1970:
Lorena:
—Me llego tu girasol. —Menciono sorprendiendo a Ed por detrás en la cocina, los ojos se le abren al darse cuenta de mi presencia y me toma de los brazos llevándome con él.
Doblamos el pasillo y me rio.
—Dije, me llego tu girasol. —Repito. —¿Qué sucede?
—La dueña estaba ahí y...
—Lo siento. —Me disculpo. —Pero ahora estamos solos ¿No?
—Viniste más temprano de lo usual. —Pronuncia con sus ojos observándome.
Llevo las manos alrededor de su cuello.
—¿Por qué será?
Presiono mis labios sobre los suyos.
—¿Quieres venir a quedarte hoy?
El abre mucho los ojos.
—Mamá no estará en casa y...—La cara me arde con lo que pienso. —Quiza...
—¿Me estas invitando a quedarme a dormir en tu casa?
Si ya estaba avergonzada, ahora lo estoy más, pero eso es exactamente lo que quiero.
—Si, deseo eso...
—Lorena, no estoy seguro...
—Yo si.
Me mira con sorpresa.
—Quiero esto, Ed.
Actualidad:
La puerta de la habitación de Sarah se abre y suspira al verme, dejándola abierta de nuevo.
—Eres tú...
—Quería ver si...
—Si estaba bien, lo es y lo estoy mamá. —Me interrumpe rápido. —No tienes que venir todas las noches desde que llegue a preguntar.
—Yo solo...—Hago una pausa. —Queria saber si estabas bien.
La veo suspirar.
—Pues lo estoy... no hace falta que hagas esto, empieza a ser cansado.
—Lo siento.
Ella no responde.
—Es solo que hace tiempo no te teníamos en cada y...—Observo la maquina sobre la cama y el montón de hojas regadas.
Mis ojos buscan los de mi hija, quien toma el computador portátil y lo abre sobre sus piernas.
—¿Estás trabajando, cariño? —La regaño.
—Mamá, no empieces.
—No he dicho nada.
Sarah vuelve a dejar la máquina de lado.—Lo siento, pero no puedo descuidar el trabajo todo el tiempo y menos si ella insiste en ignorarme, y si voy a estar aquí soportando a Jack, prefiero ocupar el tiempo.
—¿Entonces por eso estas aquí? ¿Por Jack...?
—Creí...
—Brownyn también es mi hija, él debe recordar eso.
—¿Y si mejor se lo haces recordar?
—Me ignora por su padre.. ¿No..
—Aunque no debería hacer competir a unos padres, si quieres ganarte a tu hija será mejor que dejes esa laptop. —Señalo la máquina. —Pasa el día con tu hija, descansa lo necesario y así mañana tendrás ánimos para dedicarlos a ella.
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Hasta la Eternidad
RomanceLorena y Edmund son la prueba viviente de que el amor lo sobrepasa todo. Sin embargo, su amor necesitaba una última prueba.