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1970:

Lorena:

—¡Lorena!
El llamado de mamá me hace apretar los ojos, los abro y la mira de Edmund lo dice todo, trago saliva y me muerdo el labio, observando a Ed, antes de voltearme de una vez.

No es solo mi madre, también Adrian está con ella y lleva un ramo de rosas en las manos.

No me separo de Ed y aunque Adrin luce confuso, se acerca a entregarme las rosas, las que recibo sintiendo tensión a mi lado.

—Gracias. —Hago una leve mueca observando a mamá.

—¿Quién es el? —Suelta ella de pronto de forma despectiva.

Respira, Lorena.

—Él es mi invitado, mamá. —Hablo enseguida, mirando a Ed. —Y si me disculpas, voy a retirarme con él.

Mamá abre mucho los ojos. —Pero que estás diciendo, Lorena. —Responde después de darle una mirada rápida a mi acompañante. —Después tendrás que dar muchas explicaciones, pero ahora mismo.. —Observa a Adrian. —Adrian vino a verte con esas hermosas rosas, no puedes negar...

—Ya he sido clara con Adrian, mamá . —Lo miro a él. —Y me decepcionaría mucho saber que tiene otras intenciones cuando ya fuimos claros, agradezco las rosas, pero.

—¿Intensiones? ¿De qué hablas, Lorena?

Adrian intenta frenar a mamá.

—Creo que mi presencia no es requerida, si Lorena piensa que es decepcionante que insista en no perderla.

—Así es...

—Lorena, no seas grosera... ¿Por qué estas actuando asi? —Vuelve a mirar a Ed. —Si es..

—No lo seré con Adrian, pero tampoco lo sere con Edmund, mamá. —Respondo y observo a mi acompañante—Gracias por venir aunque no hubo invitación de mi parte, pero ya he quedado con alguien.

—¡Lorena!

—¿Nos vamos? —Le susurro a Ed, el simplemente no puede creerlo.

—¡Lorena! —Vuelvo a escuchar a mamá, pero ya he huido.




Edmund:

—Aquí tienes. —Lorena reparte la última rosa a una niña, le agradece y sigue su camino al lado de su madre, quien también le da las gracias.

Lorena se despide levantando la mano y mis ojos permanecen sobre ella, el leotardo blanco y el moño que parece cortarle la circulación es lo único que trae de su ropa de ballet, aunque solo se logran ver las tiras de la parte superior, mientras la baja la cubre con una falda larga.

Ella no pierde la sonrisa al girarse en mi dirección.

—Y fue la última. —Estira las manos.

—No era necesario.

—Hare feliz a alguien, es suficiente, además no me gustan las rosas.

Es algo que se.

—Los girasoles sí.

—¿Cómo sabes? —Pregunta con sorpresa.

—Es fácil ver como te cambia la cara cuando el te los traía antes que las rosas.

La sorpresa desparece de su rostro y vuelve a sonreír, confiada.—¿Me miras mucho?

Mis labios se cierran, se echa a reír.

—Lo hago.

Su risa termina y la sorpresa vuelve a llenar sus ojos.

—¿Estas segura que quieres estar aquí? —Le pregunto, sabiendo el frio que hace en la calle, sabiendo que puede elegir a la pareja que escogieron para ella sobre mí.

—Tu pareces menos seguro.

—Lorena.

—Quiero esto. —Me interrumpe. —Ya no preguntes más.

Intento hablar y da unos pasos cerca de mí, tan cerca que puedo tocar sus labios.

—Solo... ¿Puedes besarme, Ed?

A pesar de lo directa que Lorena suele ser, sus mejillas no dejan de teñirse de rojo, pero eso hago.

La beso.




Actualidad:

—¿Ocupado?—Sarah irrumpe en el taller, donde intento arreglar la pata de una silla.

Continuo con mi trabajo y ella se coloca detrás mío.

—¿Por qué siento que desde que llegue me estas ignorando, papá?

—Ideas tuyas.

—No, lo siento así, desde que llegue en tu cumpleaños apenas me miras.

Me quito los lentes de seguridad, colocando la silla sobre el suelo. —Como nueva.

—Papá...

El ruido que ocasiona Jack son el hacha la hace girar.

—Pasas más tiempo con Jack incluso. —Mira a su ex esposo y luego vuelve a poner los ojos en mí. —Pensé que no te agradaba.

—No me agrada, debo soportarlo por tu madre. —Encuentro la lijadora y me vuelvo hacia la silla, pasando el material sobre las esquinas.

Ella se cruza de brazos.

—Sarah. —Dejo lo que hago para poner toda mi atención en ella. —¿Cuánto tiempo te quedaras?

—No lo sé ¿Después de que Jack se marche?

—No es una competencia y tu madre tiene razón, él es su padre. —Ella se sorprende al oírme y hasta yo mismo lo hago. —Vives con ella, debería ser más unida a ti... no la culpes porque prefiera a Jack, los hijos a veces...

—Brownyn ya está grande, ella sabe que no puedo estar con ella todo el tiempo, pero a cambio le doy lo que quiere. ¿Estudia ballet como mamá no? Es su sueño, se lo estoy dando y aun así me causo problemas.

Y la razón es...

—Y por eso está aquí.

Mi hija baja los brazos.

—¿Dices que causo problemas a propósito?

No respondo.

—Si lo hizo para llamar mi atención, no tiene sentido que se la pase pegada a Jack cuando estoy aquí.

—¿Y porque crees eso? —Pregunto y cierra la boca. —Por eso es que ser padres es algo que debe pensarse mucho antes de hacerse.

—Como si hubiera tenido opción.

—Sarah...

—Quiero a mi hija, papá. Entiende eso y ella debería entender eso también, pero ninguno lo hace... lo que hago es por ella. Si no estoy en casa y me mato trabajando, si no le doy el tiempo que necesita de mi parte, todo es por ella.

No busco discutir.—Como digas, hija.

Continúo trabajando y antes de que salga, le doy una advertencia.

—Y Sarah.

Me mira.

—Lo último que tu madre necesita son peleas . —Hablo claro. —¿Entiendes eso?

No agrega nada y se marcha hacia la cabaña, y yo solo espero tener unos días de paz.

Hasta la EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora