LA CULPABILIDAD {38}

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{Capítulo 38}

SIGH

Silencio.

Un silencio abismal y asfixiante. Sentí el ambiente pesado de un instante a otro. La culpabilidad me engullía poco a poco.

Había metido la pata hasta el fondo y era más que consciente de ello.

Noté el momento exacto en el que todos los músculos de Thunder se tensaron y todas sus facciones cambiaron de una milésima de segundo a otra. Lo vi pensar, mucho. Estaba encontrando las palabras exactas para no contestar a mi pregunta, evadirla de alguna manera graciosa y que con suerte yo me olvidase de ello para siempre.

Cosa que no pasaría jamás.

ϟ ϟ ϟ

Dos golpes en la puerta, y una voz familiar.

—Creo que eso es para ti... —dijo este, rápido, sin tiempo a que contestase a mi previa pregunta. La cual había removido algo muy dentro de él.

Thunder se levantó del suelo de un salto, casi se abalanzó por completo a la puerta en donde Xander esperaba.

Cierto, él seguía teniendo las llaves de nuestra casa, me recordé.

—¿Está Sigh? —En ese mismo momento, pasé por debajo del brazo de Thunder, apoyado sobre el marco lateral de la puerta— Oh, mira, aquí estás... Servicio de recogida exitoso.

Forcé una sonrisa al ver al pelirrojo. Pero estaba más pendiente del rubio que acechaba detrás de mí.

No sé de dónde saqué tal valentía, ni de dónde vino ese impulso, pero me giré y:

—Buenas noches, Thunder. —Me puse de puntillas para llegar hasta él y pasé mis manos alrededor de su cuello. Lo acerqué a mí. Necesitaba sentirlo cerca.

Thunder seguía tenso y respiraba de forma descontrolada, pero aun así, no tardó en corresponder a mi abrazo y deslizó sus fuertes manos por mi cintura. Envolviéndome por sus brazos.

Me apretó contra él y acarició mi espalda.

Descansa, pelirroja —me susurró al oído y me dio un corto beso cerca de mi cuello.

Logró que todo mi vello se erizase ante tal mínima caricia.

Ambos tardamos lo nuestro en detener el contacto. Era algo que necesitábamos, al menos por mi parte, que había atravesado por un gran momento de culpabilidad.

Mañana, mañana sería un nuevo día. Mañana hablaría con él a solas, sin la indiscreta mirada del pelirrojo.

ϟ ϟ ϟ

—¿Debo que preguntar o...?

—No, no debes —contesté tajante, aunque algo cansada, sentándome ahora en el sofá de nuestra pequeña sala.

—Bien..., te concederé ese capricho porque hoy no he sido muy comprensivo contigo —admitió él, cerrando la puerta con llave. Poco después llegó hasta mí para sentarse a mi lado—. Lo siento, Sigh, ya sabes cómo me pongo cuando...

—N-no..., no. Xander, tú no tienes la culpa —le interrumpí al instante, girándome hacia él—. No debería haberme enfadado contigo. Tú solo querías protegerme, hacerme fuerte. Que no pecase de nuevo y recordase las muchas promesas que había prometido en vano. Yo..., lo siento —me limité a decir, mis palabras salieron casi sin pensarlas, francas. Eran un desahogo. Había tenido tiempo para pensar, y había tenido tiempo también para odiarme a mí misma por haberme enfadado de tal manera con Xander.

—Saldremos de esta juntos, como siempre lo hacemos —me dijo él tranquilizador, pasando una mano por mi espalda y atrayéndome hacia él—. Prometo no ser tan estricto, ¿vale...? —Este colocó su mano sobre mi cabeza y acarició mi cabello en un gesto amistoso, fraternal.

—No va a ser necesario, no pienso probar un cigarro jamás. —Esas palabras sí significaban promesa; una que cumpliría hasta el final—. Esta vez es la definitiva, no hay vuelta atrás.

—Bien, me gusta esta nueva Sigh.

—Viene para quedarse —puntualicé, orgullosa, aunque seguía algo apenada. Mi mente no descansaba jamás, seguía entretejiendo teorías y suposiciones. Dentro de eso también permanecía presente la culpabilidad y la preocupación, que eran más que notorias. Sabía que en la noche de hoy mi mente no descansaría.

Posé mi cabeza sobre el regazo de Xander y este continuó acariciando mi pelo. Podía ser un torbellino, alguien de lo más inquieto y extrovertido, pero se sentía como un miembro de la familia. La tranquilidad que este me transmitió en ese mismo momento no la cambiaría por nada en el mundo.

—¿Vemos una película? —me propuso él.

—Que sea de terror —casi exigí, suspirando con sonoridad.

—Solo quieres ver películas de terror cuando estás lo suficientemente mal como para necesitar ver que otros están peor que tú —concluyó este y me dio miedo que me conociese tan bien—. ¿Debería preocuparme?

—Así que ahora me analizas... —Puse los ojos en blanco y este me pellizcó el brazo en respuesta—¡Ay!

—Te conozco mejor que cualquiera, Siggy —admitió él, cosa que no era mentira. Por lo que rehusé la idea de negárselo.

—Créeme, lo sé. —Me giré hacia él y le dediqué una sonrisa perezosa—. Pero yo también te observo, pelirrojo. Desde muy cerca. Yo que tú hoy dormiría con un ojo abierto o daría todas las luces del pasillo antes de salir de tu habitación... Te debo una, te lo recuerdo. —Le metí miedo bajando la voz, entrecerrando los ojos, perversa. Pegué un pequeño salto que casi lo hizo saltar del sofá.

—Paso. Me niego a ver una peli de terror —sentenció alzando las manos en rendición.

—¿De verdad tienes miedo a que aparezca en tu habitación de madrugada? —Estallé en carcajadas—. Porque... sí, técnicamente podría hacerlo.

— Hum, romance. Sí, en definitiva una película de romance. —Este me ignoró por completo y siguió buscando en la televisión alguna película que ver.

—Oh, sí, ¿quién no querría ver una película que se basa en cómo la protagonista se decide entre el chico bueno y el chico malo? —inquirí, irónica—. Ya sé cuál va a ser la elección antes de que pongas la película siquiera.

—Lo prohibido atrae, Siggy —me afirmó él, subiendo y bajando las cejas y ladeando media sonrisa—. Las miradas, los pequeños gestos, la tensión...

—Ya..., bueno, seré la única que prefiere ser tratada bien antes de tirar mi dignidad por la borda con el fin de llamar la atención de un chico narcisista, generalmente violento y poco educado. —Era lo común en todas y cada una de las películas de romance adolescente que había visto con el pelirrojo—. No gracias, me quedo con el prototipo de chico bueno de las películas que se preocupa por ti, se fija en los detalles y te entiende con una simple mirada —terminé por argumentar, muy feliz sobre mi decisión.

Interesante...

—No veo qué parte te puede parecer interesante —espeté, frunciendo el ceño.

—No, no es eso. Solo digo que es... interesante —volvió a repetir él, utilizando el mismo tono cansino, irritante. Se llevaría un fuerte almohadazo por ello. Incluso tenía el objeto a mano.

—Fantasía, película de fantasía —sentencié yo al fin—. Fuerte tensión entre dos antagonistas que al final de la película serán amantes, magia en cada rincón, el cliché de familia encontrada... —Me levanté del sitio y me incorporé para comenzar a aporrear la pierna de Xander de entusiasmo. Me podía una buena película de fantasía—. Qué más se puede pedir.

—Muy bien visto. Una de fantasía, entonces.

Eléctricos suspirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora