𝘁𝘄𝗼﹔𝟎𝟐

725 99 15
                                    

—¿Entonces no has ido a asegurar un departamento?

Soobin le había contado parcialmente la historia de su vida laboral en ese café al que Yeonjun lo invitó a desayunar antes de que le comenzara a mostrar el (gran) aeropuerto. El pelirosa lo escuchaba con atención mientras hacía comentarios sobre algunas cosas de vez en cuando, como cuando llamó estúpida a su ex-novia.

—No; pude haber ido, pero decidí darme de presentado con el supervisor de aquí, también para que le avisara a mi ex-jefe que había llegado a salvo, porque de eso se preocupó cuando preparó mi vuelo.

—Eres un tipo muy agradable, huh, pero piensa en ti algunas veces.

—Yo era el tipo que no desayunaba en la secundaria por terminar sus trabajos.

—Sí que eras un nerd.

Ambos siguieron ingiriendo lo que habían ordenado. Era la compañía más amena que podrían hacerse al menos antes de empezar a trabajar y probablemente no encontrarse en un largo tiempo.

—Oye —habló Yeonjun con un poco de pan aún en su boca—, seamos amigos.

Soobin tosió sobre su té, un poquito desconcertado y tomado por sorpresa, aunque los ojos del pelirosa no se quitaron de sobre él, mirándolo con una mano sosteniendo su barbilla. Los lentes, debía admitirlo, le quedaban muy bien.

—¿Cómo...? —preguntó.

—Quiero ser tu amigo, Soobin. Y no, sé que puede parecer que ya lo somos, pero yo no creo en esas cosas de que “se hablaron y desde ahí formaron una linda amistad” —dijo, con la voz ligeramente aguda, mientras hacía comillas con las manos y miraba al techo del local, aunque sin mover su cabeza—. Así que, para quitarme el complejo de la cabeza, te lo estoy pidiendo formalmente.

—Ni que pidieras salir conmigo —expresó el pelinegro antes de echarse a reír.

—Oh, claro que saldremos, Choi —lo señaló, con un dedo y tono amenazantes, luego se relajó—, pero como amigos, obvio.

«Por mucho que me llames la atención, no es como si inmediatamente me hubiera enamorado de » pensó.

—Bien —habló una vez su risa estuvo controlada—, seamos amigos entonces, Yeonjunnie.

El mayor sonrió, y siguió comiendo como si nada. Soobin hizo lo mismo, aunque la melodía del local lo distrajo, haciéndolo sonreír un par de segundos.

—¿Te gusta The Black Skirts? Everything es muy bonita.

—¿Verdad? —concordó—. Me trae paz, es todo.

Cuando terminaron de comer y Soobin pagó —porque obvio que Yeonjun no iba a dejarlo, pero la oportunidad de comer gratis nunca le llegaba dos veces a la semana—, regresaron al aeropuerto por la entrada del personal.

Recorrieron cada área, el pelinegro fijándose que casi en cada sala había una cámara de vigilancia mientras el pelirosa le explicaba movimientos que básicamente conocía de previo, pero que era mejor re-conocer su función en una región que no era el lugar donde vivió desde su niñez. Realmente sólo pasaron de manera superficial, el recorrido duró aproximadamente cincuenta minutos; si un piloto aprendiz fuera en lugar del menor, Yeonjun probablemente hubiese tardado dos horas en lo que el chico memorizaba las funciones, la dirección y lo que debía y no hacer dentro.

—...es todo —mencionó el mayor, deteniéndose frente a él—. ¿Alguna duda, señorito piloto superestrella hiperexperimentado?

—Así está bien; gracias por sus servicios, monsieur Tripulante de Cabina con tratados sociales.

—Ese fue ridículo... —Yeonjun le dió un leve golpe al menor con su codo.

—Más ridículo hubiera sido llamarte cotton candy boy, ¿no crees?

—En serio, ¿me veo como un algodón de azúcar?

—Es de mala educación responder a una pregunta con otra pregunta, pero —pasó solo un poco de él para poderlo mirar de reojo—, tu cabello se ve tan suave y es color rosita, obvio que alguien debía asociarlo con un algodón de azúcar. Lástima el tuyo no se come.

Yeonjun rió solo un poco, pensando en que realmente la comparación había sido extrañamente graciosa aunque rozaba lo burdo. De igual manera lo dejó estar.

—Bueno, debo irme —se despidió el Choi mayor—. Pero supongo que tú empiezas a trabajar mañana, así que piensa lo que te dije sobre tu depa.

—Sí, gracias. Mucha suerte —se despidió de igual manera, regalándole una sonrisa, Luego observó a Yeonjun desaparecer entre la gente.

Se dispuso a salir del lugar para ir a la dirección que el otro le había dado, para poder conseguir un apartamento. Extrañaba su auto, iría por el en algún descanso que no fuera ese mismo día.

“...ahí es donde tengo un apartamento, y es un muy buen servicio la verdad, nunca me han regañado por entrar a las tres de la mañana; pero asegúrate de mencionar que trabajas en el aeropuerto”, de pronto recordó las palabras de Yeonjun.

Por ahora sólo podría confiar en su palabra, porque era al único que conocía más o menos fuera de un intercambio de palabras casual. Así que ahora tendría al chico algodón de azúcar como vecino, cuando creyó que no lo volvería a encontrar. Aunque siempre era mejor una recomendación que buscar por sí mismo, completamente solo y a su suerte de que, si alguien se enteraba de su profesión, le quisieran dejar la renta extremadamente cara. Solo le quedaba confiar.

𝐇𝐈𝐆𝐇𝐄𝐑﹔soobjun (숩준)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora