𝘁𝗲𝗻﹔𝟏𝟎 | 🅴

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Los días en los que tenía que descansar generalmente no le agradaban por el simple hecho de que no tenía con quién pasárselos por mucho que medio aeropuerto lo conociera, o que todos le respondieran de buena manera cuando iba pasando y saludaba, nada de eso tenía sentido cuando en los recesos de trabajo no podía llamar a ninguna de esas personas para pasar un rato agradable de amigos como muchas veces le hubiese gustado.

Hasta ahora.

¿Qué cambió? Bien, tres palabras: ahora tenía novio.

Se sentía extraño, porque por mucho que no fuera un primerizo en las relaciones sentimentales, ninguna de sus parejas anteriores se hubiese dado a cambiar su descanso de esa semana —que realmente no le correspondía— para coincidir con él en esa pequeña y primera cita hogareña que el pelinegro había sugerido la noche anterior, antes de que su turno laboral llegara a su fin.

Aunque no era la primera vez que su piloto favorito iba a su apartamento, o que lo tocaba, abrazaba o mantenía algún tipo de contacto entre ellos, ahora sentía diferente cada atención: cada que su novio lo tomaba de las mejillas, sentía su rostro enrojecer; cada que lo abrazaba, sentía corrientes eléctricas por todo su cuerpo; y cuando dejaba besitos en su cabeza —ya que, por alguna extraña razón dejó de frecuentar el únicamente besarlo en los labios—, se sentía pequeño y no dejaba de sonreír.

¿Y ahora? Se encontraba recién despertando junto a ese chico que lo abrazaba tan cálidamente mientras continuaba dormido. Yeonjun se tomó el tiempo para admirarlo detalladamente, notando que sus pestañas eran más largas de lo que podía apreciar a simple vista y que adornaban sus párpados de una manera muy linda, que tenía una pequeñísima cicatriz casi imperceptible en su mejilla izquierda, que sus cejas eran aún un poco más rectas de lo que había notado aunque continuaban viéndose muy finas, que las comisuras de sus labios estaban natural y levemente más arriba que las suyas, que básicamente tenía el rostro perfecto de un protagonista de alguna serie romántica, y no pudo sentirse más afortunado de tener al chico más guapo que había visto como su pareja, y que, como punto bonus, estaba enamorado de él en la misma medida de la que le profesaba cariño y devoción.

Se removió en su sitio cuidadosamente para no despertar al menor y salió de la cama, cubriendo a Soobin hasta los hombros con esa cobija blanca con peluche tan calientita que tanto amaba y que estaba seguro de que ahora amaría mucho más por tener el aroma del chico en ella; probablemente no la lavaría nunca, aunque ya estaba exagerando.

Se dirigió a la sala, sentándose en un sillón y recargando todo su peso sobre él, subiendo los pies después de que el frío matutino hubiese calado en ellos, y simplemente comenzó a asimilar su estado actual.

Choi Soobin, el chico que tanto le gustaba y terminó encantándolo desde la primera vez que lo vió, ahora era su novio.

No había tenido que hacer nada para eso, y quizás ese aspecto era lo que le resultaba más increíble, porque siempre había sentido esa necesidad de impresionar a todas las personas en las que se interesaba, aparentando ser mucho más confiado consigo mismo, tomando miles de fotos que fueran estéticamente agradables con su mejor ángulo y alardeando de su empleo al ser tan joven y recibir una buena paga, aunque lo último le hubiese resultado contraproducente en algunas ocasiones, como con el chico con el que había tenido un miserable polvo de una noche y que quería casi saltar a nupcias con él cuando estuvieron platicando vagamente de sí mismos y casualmente mencionó que se dedicaba a cumplir las funciones de un TCP. Desde ahí ya no lo mencionaba con desconocidos.

Pero con su bonito pelinegro todo era diferente para bien.

Se levantó del lugar con una sonrisa por la buena idea que se le había ocurrido y regresó a la habitación, percatándose de que su novio aún dormía como un bebé entre su cama y sus cobijas, y no pudo evitar sentirse sólo un poco mal por él, porque probablemente no había dormido bien en días y se había ido a pasar un rato de su noche con él aún cansado a ese nivel, sonrió de nuevo al imaginar su rostro de cuando estuviese recién despierto y tomó ropa suya (que básicamente sólo consistía en otros pantalones y un suéter), tenis y volvió a salir, dirigiéndose al baño para cambiarse por lo que había sacado. Peinó torpemente su cabello con uno de los peines* que tenía en ese lugar y luego volvió a sentarse para colocarse los tenis. 

𝐇𝐈𝐆𝐇𝐄𝐑﹔soobjun (숩준)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora