UN NUEVO INTEGRANTE {26}

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{Capítulo 26}

SIGH

Estuve a punto de escupir el café y derramármelo encima. Tosí repetidas veces y apoyé el vaso encima de la máquina antes de cerrar los ojos y hacer aspavientos con las manos.

— Qué... ¿qué? —dije abriendo los ojos y mirando al pelirrojo, quien estaba apoyado también en la otra pared y de brazos cruzados frente a mí.

Me pilló de sorpresa, es decir, me parecía bien que se uniese a nosotros, solo que fue... repentino. Y dudaba que Thunder fuese partidario de ello. Ni siquiera teníamos nombre para el grupo, si es que podíamos referirnos así de este. A pesar de ensayar casi a diario, siempre sentía que no progresábamos y que no llegaríamos a nada.

El positivismo en persona.

— Solo piénsalo, Sigh. Nuestro grupo... no suena como debería o como querríamos sonar —Xander esbozó una sonrisa perezosa, intentando suavizar lo que verdaderamente quería decir— Necesitamos a alguien más, y creo que verdaderamente él es la persona perfecta para esto. Además, ¿quién mejor que alguien que esté dentro de la escuela? —preguntó él intentando convencerme de algo que ya me parecía bien, pero supuse que él pensaría que me negaría rotundamente a ello.

Por una parte, me daba cierta vergüenza compartir tanto tiempo con él y reunirnos muchos días a la semana. No solo porque aún me sentía algo mal porque Thunder nos hubiese pillado hablando de él, aunque el mismo, cortés, se hubiese colocado los cascos para no escucharnos. Cosa que me creí, no lo conocía mucho, pero sabía que no mentía en ello.

Sino porque también, en los ensayos hablábamos de todo. Era nuestro pequeño espacio en el que nos reuníamos para tocar, pero también comíamos allí, cenábamos allí... Nos aconsejábamos mutuamente, planeábamos planes para fuera de la escuela. Incluso planes a futuro. Divagábamos sobre en lo que podríamos convertirnos con un poco de suerte y mucho más esfuerzo.

Luego estaba Raider, que siempre venía a los ensayos con un nuevo dilema que no sabía cómo resolver. Y Xander y yo debatíamos largamente sobre cómo debería resolverlo o qué haríamos en su lugar. Casi siempre eran asuntos amorosos y citas desastrosas, pero... era divertido, Raider lo era, a menudo me hacía reír aunque fuese con algo de bajón allí.

— De verdad, ¿no crees que encajaría a la perfección con nosotros? —insistió Xander, esperando poco paciente mi respuesta.

— No he dicho lo contrario, Xander —asumí, riendo y alzando ambas manos en el aire— Pero deberíamos hablar antes con Raider —puntualicé, mirando hacia mi derecha, como si el mismo fuese a aparecer por su mera mención.

Me lo imaginé viniendo hacia mí, como cada mañana, abrazándome fuerte, a pesar de que odiase que hiciese aquello. Por las mañanas no es que me encontrase nunca de muy buen humor, y este siempre hacía que mi temperamento empeorase al reírse de mis ojeras. Aun así, siempre me ha encantado pasar tiempo con él, aunque a veces le toque a él decidir un plan y nos obligue a Xande y a mí a acompañarlo a una de sus rutas por el monte.

Y cuando me refiero a monte, quiero decir montaña, con una cima a la que llegar. Resumiendo; caminar, sudar, y maldecir. E incluso a veces, acampar allí mismo. Un día de esos, me mareé subiendo, y el estadounidense, Raider, tuvo que llevarme sobre su espalda hasta la cima. Aunque me negué a ello repetidas veces e insistí diciendo que me encontraba bien, este ignoró todo aquello.

Se rio de mí por ello y me llamó floja durante incontables semanas.

Era un adicto al deporte de montaña, y yo lo odiaba por ello.

Xander, en cambio, lo llevaba mucho mejor que yo. Se pasaba el camino haciendo bromas, había tramos en los que incluso se ponía a correr, dejándome atrás, claro está. Hasta que uno de esos días me encontré con una serpiente, sola, y entré en pánico. No me moví, ni siquiera podía hacerlo ni aunque quisiese. La serpiente era pequeña, pero me daba miedo igual. Aunque odiase hacerlo, tuve que llamar por teléfono a Xander para que me ayudase a pasar al otro lado de la serpiente.

Se puede intuir lo mucho que se carcajeó de mí por ello. "Te dejo sola unos minutos y ya me echas de menos", cita textual de lo que me dijo. Puede que yo temiese a las serpientes, pero al pelirrojo le daban un miedo irracional las arañas, fuese cual fuese el tamaño de esta. Y en incontables ocasiones Raider y yo nos habíamos compinchado para hacerle una broma a Xander. Cosa que nunca acababa bien. Para él, me refiero. Nuestra mejor hazaña fue encontrar en una tienda una araña teledirigida de juguete que era difícil distinguir que era falsa si ni siquiera te dabas unos segundos para comprobarlo.

A causa de ello, encontramos a Xander, preso del pánico, de pie sobre la encimera de nuestra cocina. Algo acuclillado ya que su estatura no le permitía estar recto del todo.

Sonreí al pensar en todos aquellos momentos que habíamos pasado juntos los de la banda. Pensé que Thunder también podría formar parte de los futuros recuerdos. Giré la cabeza hacia Xander cuando este torció las cejas y me miró con asombro.

— ¡¿Eso es un sí?! —exclamó Xander, sin creérselo del todo, pensé.

— Antes pensabas que quería a Thunder, ahora parece ser que crees que lo odio... —le contesté, negando con la cabeza.

— No, no es eso, Siggy. Solo que... pensaba que no aceptarías la propuesta, porque ello conlleva pasar... bastante tiempo con él y tú... ya sabes, no es que seas muy abierta a nuevas amistades o a los cambios —Cierto era que a veces no entendía cómo personas tan opuestas como Xander y yo podían llevarse tan bien.

Rodé los ojos y suspiré sonoramente.

—Tienes una muy mala imagen de mí, ¿lo sabes, verdad? —le dije, acercándome a él, tras tirar el vaso vacío de plástico de mi café a la basura.

No me sentía mejor, pero al menos intentaría pensar que estaba algo más despierta y más tolerable.

— Sabes que eso no es cierto, "pelirroja" —contestó él, pasando su brazo sobre mis hombros y estrechándome en él. Para después revolver mi pelo y besar este.

— Vuelve a decir eso y compro otro café solo para tirártelo encima, y te aseguro que estará lo suficientemente caliente como para que no quieras que lo derrame en ti — le amenacé con semblante serio.

Xander se rio sonoramente y me pellizcó el brazo, yo le pegué un codazo en respuesta.

— Vamos a casa, mañana por la mañana nos pasaremos por casa de Raider y hablaremos con él —Xander se adelantó y salió de la escuela, cerrándome la puerta en mis narices.

— Siempre tan maduro —dije mientras empujaba de la puerta y salía, rodando los ojos.

Eléctricos suspirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora