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1970:

Edmund:

El rumor de la oportunidad que le surgió a Lorena empezó a correr por todo el lugar, al principio cuando me lo dijo y a pesar que vino de sus propios labios me costó creerlo y luego me cuestione el por qué no sería verdad, es Lorena, es excelente en lo que hace y pronto entendí que muy dentro en mi cabeza esperaba que fuera mentira.

¿La razón? Creo que es muy obvia.

Aprieto los dientes y el pecho me duele.

—Ed.

Parpadeo al escuchar a Mary, me volteo hacia ella con el pañuelo de limpieza y la veo preocupada.

—Edmund, no sé si sepas, pero... Lorena..

—Ya lo sé. —Le interrumpo.

—¿Ya lo sabes? —Los ojos se le abren mucho y parpadea mucho.—Pero si ya lo sabes cómo... —Edmund, ella se ira ¿No te parece egoísta..?

Mis dientes chasquean.

—Ella te ilusiono y solo se va, eso no se hace..

—Mary. —La detengo con mi atención en ella. —No te metas.

Me observa muy sorprendida y su reacción pasa a verse decepcionada, gira el rostro y salgo de la habitación, cruzándome con ella me detengo.

—No te metas, te lo pido, solucionare esto a mi manera.

—Ed...



(***)



Escucho como Lorena sorbe de la pajita y mis ojos se abren, observando el cielo, estamos en la terraza, pese a prohibiciones, nos las arreglamos para subir y sobre todo para yo pensar.

Ella vuelve a sorber, quejándose de la decisión de su madre.

—¿Qué clase de mamá hace eso, Ed? ¡No confía en mi y todo para...—Hace una pausa y resopla, pareciéndome adorable. —¡No puedo creerlo!

Se pone de pie y me incorporo sentándome, Lorena lleva las manos a ambos lados de su boca, rodeándola.

—¡Deja de controlar mi vida, mamá! —Grita con fuerza y mis ojos se abren.

Acabo riendo, acostándome de nuevo sobre el suelo.

—No te burles. —Lorena se sienta a mi lado.

Sonrio cuando se sube sobre mi y mis manos van a sus caderas, su boca me besa y le cojo el rostro, devolviéndole el beso, nuestras bocas se mueven una contra la otra y siento una paz profunda cuando estoy con ella.

Aparto la boca, buscando respirar y me le quedo viendo, los mechones de su cabello caen hacia adelante y los retiro detrás de su oreja.

Ella sonríe.

—Lorena.

Me escucha atenta.

Puedo escuchar su corazón roto o tal vez sea el mío.

—¿Y si mejor vas a Londres?



Actualidad:

Dejo a Lorena con mi hija y Jack en la cocina mientras me dirijo al granero, llevando la paja y me llevo la sorpresa yo al ver a mi nieta practicando su rutina con Eli.

Hasta la EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora