{Capítulo 9}
SIGH
—Suelta eso, novato narcisista —escupí sin emoción alguna, cortante.
Aunque la simple idea de que sus manos estuviesen sobre mi guitarra me hizo sentir extraña.
Thunder, quien me miraba como presa cazada, abría y cerraba la boca, al parecer, con intenciones de comenzar a excusarse. Hasta que zanjé cualquier opción posible que tuviese este en proporcionarme una justificación válida.
Por el simple hecho..., de que no la había.
—No me hagas repetirlo —repliqué nuevamente, con mi mirada sobre él, esperando que notase el peso de esta sobre su conciencia.
—Oh, sí... Claro, y-yo... —dijo negando con la cabeza, entrecerrando sus ojos y acercándose a mí.
Sin mirarte y cabizbajo. Avergonzado.
—Thunder, cállate. —Su nombre sobre mis labios sonó mucho más cortante de lo que esperé sonar.
Incluso yo me sorprendí por tal determinación. Supongo que cuando se trataba de mi guitarra, un objeto personal y tan delicado para mí, todo me resultaba indiferente.
—Oye, yo... —comenzó a decir mientras ascendía su mirada. Y al menos, esta desprendía cierta preocupación, y vergüenza.
Compasión, eso es lo que le estás cediendo. ¿Y..., de verdad él merece ello?
—El silencio te favorece, Thunder. Es lo mínimo que puedes hacer.
—Mhm, de acuerdo. —Asintió lentamente con la cabeza, cediéndome la guitarra, y al hacerlo, al tomarla de vuelta, su mano rozó la mía.
Y aunque esta vez yo no lo miré, supe con certeza que él sí lo hizo.
Rápida, tomé la guitarra del mástil y me alejé, algo inquieta de él, sin volver a cruzar miradas, ni palabras, sin interacción habitante. Aunque este parecía algo perturbado y con ganas de decir algo. Por lo que avanzó hacia mí y me tomó del brazo que tenía libre. Envolvió su mano sobre mi codo y con un leve y sutil movimiento, me forzó a retroceder.
Este hombre está cavando su tumba.
—No me toques —espeté bruscamente, elevado el tono. Lo que provocó que, instantáneamente, este desenvolviese su mano sobre mi codo. Cuyo agarre fue casi imperceptible, sin presión alguna. Delicado.
—Lo siento —me respondió muy bajito a lo previo Thunder, sincero, y arrepentido. Ello era notorio en su lenguaje corporal.
—¿Qué? —inquirí por inconsciencia, enarcando las cejas.
—Lo..., siento. Sea cual sea tu nombre..., lo siento. Y-yo..., no pensaba que... —comenzó a excusarse él mientras se alejaba unos pasos de mí.
Acto seguido, se llevó ambas manos a su nuca, aunque en milésimas de segundo apartó estas del lugar puesto que se decidió por apretarse los nudillos y juguetear con sus gruesos anillos.
—Sigh —le solté entonces. En algún momento debía de confesarle algo tan principal como el nombre de una misma.
—¿Mhm? —me preguntó él, sin separar los labios. Mirándome con ceño fruncido y rostro algo confundido.
—Mi nombre, ahí lo tienes. Ahora ya lo sabes.
—Oh...
—¿Algo qué decir?
—No, bueno..., en teoría sí, pero no creo que sea el momento. Es decir, ¿algo qué decir? Sí, sí, claro. Tengo mucho por decir. Tantas y tantas cosas por decir. Como el hecho de que sé que he metido la pata, en una gran escala. Hasta el fondo. Lo sé. Sí, créeme que lo sé. Pero yo, no sé qué decir. En teoría, sí sé qué decir solo que... Lo siento.
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Eléctricos suspiros
Novela JuvenilThunder, su nombre era Thunder Iversen. Él llegó a Quebec, Canadá, para empezar una nueva vida, un nuevo comienzo. Tenía carisma, y le sobraba talento. El músico decidió no pasar desapercibido y así lo hizo con sus cientos y muy peculiares tatuajes...