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1970:

Lorena:

—¿En qué piensas? —Pregunto mientras me encuentro encima de Ed, mis caderas se mantienen presionando sus muslos y las manos de él me sujetan la cadera.

Ed baja la mano para ubicarla en mi abdomen, cierro los ojos despacio sintiendo la calidez que baja cada vez más.

—Nosotros.

No sé en qué momento trascurrió todo, pero en poco tiempo ya había pasado un mes y luego otro, hemos logrado que funcione, aunque aún somos un secreto...

—Mamá vendrá pronto.

—¿Me echas?

Junto las cejas. —Ya conoces la rutina, mi amor.

Se ríe y le doy un golpe suave en el hombro.

—Ya dime en que pensabas. —Insisto.

—¿No lo he dicho ya?

—Se especificó.

Ed suspira.

—En lo que sentimos.

Agrando los ojos.—¿Por qué piensas en eso? —Hago una pausa. —¿Acaso dudas de lo que siento?

—¿Son dudas de lo que siento?

Aunque yo pregunte primero y tengo deseos de saber, respondo su interrogante cuando niego con la cabeza.

Una leve sonrisa cruza sus labios antes que me tome de la cintura, derribándome, el cuerpo de Ed cubre el mío, llenando mis mejillas con un sonrojo fuerte.

—¿Qu-e ha...

—¿Qué hago? —Repite sonrojándome más, cierro los ojos y el me besa el puente de la nariz.

Se retira un poco y mis ojos se abren despacio, se ríe por mi pregunta y sí que es absurda, vuelvo a darle un golpecito en el hombro y el me besa.

Claro que no duda.




Edmund:

Lorena me toma la mano en el pasillo de la casa de danza, no hay nadie cerca así que no me suelta y comienza a balancear nuestras manos, mientras su sonrisa me contagia.

Ella llega más temprano que sus demás compañeras con la excusa de que necesita practicar más y aprovecho esos momentos con ella.

—¡Ed!

Me tenso al escuchar a Mary, quien ya se levantó para hacer el aseo, observa nuestras manos y cuando voy a soltarla, Lorena la toma más fuerte.

—¿Podrían ser un poco más precavido? Si yo los vi, alguien más puede...

Nos da la espalda y Lorena se vuelve hacia mí.

—¿Qué ha sido eso?

—Nada. —Me suelta. —Debo practicar.

Me rio.

—¿Estas celosa?

—¡No oigo nada! —Huye dirigiéndose a su salón para practicar.



(***)



Amarro la última bolsa con la basura y la levanto para llevarla al contendor fuera de la casa de baile.

—Hablaba en serio...

Parpadeo volviéndome hacia Mary.

—Si yo los vi...—Ella suspira. —Bueno, ya sabes el resto... Solo es un consejo.

—Lo sé. —Busco ser amable. —Gracias, Mary.

Ella pasa la saliva y baja la mirada un poco.

—Aunque no me agrada ¿Sabes? Tú me importas, Ed.

—Mary...

Vuelve a suspirar, mostrándose agotada. —Ya sé, pero no me digas que pierda las esperanzas de que pienses bien las cosas.

Encoge los hombros.

—Es mi ilusión.

Un carraspeo nos interrumpe y Mary da la vuelta contraria, dejándome a solas con mi amigo.

Raúl respira profundo y coloca una mano en mi hombro.

—Vaya problema, amigo. Dos chicas..

—Una. —Le corrijo y el sonríe. —Solo es Lorena.





Actualidad:

Edmund:

Mi esposa no quiere verme y creo que tampoco tengo el valor de verla a la cara, me distraigo haciendo otros deberes, aunque el regar sus girasoles no hace más que traérmela a la cabeza, mi mirada no se queda quieta e intento observarla desde la ventana que señala el jardín, aunque no se ha asomado en todo el día.

Suspiro cansado, a unos metros el ruido que hace Eli cortando la madera me hace doler los oídos.

Respiro profundo para no dañarme el día y veo a mi nieta y su padre, ella le sube la comida a Lorena y a los pocos minutos ha bajado de regreso, sin embargo, trae la misma bandeja con comida sobre las manos.

Se la entrega a su padre y..

—Eli, ve a ver que sucede. —Le pido cuando veo a esos dos hablando y no es necesario porque mi misma nieta se dirige hacia mí.

Se rasca el brazo con nerviosismo y yo junto ambas cejas.

—¿Qué? —Hago la pregunta. —¿Qué sucede?

—Abuelo, necesito que te sientes.

Jack corre detrás de su hija y se detiene detrás de ella.

—¿Qué está pasando, Brownyn?

La respuesta que me da me hace correr hacia el interior de la cabaña.



(***)



"No esta"

Corro escaleras arribas rumbo a su habitación y descubro la cama intacta, tendida y sin nadie ocupando el lugar y lo más grave es cuando voy hacia el armario, viendo que falta una maleta y la mitad de la ropa de mi esposa en el armario.

—En que momento...

—No quiso abrir y creí...

—No es tu culpa, cariño. —Le consuela su padre.

Los nervios se me ponen de punta y necesito sentarme.

—¡Abuelo!

Jack y Brownyn me ayudan a llegar a la cama, me apoyo sobre el colchón y respiro profundo.

Por darle espacio...

—¡Eli, tráele agua a mi abuelo! —Ordena Brownyn.

Respiro una y otra vez, llevándome la mano al pecho, temiendo por todo lo que está pasando.

Lorena se ha ido.

¿A dónde?

¿Cómo está?

—Abuelo, respira profundo. —Escucho los gritos de mi nieta.

—La encontraremos, vamos a encontrarla. —Me asegura Jack.

Traen el agua y la vista se me nubla por las lágrimas, bajo la mirada y me cubro el rostro ocultando el dolor de mi familia, justo como ella lo dijo.

Lorena... Yo..

¿Qué he hecho mal?

Hasta la EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora