1970:
Lorena:
—¡Lorena! —La profesora me llama por mi nombre anunciando que fui elegida otra vez para el papel principal.
Me pongo de pie y voy al centro junto con mi profesora, quien me sujeta de los hombros.
—Lorena volverá a ser nuestra estelar.
Pero aunque mi sonrisa aparezca, no puedo ignorar los comentarios de las demás chicas.
"Otra vez ella"
"¿Por qué?"
"Es injusto"
"Nunca tendremos oportunidad así"
La profesora pide aplaudir y se vuelve hacia mí con una mirada seria.
—¿Sabes lo que conlleva ser Julieta?
A pesar de los murmullos respirándome en la cara, respondo.—Lo sé.
(***)
Llego antes a la terraza, esperando a Ed, me asomo por ella solo para observar al resto de compañeras que están reunidas en el primer piso.
Respiro profundo, no tengo que ser adivina para saber que están cuestionando la selección, aunque no es algo que necesariamente hagan solo en mis espaldas y que claramente les importa poco que yo lo sepa.
Creo que hasta desean que lo sepa.
Colocan un girasol frente a mí y me volteo borrando el mal momento, mi mirada se encuentra con la de Ed y mis labios van a los suyos, me detengo para tomar el girasol y lo cojo en mis manos.
—Felicidades por el papel.
—Gracias. —Mis ojos se pierden en el regalo.
—Lorena. —Me llama.
Parpadeo volviendo a la realidad.
—¿Ocurre algo?
Niego y cambio de tema enseguida, sonriendo.
—¿A dónde me llevaras hoy, Ed?
Actualidad:
Edmund:
No llego ni a 10 minutos de recuperarme para buscarla, aunque Jack y mi nieta me insistan en quedarme, me levanto y salgo de la casa.
—¡Abuelo!
—Eli. —Lo llamo. —Enciende la camioneta, voy a ir por mi esposa.
—Edmund. —Me trata de detener Jack.
Eli me obedece y escucho el motor del vehículo, mientras me vuelvo hacia el ex esposo de mi hija.
—¿Quieres servir de algo? No me estorben. —Jack abre mucho los ojos. —¿Quieres ayudarme? Tomen un coche y recorran el pueblo, donde sea...
—Abuelo, pero donde... empezamos.. No sabemos.
—Donde sea.—Repito alzando la voz y al ver la reacción de mi nieta la bajo.—Empiecen por el pueblo... yo.. también recorrer todas las calles hasta hallarla.
—Se llevó una maleta.. —Interviene Jack. —No crees..
—Pero la abuela...
—Es mayor, pero...
—No subestimes a mi esposa. —Le hablo a Jack.
Jack respira profundo. —No lo hacía, iba a decir que si pudo burlarnos para coger una maleta, llenar sus cosas e irse sin que nadie se dé cuenta, puede..
Ya no escucho más porque creo que saber dónde está.
—Eli.. —Lo llamo.
—Todo listo, señor ¿Nos vamos?
—Gracias.
Me dirijo a la camioneta.
—Busquen por el pueblo. —Les doy la última indicación y me subo a la camioneta, Eli conduce y yo ruego tener la razón esta vez.
(***)
Eli cierra la puerta de la camioneta en cuanto llegamos a la estación del tren.
—Edmund...—Duda llamándome. —¿Esta segu...?
Respiro profundo. —¿No oíste lo que le dije al ex esposo de mi hija? —Aparto la mirada de la estación, para observar al muchacho. —Además Lorena siempre ha viajado en tren, un bus no es algo que ella tomaría... estoy seguro.
—Entiendo. —Lo escucho decir e ingreso al lugar.
Le hago señales para que Eli busque por la dirección opuesta a la que me dirijo y yo camino mirando hacia los pasajeros que observo en los trenes, pregunto en recepción sobre los horarios y sigo caminando, hasta que el tren que llega en la estación me pone en alerta.
—¡Lorena! —La llamo una y otra vez. —¡Lorena!
El corazón me martilla y lo siento a punto de explotar cuando esas puertas se cierran, y termino por refugiarme en mi única esperanza y es en que mi nieta y su padre tuvieran mejor suerte que yo.
Me llevo una mano al pecho y...
La veo, justo después del que el tren parte.
Trago saliva sintiendo mi respiración calmándose por el alivio, aunque mi corazón actúa diferente.
Ella no se mueve y por momento pienso que lo he imaginado, llego a su lado con pasos cortos y su mirada se levanta hacia mí.
—Lorena...
—Hola, Ed.
Vuelvo a pasar la saliva y me siento junto a ella, se mantiene en silencio mirando las riendas.
—Yo... he olvidado lo que vine a hacer aquí, pero...
—Vayamos a casa. —Pido con un nudo en la garganta.
—Me duele el pecho, Ed. Este lugar siempre me causa dolor...
—Mi amor...
Sus ojos se llenan de lágrimas y me examinan en silencio.
—¿Sarah...?—Pregunta mirándome como si el sentido volviera.
—Lorena, basta. Voy a ...
Ella niega con la cabeza.
—Voy a arreglarlo, todo será diferente, me equivoque...—Digo todo lo que pienso para que ella vuelva a mi lado.
Vuelve a negar y mi mirada baja.
—¿Recuerdas la última vez que estuvimos frente a un tren?
Al escucharla, mis ojos suben nuevamente a su rostro.
Claro que lo hago.
Paso saliva.—Lo recuerdo bien, Lorena.
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Hasta la Eternidad
RomanceLorena y Edmund son la prueba viviente de que el amor lo sobrepasa todo. Sin embargo, su amor necesitaba una última prueba.