Binan Koukou Chikyuu Bouei-bu Love

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Binan Koukou Chikyuu Bouei-bu Love (El Hermoso Club de Defensa de la Tierra) es un animé del género chicos mágicos, creado por Kurari Umatani y producido por Diomedéa. Cuenta con tres temporadas y un OVA emitidos entre 2015 y 2018. La historia cuenta la llegada de un extraño alien con forma de wombat a la Tierra, que aterriza de forma accidental en los baños termales Kurotama y conoce a cinco estudiantes de la preparatoria Binan: Yumoto, En, Atsushi, Io y Ryou. Wombat les otorga unas pulseras mágicas con las cuales podrán transformarse en cinco guerreros llamados Battle Lovers, y con ellas tendrán que combatir a los misteriosos Caerula Adamas. En la segunda temporada se enfrentan a unos villanos gemelos conocidos como VEPPer, y la tercera temporada está ubicada unos diez años en el futuro, contando la historia de un nuevo grupo de defensores de la Tierra llamados Karl Knights.

 En la segunda temporada se enfrentan a unos villanos gemelos conocidos como VEPPer, y la tercera temporada está ubicada unos diez años en el futuro, contando la historia de un nuevo grupo de defensores de la Tierra llamados Karl Knights

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-Tengo mucho sueño… creo que no iré a clases hoy. Atsushi: dile al profesor Tawarayama que me duele el estómago si pregunta por qué no he ido- pidió En con un bostezo, haciendo que su mejor amigo sonriera y se negara.

-Eso ya no te servirá, sabes. El profesor Tawarayama está mucho más lúcido desde que descubrió la poción de despertares.

-¿Ah… sí?

-Está completamente despierto ahora, no hay forma de que se trague esas excusas. Si yo fuera tú, senpai, iría a su clase como debe ser- intervino Io, cerrando su libro de Aritmancia.- Y si puedes toma apuntes, te servirán para su examen de fin de trimestre.

-Qué fastidio, tenía ganas de echar una siesta y todo pero ahora ya me han preocupado… ¡está bien, voy a ir! Pero antes debería recoger mis cosas, supongo… eh…

-En los casilleros, senpai, dejaste tu mochila ahí en cuanto llegaste- intervino Ryou mientras se acomodaba el pelo con la varita y se miraba en el espejo de la pared.- Es una suerte que nos hayan dejado arreglar esta vieja sala a nuestro gusto, ¿no? Así podemos tener nuestros casilleros a mano y…

-Y un buen espejo, no te olvides del espejo- se burló Io con una risita cínica, haciendo alusión a lo mucho que su amigo se dedicaba al cuidado personal. Atsushi los regañó por perder el tiempo en discusiones frívolas en vez de ir a clases, pero En Yufuin solo escuchó a medias, mientras trataba de recordar la contraseña de su casillero. Era un enorme fastidio pero había que hacerlo.

En Mahoutokoro, la principal escuela mágica de Japón, los alumnos de siete a once años iban y volvían todos los días a clase, y los de once en adelante residían de forma permanente en el palacio, al estilo de los internados europeos y americanos. Pero, a diferencia de Hogwarts o Ilvermorny, allí no tenían casas diferentes sino que los grupos se decidían por edad, como en las escuelas muggles: todos los niños de la misma edad se volvían compañeros, compartían clases, ratos libres y tenían sus propias áreas de entrenamiento y descanso. Naturalmente no estaba prohibido juntarse en áreas de otros grupos, pero era menos usual a excepción de los clubes extra curriculares, en donde todos podían participar sin importar el año en que estuvieran. Esa era la razón, pensó En con otro bostezo, por la que él y los demás podían reunirse cada tarde en una sala abandonada del último piso, a pesar de ser de cursos distintos.

"Aunque claro, nuestro club deja bastante que desear. Pero bueno, supongo que mientras no precisen la sala para otra cosa no nos meterán prisa para mostrar resultados".

Atsushi y él estaban en séptimo año, y por lo tanto eran los "senpai" del club. Aquella palabra de origen muggle servía para designar a un alumno mayor que guiaba o ayudaba a los menores, en este caso, sus compañeros. Estaban Io y Ryou, de sexto año, y el más joven que se llamaba Yumoto, de quinto año. Todos habían ido a parar allí en diversas circunstancias (Yumoto insistía en que era cosa del destino) para no volver a marcharse, por lo que Io había sugerido montar un club para tomar la sala como base permanente. El requisito mínimo era tener cinco miembros, la supervisión de un maestro y un propósito pedagógico que justificara el uso del aula, algo que ellos cumplían por los pelos.

-Así que… El Club de Defensa de la Tierra. Bien. ¿Se puede saber qué significa eso exactamente?- le preguntó el representante de los alumnos, Kinshiro, con una sonrisa completamente falsa que indicaba su desagrado por él y su nuevo club.

-Bueno, el nombre mismo lo dice, ¿no? Defensa de la Tierra. Nuestro club se especializará en hechizos defensivos con el objetivo de defender a la población. 

-Sí, a magos y muggles por igual- agregó Atsushi con firmeza, pues el tono titubeante de En no daba mucha confianza. Kinshiro los había mirado a ambos con recelo, pero como contaban con el apoyo del profesor Tawarayama y el aprendizaje de hechizos defensivos más allá de los vistos en clase era algo loable, autorizó su club.

En procuró no dormirse en clase y prestar atención a su libro de Encantamientos, sabiendo que luego saldrían muchos de esos temas en el examen. Pero era difícil. Y no se trataba de vagancia como muchos decían, su pereza era producto de un hechizo mal ejecutado que lo alcanzara en la infancia. A él no le gustaba dar lástima y nunca lo había contado, de modo que la gran mayoría no sabía el verdadero motivo de su perpetua fatiga. Y estaba bien, no tenían por qué saberlo. Al fin y al cabo era un mago, podía suplir sus necesidades con alguna poción estimulante, tal y como lo hacía su maestro.

-En, la clase ya ha terminado- le dijo Atsushi un rato más tarde, al verlo perdido mirando por la ventana.- ¿Vamos a comer? 

-Puede ser…

-Yo pensaba invitarte de tus sándwich favoritos.

-Ah, pues así sí. Vamos nomás, ¿llamamos a los chicos?

Atsushi era de los pocos que sabía la condición de En, por lo cual nunca perdía la paciencia con él y lo apoyaba en todo lo que podía. Mahoutokoro era una escuela muy segura, pero aún así debía ver que no se quedara dormido en un lugar inadecuado, por ejemplo. Por suerte y a pesar de todo era un estudiante muy inteligente, como lo atestiguaba su túnica dorada, y podía pasar las clases fácilmente a pesar de sus dificultades. Eso lo hacía sentir orgulloso como amigo y compañero.

-Oh, ¡Kinshiro y Arima!- exclamó al cruzarse al representante y vice representante de los alumnos en el comedor de la escuela.- ¿Nos acompañan a almorzar?

-Muy amable de tu parte…

-No, gracias, tenemos trabajo que hacer y solo vinimos por unas galletas para llevar- interrumpió Kinshiro molesto.- Vámonos, Arima.

-Oye, llevo un tiempo preguntándome. ¿Por qué le caigo mal?- preguntó En meneando la cabeza.- Cada vez que nos cruzamos me ignora de una forma muy evidente…

-Bueno, es complicado. Kinshiro y yo tenemos una amistad íntima, ¿sabes? Y creo que está celoso de ti o algo por el estilo. No se lo tomes personal, es solo un poco sensible.

-Bueno, deberías decirle a tu noviete que no tiene por qué tener celos de mí. Eres mi amigo y además no me gustan las relaciones románticas, son un fastidio.

-Ajá. ¿Dirías lo mismo si Arima te invitara a bailar juntos la noche de graduación?- preguntó Atsushi muriéndose de risa al ver a En poniéndose colorado.

-Deja de preguntar tonterías y vamos, ¡no quiero que se acaben los mejores sandwiches por estar aquí perdiendo el tiempo!

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