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1970:

Edmund:

—¿Dónde estuviste anoche?—Me fastidia Raúl, tomando el asiento a mi lado durante el desayuno.—Te estuve buscando.

Mary coloca el pan duro frente a nosotros, junto al queso y se sienta en frente, oyendo la queja de Raúl.

—No me digas que otra vez...

Le meto el pan en la boca.

—No hables y come bien.

Se atora y maldice, Mary junto a las dos chicas se ríen. Ellas empiezan a hablar y Raúl no se calla.

—¿Otra vez saliste con ella no?

Parto el pan a la mitad.

—Vamos, amigo, soy como tu hermano ¿No vas a decírmelo?

—No.

Nuestro horario de descanso termina y soy el ultimo en salir, sin embargo la voz de Mary me detiene.

—¡Ed!

Me vuelvo hacia ella.

—Hola.—La saludo.

Ella me mira dudosa.

—¿Es cierto lo que dice Raúl?

—Depende, a veces dice muchas tontearías.

Se ríe.

—Tal vez no me incumbe y pienses que me entrometo, pero... si hablamos de la misma persona.—Hace una pausa y prosigue.—No creo que debas estar cerca de ella, podría causarte muchos problemas.

—Mary.

Ella se calla.

—Gracias por preocuparte, pero se cuidarme solo.

Con duda, asiente con la cabeza.



(***)



Observo la vista que tengo desde la terraza en mi momento de paz, siento el aire rozar mi rostro y cierro los ojos por unos segundos, hasta que el sonido de un vehículo me hace abrirlos.

Junto las cejas observando al pretendiente de Lorena, lo dejo plantado y sigue viniendo, aun trayendo esas rosas que no le gustan a ella y me sorprende que a pesar de las señales, no acepte un no.

Lorena aparece en mi campo visual y va hacia el, hablan bastante y lo que me pone en alerta es que ella acepta el ramo.

Dejo de mirar y salgo de la azotea.



(***)



Mientras realizo el mantenimiento del pasillo logro ver por una puerta las rosas apoyadas sobre la pared, sigo con mi trabajo sin darle importancia o no quiero darle importancia, menos una explicación, pero para cuando las alumnas de las clase comienzan a salir, mi mirada no deja de buscarla.

Ingreso con la excusa de limpiar y ella me espanta por detrás de la puerta.

—¿Te asuste?—Se ríe.—¿Me estabas buscando?

No puedo evitar mirar las rosas y ella sigue mi mirada.

—Adrián vino esta tarde... el..—Hace una pausa.

—No quiero escuchar.

Me observa sorprendida y luego empieza a reír.

—¿Acaso estas celoso, Edmund?

—Claro que no.

—Claro que si ¡Estas celoso!

—¿Por qué te ves feliz por eso? .

—Porque no dejaba de insistir y... ya le puse fin a esto, si eso deseas saber.

Alzo las cejas.

—Soy soltera de nuevo.

—¿Ahora eso te pone feliz?—Le pregunto.

—Pues si, así podrás cortejarme sin culpa.

Los ojos se me abren mucho y ella se ríe.

—¿Saldremos esta noche, Ed?

Tengo una respuesta para eso.




Actualidad:

—¡Papá!

Corto el trozo de leña con el machete y levanto la vista, mi nieta sale de la casa y corre hacia el coche estacionado frente a la cabaña.

Brownnynn se lanza a los brazos del hombre que lleva el titulo de su padre y el le responde el abrazo con el mismo nivel de intensidad.

—¡Estas aquí!—Se emociona mi nieta.

Me seco el sudor de la frente con la manga de mi camisa larga y dejo el machete, Eli, quien esta a mi lado también presencia la escena.

—¿Ese es el padre de Brownnynn?

—Lamentablemente.

Eli se me queda viendo.

—Continua con esto.—Le ordeno.

Asiente y me sacudo las manos acercándome a ellos, Brownnynn se separa de su padre y la sonrisa se mantiene en su rostro.

—Jack.—Lo saludo y la sonrisa es intercambiada por un expresión seria.

—Ed.

Me ofrece un apretón y le muestro mi mano sucia por la tierra.

—Abuelo, papá esta aquí ¿No es grandioso?—Mi nieta esta feliz.

—¿Qué haces aquí, Jack?

—A mi también me alegra verte otra vez, suegro.

—Ex suegro.

—Abuelo.—Me regaña Brownnynn.—Por favor...

Respiro profundo.

—¿Por qué estas aquí? Solo es una pregunta.—Le aclaro a mi nieta y ella rueda los ojos.

Jack la mantiene abraza y sonreír.—Mi hija esta aquí, quise venir a verla y... me entere por ella que estamos vísperas de tu cumpleaños.

—Que considerado.

—¿Eso significa que quedaras hasta después del cumpleaños del abuelo?

Su padre asiente y luego vuelve a mirarme.

—Somos familia, Ed.—Me recuerda.—Aunque Sarah y yo ya no estemos juntos, tenemos una hija en común.

—El abuelo esta feliz que estés aquí, papá, cuantas más personas mejor.

—No, la verdad no.

—Abuelo.—Vuelve a regañarme.

—Pero ya estas aquí ¿No?

—De verdad es agradable verte otra vez, Ed.—Suelta con sarcasmo.

Y con la misma actitud, le respondo.—El agrado es mío.

—Vamos a que saludes a la abuela, papá.—Lo apresura ella y ambos desaparecen dentro de la casa.

Eli se me acerca, indicándome que termino de cortar toda la leña.

Vaya semana que me espera.


Hasta la EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora