Respiro profundo, Jack le arrebata el tomate y Sarah amenaza con el cuchillo, señalando el alimento.

—Si tenemos suerte, no acabara en tragedia.

—Tal vez..

—Lorena...—Le interrumpo y sus ojos se apartan del matrimonio fallido, para ir a mi rostro.

Niego con la cabeza y ella encoge los hombros.

—En algún momento tendrán que volver y...

—Disfruta de estos momentos, Ed.

Guardo silencio.

—Es lo que me decidí a hacer hasta...

—Lorena.

Ella calla.

Trago saliva y miro a mi esposa.—Disfruto cada uno de ellos cuando estás aquí.

—Y cuando no este también.

Mis labios se cierran.

—Sabes que yo sin ti...

—Promételo.

Vuelvo a callar.

—Ed, promételo por favor, por mí. —Su mano toma la mía y la aprieta.

La siento débil y tan rápido como la toma, deslizo los dedos lejos de ella.

—Creo que necesitan ayuda. —Digo regresando los ojos a la ventana.

—Ed.. —Suplica, pero no es una conversación que ..

No estoy listo, ni dispuesto a tener.

Hasta la EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora